Los maestros tienen que ser gestores de su propia mejora, no paralizando clases e inversiones, sino movilizándose para que esas inversiones se produzcan. (Foto: Andina)
Los maestros tienen que ser gestores de su propia mejora, no paralizando clases e inversiones, sino movilizándose para que esas inversiones se produzcan. (Foto: Andina)
Jaime de Althaus

El BID recordó la semana antepasada que el gasto en pública en el Perú es uno de los más bajos de América Latina como porcentaje del PBI (aunque no como porcentaje del presupuesto). Lo que pasa es que nuestros ingresos fiscales son relativamente bajos. No obstante, el Ministerio de Educación ha prometido a los maestros estudiar un básico de una UIT para el 2021 y elevar el presupuesto del sector a 6% del PBI, el viejo sueño del Acuerdo Nacional. Pero esos estudios arrojarán inviabilidad porque el Marco Macroeconómico Multianual (MMM) considera un crecimiento de solo 4% anual desde el 2018 al 2021, que apenas permitirá reducir muy poco la pobreza.

Para alcanzar ese 6% del PBI, la recaudación fiscal tendría que subir 3 puntos porcentuales y destinar casi todo ese incremento solo a educación. Pero para subir esos 3 puntos la economía tendría que crecer no 5% sino 7% o más y avanzar aceleradamente en la formalización.

Esto será posible si los maestros se convierten en agitadores del crecimiento. Es decir, si reorientan sus marchas e incluso su prédica en las clases a reclamar inversión minera, turística, forestal, etc., para crear el clima que atraiga las inversiones. También si las escuelas rurales se convierten en escuelas productivas en las que se experimenten tecnologías como los reservorios familiares y el riego por aspersión. Podrían ayudar a la reconversión de Juntos en un programa productivo que eleve la dignidad de los comuneros.

Si la economía campesina de la sierra se tecnifica e incrementa varias veces su productividad, se dinamizará el mercado interno y creceremos mucho más. Lo mismo si se incluye –en lugar de perseguir– a los mineros informales, cuya exportación por el Jorge Chávez llegaba a los US$3.000 millones y ahora se va de contrabando a Bolivia. Hay que liberar las fuerzas productivas de los sectores populares, incluyendo la pequeña producción urbana.

Los maestros tienen que ser gestores de su propia mejora, no paralizando clases e inversiones, sino movilizándose para que esas inversiones se produzcan. Pero la clase política en su conjunto también debe ayudar. La reunión PPK-KF se quedó corta y se agotó en sus efectos. Los líderes tienen que reunirse para identificar y acordar, de una vez por todas, qué reformas tenemos que hacer para relanzar el país y volver a crecer a tasas que permitan mejorar la educación y la salud. Ya no pueden seguir evadiendo su responsabilidad.

El MMM menciona la simplificación administrativa y la mejora de la calidad regulatoria, junto con la digitalización del Estado, temas que van bien y darán sus frutos en un tiempo. Pero hace falta mucho más: titulación de la propiedad, una profunda reforma judicial que dé seguridad jurídica (el Acuerdo por la Justicia es insuficiente), afirmación de la autoridad y la ley, la reforma del servicio civil y de la descentralización, y la reforma laboral, entre otras. No podemos seguir esperando ad infinitum.

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