¿Por quién votar?, la columna de Jaime de Althaus
¿Por quién votar?, la columna de Jaime de Althaus
Jaime de Althaus

Este artículo no está dirigido a los antifujimoristas acérrimos ni a los fujimoristas duros, sino a todas las gradaciones intermedias. ¿Por quién votar? Ambos candidatos ofrecen un conjunto de políticas y reformas que ayudarían a modernizar el Estado y hacer más eficiente la inversión pública y la descentralización, e implantar el imperio de la ley. Pero el plan de es más detallado y sin duda él tendría más predicamento internacional, aunque la parte económica –reducir impuestos– es considerada por los economistas como una apuesta muy riesgosa.

Las diferencias estarían principalmente en lo político, en el juego hipotético entre ingobernabilidad y autocracia. PPK, de ser elegido, tendría al frente una mayoría opositora unida. Tendría que llegar a un acuerdo de gobierno pero, por lo que se ha adelantado, es poco probable que Fuerza Popular acepte un cogobierno, aunque sí delegaría facultades legislativas si está de acuerdo con las materias. Pues a en la oposición tampoco le convendría que PPK haga una mala gestión, porque eso levantaría una opción de izquierda el 2021 (quizá a eso se deba, en parte, el apoyo de la izquierda a PPK), aunque menos aun querrá aparecer asociada al gobierno. Tendría que buscar un complicado término medio.

Si fuera posible un entendimiento mínimo, lo ideal para el país sería un buen gobierno de PPK seguido de un buen gobierno de KF: diez años de continuidad en las reformas (si realmente se aplican). Pero PPK no solo tendría debilidad congresal, sino que, además, carece de un partido que le dé soporte político en el interior. Fuerza Popular sí lo tiene, KF tendría más presencia activa y resolutiva en provincias, y una mayoría en el Congreso para aprobar las leyes y reformas necesarias. Es decir, tendría la gobernabilidad asegurada en principio, pero eso mismo levanta en muchos el temor de que esa mayoría absoluta no pueda autocontenerse y derive en autocracia y corrupción.

Para garantizar que eso no ocurrirá y construir contrapesos, KF ha prometido ceder a la oposición las comisiones claves de Fiscalización e Inteligencia, y crear una procuraduría general autónoma. Además, ha firmado un compromiso de honor muy explícito. Sin duda ella querrá hacer un gobierno escrupulosamente democrático, precisamente para limpiar la imagen del gobierno de su padre y volver a postular con credenciales el 2026. A diferencia de Alberto, Keiko Fujimori ha construido un partido político con vocación de permanencia.

El problema está, más bien, en la aparente vulnerabilidad a supuestos narcolavadores y en la claridad respecto de las reformas que es indispensable hacer para establecer el imperio de la ley, formalizar el país y recuperar potencial de crecimiento, pues, aunque tiene a Chlimper y De Soto, en la segunda vuelta ha efectuado un giro a la izquierda que comprometería algunas reformas. Tener mayoría parlamentaria y no aprobar los cambios necesarios sería desperdiciar una oportunidad histórica única. 

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