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¿Por quién votarán los maestros?, una crónica de Fernando Vivas
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Fue el único gran gremio que salió bien parado con Pedro Castillo. Los maestros han crecido con él. Desde el 2021 su salario ha tenido ajustes importantes -hubo un aumento de alrededor de S/.500 soles que ejecutó Dina, pero presupuestó Castillo-, varios grupos de CAS han ingresado a planilla y se jugaron la posibilidad de recibir pensiones jugosas en comparación con el trabajador promedio. Tienen una bancada, el Bloque Magisterial, que se faja por ellos, aunque en el caso de las pensiones, la iniciativa vino de la congresista no agrupada, maestra y ex ministra de Educación, Flor Pablo.
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Un punto aparte sobre la super pensión magisterial. Hablé con Flor Pablo y me dijo que su proyecto no nació de un cálculo electoral pues ella no puede postular (renunció fuera de plazo al partido Primero la Gente) sino que lo concibió tiempo atrás como un régimen pensionario especial con un fondo que en parte sería alimentado por los tributos exonerados al sector privado y retenciones a los maestros que más ganen. La edad promedio de los profesores, según apunta Flor, es de 55 años y eso significa que la jubilación de la mayoría está muy cerca como para dejarlos desprotegidos. En el camino, se sumaron otras bancadas y quedó el ‘monstruo’ que asusta al fisco por la discriminación positiva hacia un oficio en especial. Se aprobó en primera votación pero lo bloqueó una reconsideración antes de la segunda votación y del cierre de legislatura. El gobierno anunció que lo observaría. Quedó en el limbo. Fin del punto aparte.
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Según recuento que hace Lucio Castro, secretario general del Sutep, “somos alrededor de 420 mil maestros en actividad, 25 mil auxiliares, 40 mil administrativos, 162 mil cesantes y jubilados; si sumas la influencia sobre familiares y amigos, puedes calcular más de un millón de votos”. La ‘summa máxima’ electoral de Castro es relativizada por Ricardo Cuenca, ex ministro de Educación que está preparando una publicación sobre el sindicalismo docente. “Los maestros no van a votar necesariamente por quien apoye el Sutep, pues son más heterogéneos que la dirigencia”, me dice. ¿Votaron por Castillo porque era maestro?. “Tampoco podemos estar seguros de ello, creo que pesó mucho el hecho de que era el candidato anti Keiko y lo del ‘provinciano redentor’”. Por cierto, el Sutep llamó a votar por Castillo en la 2da vuelta, pero lo hizo tapándose la nariz, pues sabía que su sindicato, la Fenate, les daría batalla. Fue peor de la que esperaban. Castillo usó a los ministerios de Trabajo y Educación para intentar borrarlos del mapa a ellos y a la poderosa Derrama Magisterial; pero la tortilla se ha volteado y hoy es la Fenate es la que está proscrita y desbaratada.
En lo que coinciden Castro, Cuenca y Pablo es que los maestros aprendieron que pueden tener representación política y no la quieren perder. Lucio lo dice así mientras le da duro al ‘Bloque’: “Son ineptos, mediocres y corruptos; pero es cierto que Pedro Castillo marcó el camino para tener una representación en un espacio de decisiones políticas como el Congreso. Eso debe continuar y vamos a trabajar para eso”. ¿Cómo lo conseguirán?. “El Sutep no es partido y no tiene partido; pero somos impulsores del Frente Social Por el Perú, donde hay partidos y organizaciones sociales que tendrían que suscribir nuestras propuestas”. No solo quieren pactos en papel y saludos a la bandera: “queremos que representantes de los trabajadores del magisterio vayan en la lista al Congreso”, me dice con convicción. Difícilmente se repetirán las circunstancias para que los maestros tengan bancada propia (el ‘Bloque’ es una escisión de Perú Libre) pero sí podrían tener congresistas, dentro de una o más bancadas, que respondan a ellos. En esas están.
