
“Aún no está decidida y desde la dirigencia no queremos presionarla porque eso podría cerrar la posibilidad”, así es como me resume Miguel ‘Miki’ Torres, vocero de Fuerza Popular, el estado de la cuestión de una cuarta candidatura de su lideresa. O sea, la cúpula del partido sigue viendo a Keiko como su candidata natural, pero a ella no la hace feliz la idea de repetir el plato del anti voto. Anoten que, por unos meses del 2024, Keiko dejó de ser la favorita interna cuando surgió la fantasmagoría de que Alberto Fujimori postulara. Ella misma la alentó, pero se canceló con la muerte de Alberto el 11 de septiembre pasado.
Le pedí a Torres una actualización de la perspectiva electoral de Keiko porque una sala superior del Poder Judicial ha anulado el juicio contra ella y lo ha retrotraído a la etapa del control de acusación. El pronóstico que encandila a los fujimoristas es que habrá más golpes al fiscal José Domingo Pérez que provoquen que este sea apartado y, si el juicio se reanuda, lo haga con menos acusados, se caiga el ominoso delito de lavado de activos y se declare la prescripción de los delitos menores asociados al pitufeo. Si en el 2021, Fuerza Popular llegó a la segunda vuelta con el peso de una acusación apurada por el fiscal Pérez, ahora llegaría a la primera vuelta del 2026 con vientos judiciales soplando a su favor.
Sin embargo, Torres también habla de la posibilidad de una alianza. La candidatura de Keiko y, antes de ella, su personalísima decisión de lanzarse, dependerá de que no aparezca una ficha tan atrayente que atraiga como imán a tanto partido suelto. Ante tal escenario hay que señalar, primero, que no hay antecedentes que marquen una ruta para FP. El fujimorismo, con Alberto y con Keiko, siempre ha ido solo. Esa fue una de las razones por las que se resistía a aprobar la reforma que ha aliviado la valla electoral para las alianzas (la valla general es 5% y la de las alianzas era de 5% más un punto por cada aliado, pero ahora se ha conciliado en 6% sin importar cuantos se alíen). Las únicas alianzas que ha gestado FP han sido para manejar la mesa directiva del Congreso; no para gobernar.
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Por otro lado, en el caso en que la renuencia de Keiko los empuje a buscar aliados, pues, allí tendrán un serio escollo: el antifujimorismo de derecha. Existe y no es nuevo. No fue crucial en su derrota ante Ollanta Humala en el 2011, porque a este se le temía de izquierda, pero sí fue crucial en la derrota ante PPK en el 2016. Ese antifujimorismo aminoró, claro esta, en la campaña contra Castillo en la segunda vuelta, pero en la primera se vio nítido en la figura de Rafael López Aliaga. RLA o cualquier candidato derechista que se sienta favorito para el 2026 querrá hacer un firme corte con quienes hayan gobernado antes. Es más, varios precandidatos de derecha ya hablan de una alianza de centro y derecha alternativa al fujimorismo. Si FP opta por buscar aliados electorales tiene que adquirir un nuevo chip ¿Y si convirtieran la alianza parlamentaria con APP en una alianza electoral? Luego les explico por qué no les resulta seductora esa posibilidad.
Más allá de las dudas y deseos, Keiko no se está comportando como candidata fija. Desde que murió su padre en septiembre ha hecho dos viajes a España, de los que da cuenta en sus redes. En uno de ellos fue entrevistada en Telemadrid y dijo -ella misma llama la atención en un post en X del 24 de octubre- que “sería positivo para nuestro país presentar una candidatura de consenso para las elecciones del 2026″. Salvo un viaje a Cajamarca a un encuentro de jóvenes naranjas, sus posts han estado ligados a la difusión de las memorias de Alberto y a Venezuela. Mientras en la dirigencia partidaria hay consenso sobre su candidatura, a Keiko se la nota distraída persiguiendo otros consensos mayores e inasibles.
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No soy yo, son ellos
Fuera de la candidatura incierta, esta es la estrategia aplicada desde el 2021 que permite llamar mecánica a la naranja fujimorista: tras la derrota ante Pedro Castillo y la instalación de un Congreso de mayoría derechista, Fuerza Popular decidió evitar el principal protagonismo en la presidencia de la Mesa Directiva, en los procesos de vacancia y en una eventual transición. Dejaron que lo hiciera Acción Popular con Maricarmen Alva, Avanza País con José Williams y que luego se quedara APP con la mesa. Que César Acuña reciba los palos del descrédito del parlamento ‘dinista’. En verdad, palos, botellazos y salivazos igual han seguido lloviendo para el fujimorismo, pero quizá menos que si ellos hubiesen reclamado el estrellato que les correspondía por ser la primera mayoría de derecha. Miki Torres prefiere decirlo de otra manera: “Luego de una segunda vuelta polarizada en el 2021, queríamos generar consenso; nos preocupaba la estabilidad del país”.
La estrategia de perfil bajo fue parcial: FP se reservó la primera vicepresidencia de la mesa y el mando de la Comisión de Constitución, para tener el manejo del diseño de las principales reformas. La bicameralidad, por fin, vio la luz y, junto con ella, la restitución de la reelección de congresistas. Comisiones predecesoras, incluyendo aquellas del Congreso en el que FP tuvo mayoría absoluta (2016-2020), no pudieron lograrlo. Los fujimoristas se reservaron el mayor logro institucional del Congreso mientras APP responde por los escándalos.
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Le pregunto a Miki por la actitud de FP ante el hecho de que APP tenga cuotas de poder en el Ejecutivo -la gestión del Ministerio de Salud es la más notoria aunque informal y no admitida por el partido- y las implicancias de ello en el Congreso y sus aliados. “Es evidente que ellos han apostado a ser mucho más cercanos que nosotros. Eso nos obliga a ser muy prudentes”. Torres asegura que FP ni tiene ni ha buscado cuotas ni mucho menos. En estos temas, los líderes nunca admiten pactos secretos, pero la diferencia de APP con FP y otros partidos/bancadas en gradación de ‘dinismo’ es palpable. Lo que sí hemos notado, sobre todo durante la gestión del Gabinete Otárola, es que el Ejecutivo hizo cambios ministeriales -por ejemplo el fichaje de José Arista en el MEF, del ex ministro Rómulo Mucho en el Minem o del ex canciller Javier González-Olaechea – que se percibieron nítidamente como resultado de consultas con FP y la mayoría congresal.
Es temprano para saber qué ajustes hará la naranja mecánica antes del cierre de los plazos electorales. La normativa electoral mantiene la puerta abierta a la designación de hasta un 20% de invitados en las listas al Congreso y trae como novedad, la posibilidad de contar con no afiliados como candidatos a alcaldes y gobernadores. El fujimorismo tiene una mala performance local (por ejemplo nunca ha puesto un alcalde de Lima y actualmente no tiene un solo gobernador) pero tiene buen arrastre nacional. Igual que el antifujimorismo. Todo esto son apenas antecedentes, cifras, cábalas, escenarios que pueden contradecirse en el 2026.