Aquí es difícil imaginar a PPK proponiéndole a Keiko Fujimori o a José Chlimper o a Luz Salgado el premierato, y más difícil aun imaginar que estos acepten. Mayor razón entonces para cambiar la fecha de la elección congresal. (Foto: Congreso)
Aquí es difícil imaginar a PPK proponiéndole a Keiko Fujimori o a José Chlimper o a Luz Salgado el premierato, y más difícil aun imaginar que estos acepten. Mayor razón entonces para cambiar la fecha de la elección congresal. (Foto: Congreso)
Jaime de Althaus

Desde Hobbes, el Estado existe para garantizar la seguridad y la libertad de las personas y facilitar el desarrollo de todos. Quienes son elegidos tienen la obligación de gobernar para lograr esos fines. Si ocurre, como ahora, que Ejecutivo y Legislativo están en manos distintas, es obligación de ambos poderes ponerse de acuerdo en un programa de gobierno. De lo contrario no hay gobernabilidad y el Estado deja de tener razón de ser.

El propio Reglamento del lo entiende así y obliga a concertar. Dice en su artículo 29: “Al inicio del período anual de sesiones, los grupos parlamentarios y el Consejo de Ministros presentarán una propuesta detallando los temas o proyectos de ley que consideren necesario debatir y aprobar durante dicho período”. El Congreso está incumpliendo su propia ley.

Esto no impide la fiscalización y el control político, que se efectúan precisamente sobre el cumplimiento del programa acordado. Ese programa se ejecuta mediante leyes y reformas que tienen que ser aprobadas y respaldadas. Es responsabilidad del presidente convocar una reunión cumbre para lograr un acuerdo y del partido mayoritario del Congreso asistir y facilitarlo.

El problema es que esto depende de la buena voluntad de los actores. No tenemos un diseño constitucional que permita resolver situaciones de confrontación cuando esa buena voluntad no existe. Al contrario.

En los sistemas parlamentarios, por ejemplo, no hay confrontación posible, porque el Ejecutivo nace de la mayoría parlamentaria. Es la solución ideal. Si Theresa May no logra reunir una mayoría congresal, no será premier y habrá nuevas elecciones. Francia tiene un sistema más presidencialista, pero ha resuelto el problema poniendo la elección del Congreso poco tiempo después de la segunda vuelta presidencial; es decir, cuando ya se sabe quién es el presidente electo, de modo que el elector puede decidir conscientemente darle mayoría al Ejecutivo, como ha ocurrido claramente con Emmanuel Macron.

Es lo que tenemos que hacer en el Perú (Transparencia lo ha propuesto). Y eso que los franceses habían inventado la ‘cohabitación’, que no figura en la Constitución francesa. Fue una solución política: el presidente Mitterrand invitó al líder de la mayoría del Congreso, al opositor Jacques Chirac, a formar gobierno, y Chirac aceptó. La experiencia resultó algo incómoda y por eso se puso la elección congresal después de la presidencial. Aquí es difícil imaginar a PPK proponiéndole a Keiko Fujimori o a José Chlimper o a Luz Salgado el premierato, y más difícil aun imaginar que estos acepten. Mayor razón entonces para cambiar la fecha de la elección congresal.

Otros cambios se necesitan para mejorar la gobernabilidad: reforzar el veto presidencial (que la insistencia en leyes observadas sea con los dos tercios y no la mitad más uno de los congresistas) e ir a distritos electorales más pequeños para ayudar a reducir el número de partidos. Temas para la reforma política que el Congreso está trabajando.

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