Cuenca coincide en que “es cierto que Castillo mostró que un maestro puede gobernar y puede tener una bancada; aunque esto fue más simbólico, por sus limitaciones”. Flor lo dice de otra forma: “Tengo que decir con pena y con vergüenza que un sector del magisterio fue representado por ataques a la meritocracia. Pero son más los maestros nombrados que sí les importa la carrera y saben que Castillo no representa eso”. Por encima de los sentimientos encontrados del magisterio hacia el recluso Pedro, el asunto es que ya probaron el poder y no quieren perderlo en el 2026.
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Irónicamente, Patria Roja, el partido que dominó al Sutep y a la Derrama, no será parte fundamental de la brega política: perdió la inscripción y se dividió en dos alas, una llamada Patria Roja Unidad y Reconstrucción, liderada por el veterano Rolando Breña y otra ala más radical liderada por los también veteranos Alberto Moreno y César Barrera. El Sutep rompió el cordón umbilical con ellos aunque está más cerca de Breña. Ahora se concentrará en que la alianza de centro izquierda tenga el candidato que más le convenga o, si esta se rompe, verán de apoyar a un candidato promisorio que acepte llevar maestros en su lista. Por cierto, hay un pequeño y flamante partido entre los suscriptores del ‘Frente’, el Partido de los Trabajadores y Emprendedores (PTE), uno de cuyos dirigentes es Nílver López, ex secretario general del Sutep. He ahí otra entrada sutepista para el Frente Social. Aunque no quiso decirme quién sería el candidato ideal del Frente o del partido que respalden, le pregunté a Castro si los maestros escolares perciben a los docentes universitarios como muy próximos: “Son parte del sistema educativo”, me respondió y ello podría implicar un posible aval a Alfonso López Chau, ex rector de la UNI que pelea ser cabeza de una alianza de centro izquierda o de centro derecha, según quienes quieran sumarse.
Si bien es cierto, como dice Ricardo Cuenca, que será difícil que el Sutep asegure un respaldo electoral masivo a un candidato; está por verse la capacidad que tenga de gestionar, por primera vez, la presencia significativa de maestros en una lista congresal, eventualmente en una plancha. Ello sí podría seducir al voto magisterial. Pero hay otras vías para llegar a los maestros. Una es postular a Pedro Castillo como senador. Se los contaré.
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Pedro senador
La campaña del 2026 también pasa por el penal de Barbadillo. Antes ocurrió con Alberto Fujimori. Hoy con Pedro Castillo. Conversé con un operador político que lo ha visitado llevándole una propuesta para que sea candidato a senador. Castillo le dijo que estaba de acuerdo con postular en un partido que sea parte una alianza de centro izquierda e incluso de centro derecha ¿Es esto legalmente posible?, repregunté. No tiene una condena firme ni ha sido inhabilitado por el Congreso, de modo que puede hacerlo, me replicaron. Para salir de dudas, consulté con el experto electoral y ex ministro de Justicia, José Tello, y me dijo que según su ficha en la consulta de afiliación del JNE, Castillo está inscrito en el partido Todo Con el Pueblo. O sea, solo podría postular por ese partido, pero como está en proceso de inscripción y no va a participar en las elecciones de abril, no es necesario haber renunciado a aquel para ser designado por otro partido. “Eso sí”, aclara Tello, “si Todo Con el Pueblo consiguiera pronto la inscripción, necesitaría un permiso escrito de ese partido para poder ser designado como candidato por otro. Si no logra la inscripción, puede ser designado sin más trámite”.

