“No, Vero, Brasil no es Venezuela”, por Erick Sablich
“No, Vero, Brasil no es Venezuela”, por Erick Sablich
Redacción EC

Cuando uno tiene rabo de paja, lo mejor es quedarse callado. Se puede decir que es lo que corresponde por decencia, pero, en cualquier caso, es lo que aconsejan la prudencia y, en última instancia, un mínimo sentido del rubor. Sobre todo en política. Asuntos no menores que al parecer escapan a la comprensión de los señores del (FA). 

Y es que esta semana, tal vez oteando avispadamente una oportunidad política donde no la existe, la agrupación de izquierda no dudó en mostrar su pronta indignación por el “golpe institucional parlamentario” (sic) que –según ellos– aconteció en tras la destitución de Dilma Rousseff por el Senado de ese país. 

Si al tratar la situación venezolana las palabras suelen escasear en dicho grupo, en el caso de Brasil el Frente Amplio nos prodiga con su abundancia y contundencia. “Duro golpe a la democracia”, sentenció por ejemplo en Twitter su lideresa Verónika Mendoza, quien ante la pregunta puntual de si en Venezuela existe una democracia o una dictadura prefirió precisar durante la pasada campaña electoral que en realidad allí “se han dado procesos electorales democráticos, avalados por entidades internacionales”. 

Y si en el contexto de la moción multipartidaria para expresar preocupación por la situación del país llanero la congresista Indira Huilca conminaba hace menos de un mes a las otras fuerzas políticas a preocuparse “por lo que pasa en la Universidad Villarreal” en lugar de “hacer conferencias de prensa sobre otros países”, ahora el FA no duda en intervenir en asuntos externos para condenar el “grave atentado contra la democracia en la región” orquestado, cómo no, “por la derecha neoliberal”. 

Tan grave le resultaría al Frente Amplio lo sucedido en Brasil que ha exhortado al gobierno de Kuczynski a no reconocer al nuevo mandatario brasileño, Michel Temer. 

Para la mala suerte del FA, sin embargo, es claro que las situaciones de ambos países no son comparables. Si bien en el caso de Brasil se aprecia un abusivo uso de la literalidad de la ley, no se puede hablar de un golpe. Menos aun cuando tanto la Corte Suprema como el Congreso avalaron la destitución de Dilma dentro del marco constitucional.

En Venezuela, en cambio, desde 1999 se ha instaurado un régimen antidemocrático que coacciona medios de comunicación, apresa a opositores políticos y usa la violencia en contra de su población. Uno que tuerce la ley para no dejar el poder y que ha dejado sumido a ese país en una crisis económica y humanitaria. 

Si el Frente Amplio busca usar la crisis política de Brasil para contrarrestar el enorme pasivo que su posición sobre Venezuela le trae, el esfuerzo es burdo. Solo deja más en evidencia su doble discurso. Y si de verdad creen lo que dicen y hacen sobre estos temas, pues qué pena.

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