Salvador del Solar señaló que, desde el Gobierno, consideran que van "en la dirección correcta" con las reformas. (Foto: Congreso)
Salvador del Solar señaló que, desde el Gobierno, consideran que van "en la dirección correcta" con las reformas. (Foto: Congreso)
Fernando Vivas

El 5 de abril, cuando el Congreso votó la investidura de , él estaba inquieto. Para un chancón es feo aprobar con baja nota. Fue transversal, multisectorial, intercultural y paritario, sí, claro, subrayando las prioridades de la lucha contra la anemia, la corrupción y la inseguridad que vigila la oficina de cumplimiento de la PCM; pero, sobre todo, fue frío y monocorde.

A un amigo que trató de consolarlo, Del Solar le replicó que la investidura solo se daba una vez. Se equivocó. Se invistió por segunda vez ante el Congreso el 5 de junio pasado. Tras una carta que abundó en innecesarias precisiones (casi provoca que la cuestión de confianza sea enviada al TC y al traste), estuvo modulado y dialogante y pudo saborear algunas digresiones. Por ejemplo, mencionó a ‘los olvidados’, su personal sinónimo para los más vulnerables (además, guiño para cinéfilos, pues es el título de un clásico de Luis Buñuel).

Del Solar siempre quiso dirigir una película y le tomó años hacerlo. En “Magallanes” reunió a Damián Alcázar y Federico Luppi, monstruos sagrados de los cinéfilos de México y Argentina. Suele jactarse de esta hazaña ante audiencias que poco saben de cine y, más bien, le reclaman otros logros.

En cien días no tiene un ‘Magallanes’ político ni mucho menos, pero sí pasó la prueba más difícil: presidió la misión que apagó el conflicto de Las Bambas, que se puso al rojo vivo justo cuando él se acababa de sentar en la PCM. Aquella vez, una fuente cercana a Martín Vizcarra me dijo que el presidente ya se estaba preparando para atender personalmente el lío si Salvador no lo resolvía.

Eso hubiera sido devastador para Del Solar. Saltada esa valla, el primer ministro tuvo que despachar intensamente con todos los ministros, empapándose de cada sector. Vizcarra le había dado el chance de intervenir en el cásting de ministros a última hora. Solo un fichaje es enteramente suyo, el de Ulla Holmquist en Cultura, quien ahora está de licencia por motivos de salud.Cuando indagué, tanto en el ala del primer ministro como en la del SPR (siglas de ‘señor presidente de la República’), por corrientes dentro del Gabinete hacia una u otra ala, la respuesta oficial es que cunde la armonía.

Del Solar suele cruzar varias veces el corredor que va de su esquina palaciega hacia Vizcarra. Son usuales las reuniones ampliadas en las que participan los asesores de uno y otro. La salida de Edmer Trujillo del MTC, un hombre muy cercano a Vizcarra, mejoró el equilibrio, pero hay dos ministros muy pegados al presidente, con iniciativas que atentan contra la armonía.

Uno es Carlos Morán, del Interior, que suele protagonizar, al lado de Vizcarra, polémicos gestos en la lucha contra la inseguridad, como asistir a una deportación de venezolanos. Del Solar estuvo de acuerdo con pedir visas y despacha regularmente con Morán, pero es notorio que el general tiene su propia viada y línea abierta con el presidente.

Zevallos, amigo y paisano de Vizcarra, además de ministro de Justicia nostálgico de las empresas aéreas estatales, es un problema para cualquier primer ministro, pero también ha sido una oportunidad.

Yo dialogo, tú pechas
Tras el desliz de Zevallos y un día después de obtener el voto de confianza, Salvador Del Solar asistió al desayuno del SAE (Servicio de Asesoría Empresarial de Apoyo), una reunión de empresarios con autoridades. Allí, despejó los miedos antiestatistas del empresariado y contó, para serenidad del gremio, que había iniciado una ronda de diálogos en buena onda con la oposición.

Políticos y empresarios que se han reunido con Del Solar me dicen que oye con atención y toma notas. Acostumbrados a charlas sueltas, creerán que se entusiasmó con lo que oyó, pero, en realidad apunta por método. Y es mnemotécnico, como todo actor, lo que le sirve para retener ideas y cifras; pero sabe también que debe improvisar, interactuar y desembarazarse de la aureola de corrección ultracaviar que la oposición insiste en clavarle.

¿Tiene áreas e ideas fuerza el primer ministro? ¿O cien días con Las Bambas, cuestión de confianza y bombas judiciales es poco tiempo para desplegarlas? Me dicen que tiene especial preocupación por el corredor minero del sur, por el oleoducto en el norte y por los olvidados aledaños.

Cuando pregunto si el silencioso ministro de Energía y Minas, Francisco Ísmodes, es eficaz ayudándolo a aliviar esas preocupaciones, me dicen que sí, aunque no es esa la impresión que uno se lleva tras conversar con otros actores del rubro.

El MEF le pesa como a cualquier primer ministro formado en leyes y no en cuadros con cifras. También pesa para el presidente, que en su entrevista con Nicolás Lúcar salió a relativizar anuncios que el ministro Carlos Oliva había hecho sobre Tía María, otro asunto que hace tic tac y cuya gravitación no es ajena a Del Solar.

Pero esa descarga de Vizcarra tuvo un momento que –más de una fuente me lo confirma– fastidió a Del Solar. Estaba en plena ronda de diálogo con las bancadas opositoras y el presidente se la alteró volviendo a pechar al Congreso.

Sin embargo, la figura de un primer ministro dialogante y un presidente de acción no descuadra con las urgencias del gobierno. Del Solar ganó algunas batallas palaciegas, como retener a su viceministro Raúl Molina y perdió a Mónica Medina, heredada de Villanueva, que cumplía la doble función de jefa de Gabinete de asesores y secretaria general. No sabemos si hubo un detonante, pues Medina mantiene silencio y la versión oficial es que se fatigó con la doble función.

En su lugar de Gabinete, entró Jorge Arrunátegui, viejo amigo y colaborador de Del Solar, fortaleciendo la sensación de un equipo propio, que falta le hace para lidiar las batallas que vienen dentro y fuera de Palacio, en el Congreso y en otras canchas nacionales.