Vale la pena revisar un antecedente histórico de esta barahúnda de profesores en el poder. Está registrado en una simple foto leyenda de la edición especial del boletín de Perú Libre dedicado al Encuentro de las Izquierdas Voces de Cambio, que convocó Vladimir Cerrón el 26 de enero del 2019 en Huancayo (ver foto adjunta, cortesía de Stefanie Medina). Cerrón dio varios pasos adelante ese día. Apenas llevaba tres semanas de gobernador de Junín en su segundo mandato (lo había sido entre el 2011 y el 2014) y ya recibía en Huancayo a todos los líderes de izquierda que conocía con miras a tener una candidatura única para el 2021. Logró convencer a Gregorio Santos, a Walter Aduviri y a otros, de que Verónika Mendoza era la mejor carta de unidad. Quien no estuvo tan convencida fue la propia Verónika que, al cabo de unos meses y varias críticas a quien, entre otros defectos, consideraba cuadriculado y machista, se alió con Roberto Sánchez de Juntos Por el Perú (quien sí tenía inscripción) y saltó la valla con él.

Pedro Castillo no participó en el Encuentro de Vladimir, pero sí viajó a Huancayo con la idea de colarse en las reuniones. Tras el éxito nacional de la huelga magisterial del 2017, que hizo temblar al gobierno de PPK y al Sutep, y que él lidero cual gallo de tapada del Movadef; se había desligado de aquellos y venía conversando con un grupo de profesores para hacer un partido. En el camino vieron que la construcción partidaria excedía sus fuerzas y decidieron buscar a un partido o alianza que los cobijase. Pedro fue a Huancayo a buscar a ese aliado desconocido, pero no estaba invitado y no pudo entrar. Sin embargo, el anfitrión Vladimir lo recibió en un aparte y lo oyó con mucha atención (como se ve en la foto). Cuando se cayó la carta de Verónika, Cerrón vio que tenía un candidato con potencial para saltar la valla.
Tan importante era para Cerrón la presencia de maestros en la lista como anzuelo para votos del magisterio, que permitió a Castillo y a su principal operador de entonces, el actual congresista Segundo Quiroz, poner alternadamente los puestos de las listas por región: uno para Perú Libre (PL), otro para los maestros y así. El resultado fue 11 maestros congresistas que se salieron de PL y formaron su bancada aparte, el Bloque Magisterial. Castillo promovió ese quiebre y, antes del 12 de julio del 2024, ya en prisión, renunció a PL con miras a postular por Todo Con el Pueblo. El partido no se ha inscrito, como ya vimos, de modo que Castillo, aunque preso, está suelto en plaza electoralmente hablando. El operador con el que hablé es consciente de que la misma aquiescencia que manifestó ante su invitación centrista puede haberla manifestado a otros radicales. Le recuerdo a mi interlocutor una broma que se contaba en Palacio: ‘Castillo siempre le hace caso al último que escucha’. A él le pareció que la voluntad de Pedro era menos ideologizada de lo que se cree, pero sabe que, estando preso sin acceso directo a sus redes, estará mediatizada por operadores que probablemente sí estén ideologizados. Por ejemplo, Iber Maraví, que fuera su ex ministro de Trabajo, sigue muy cerca de él.
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Es probable que Castillo se muestra anuente ante muchos que lo inviten, sean de diestra o siniestra; y que mantenga cierta distancia con quienes perciba que lo traicionaron como los de Perú Libre y algunos integrantes del Bloque que lo reemplazaron por Dina. Tampoco sentirá mayor afecto por Juntos Por el Perú y por su ex aliado Nuevo Perú (aunque su pre candidato Vicente Alanoca ha hecho recientes declaraciones a su favor). Las encuestas no miden la intención de voto castillista pero sí es notorio, en muchas regiones, que está vigente la flama del ´provinciano redentor’ asociada a Castillo. La pretenden usar Guillermo Bermejo con su partido Voces del Pueblo, al igual que Guido Bellido, dos ex perulibristas que aún lo defienden. Quizá esa flama sea la principal razón por la que Nuevo Perú busca aliarse con Bermejo, aunque este los aparte de los centristas del aún crudo Frente Social. Algunos movimientos regionales, del grupo que estaba aliado al PRIN hasta hace pocos días, también le lanzan quecos a Castillo. Los maestros van a ser tentados por ángeles y demonios en este 2026, pero su voto, como advierten mis interlocutores ex ministros, podrían estar más fragmentados de lo que sus pretendientes quieren creer.