Verbo y protesta
Verbo y protesta
Jaime de Althaus

No cabe duda de que ha relanzado sus posibilidades con el discurso de Chamochumbi, en el que sorprendió nuevamente con el poder de convencimiento de su oratoria y el cúmulo de propuestas para casi todos los sectores sociales del país.

En un momento de desaceleración y de pérdida de empleos, parte de su estrategia consistió en inyectar la sensación de que con él el país volverá a crecer, en recuperar la confianza nacional en la “promesa del gran Perú”: aseguró que es posible crecer al 6% y reducir la pobreza a 10% el 2021. 

Para eso ofreció derogar toda la maraña de trámites y regulaciones que ha dado este gobierno, crear parques industriales con empresas chinas, grandes obras como el tren de la costa y plantas de tratamiento en todas las ciudades, 200 mil obras medianas y pequeñas, nuevos proyectos mineros con participación de las comunidades, etc.

Pero nada dijo acerca de las reformas necesarias para que los 2 millones y medio de empleos prometidos puedan efectivamente darse “con todos los derechos”, como asegura, o para que los tres niveles de gobierno puedan hacer las 200 mil obras ofrecidas. 

Es decir, ni reforma laboral, ni tributaria, ni del Estado ni de la descentralización. Ni el más inteligente de los candidatos encuentra la forma de “vender” electoralmente las reformas necesarias, pese a que incorporarían a millones de peruanos hoy en el desamparo informal.

La otra parte de la estrategia de Alan García fue hacer ofrecimientos específicos, algunos creativos y otros populistas, para los distintos segmentos de la sociedad. El más novedoso fue el relativo a la relación entre minería y comunidades campesinas, para viabilizar, de paso, las inversiones mineras.

Ha sustituido, felizmente, la idea de repartir el dinero directamente a los comuneros por el “canon comunal”, para que las comunidades hagan ellas mismas sus obras de desarrollo. 

No precisó, sin embargo, si ese “canon comunal” tomará todo el canon o solo una parte y a qué radio de comunidades alcanzaría: ¿solo las adyacentes a la mina o el gran ‘hinterland’?, porque sería insano concentrar cientos de millones en poquísimas comunidades.

En realidad, más eficiente sería encargarle a una agencia privada que ejecute un plan de desarrollo integral con participación de las comunidades. También ofreció mejorar a los pensionistas sus pensiones, bajar la tasa de interés a los tarjetahabientes de consumo y de crédito, subir el sueldo a los policías, darles títulos de propiedad al millón de familias sin títulos. 

Pero reintrodujo el control de precios para las tasas de interés, una medida que aplicada de manera generalizada en su primer gobierno llevó a la escasez aguda y la hiperinflación.

El tercer gran tema fue la seguridad, donde combinó el populismo de las Fuerzas Armadas en las calles con propuestas interesantes como traer una misión española para modernizar la policía, integrar en una sola red a la policía, los serenazgos, la seguridad privada y las rondas campesinas, y hacer prevención con bases de datos precisas. 

Alan García demostró que las propuestas son importantes en una campaña. Ojalá que la valla alta que ha puesto a sus competidores lo sea para propuestas serias y no solo electoreras.

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