El vicepresidente de la República hoy no forma parte 
de las principales decisiones del Ejecutivo. La semana pasada, reapareció en público en una actividad del mandatario en Ancón. (Elaboración: El Comercio)
El vicepresidente de la República hoy no forma parte de las principales decisiones del Ejecutivo. La semana pasada, reapareció en público en una actividad del mandatario en Ancón. (Elaboración: El Comercio)
Diana Seminario

La semana pasada, todas las baterías oficialistas apuntaron –coordinada y orquestadamente– al primer vicepresidente de la República, . Según los más conspicuos defensores de PPK, el ahora embajador en Canadá sería parte de una “componenda”. Lo cierto es que en las tiendas ppkausas impera el nerviosismo luego de que se presentara formalmente la segunda moción de vacancia presidencial con el aval de Fuerza Popular, que aunque menoscabada, continúa teniendo un número importante de votos.

“Yo no dejaré que traidores, yo no digo quién, [pero] que me dejen trabajar, eso es lo único que pido: que me dejen trabajar”. Fue la sentencia del presidente de la República desde las alturas de Puno el viernes pasado. Estas declaraciones coronaron los dichos de Juan Sheput, Gilbert Violeta y la propia Mercedes Araoz, quienes de diferente modo, y en todos los tonos, pidieron a Vizcarra un pronunciamiento y una toma de posición sobre el pedido de destitución de PPK.

La primera ministra –en entrevista con Aldo Mariátegui el jueves– dio una respuesta que apuntaba más a Ottawa que a Lima. Ante la pregunta sobre si ella renunciaría si estuviera en el lugar de Vizcarra, Araoz sostuvo: “Yo sí tengo principios, a mí no me dan el caramelo”. ¿Qué insinuaba? ¿Que a su colega de plancha presidencial lo están “tentando” con la posibilidad de llegar a la presidencia?

Y los delirios conspirativos llegaron a su máximo nivel cuando Keiko Fujimori pidió públicamente al presidente Kuczynski –en entrevista con Beto Ortiz– que dé un paso al costado. Reiteró la idea ayer en “Trome”, alegando que “Martín Vizcarra puede hacer un mejor trabajo que PPK” y volvió a hacerle un pedido al mandatario: “La decisión de la vacancia es una decisión del Congreso de la República. Yo lo que le pido al presidente es que renuncie”.

Quienes alegan que se debe respetar la Constitución, son los primeros que se burlan de ella. Pedirle la renuncia a Vizcarra es lo más parecido a un golpe de Estado. El artículo 115 de la Carta Magna es claro: “Por impedimento temporal o permanente del presidente de la República, asume sus funciones el primer vicepresidente. En defecto de este, el segundo vicepresidente. Por impedimento de ambos, el presidente del Congreso. Si el impedimento es permanente, el presidente del Congreso convoca de inmediato a elecciones”.

En el caso de producirse la vacancia por incapacidad moral permanente, le corresponde a Martín Vizcarra ponerse la banda presidencial. Lo responsable es asegurarse que contará con los respaldos que hagan viable un gobierno suyo, y eso no lo convertiría en traidor. Sin embargo, se percibe toda una ofensiva oficialista empeñada en hacerle creer a la opinión pública que Vizcarra estaría detrás de la vacancia presidencial.

No se confundan, el único que se la ha ganado a pulso ha sido el propio mandatario. No es casualidad que, según la encuesta publicada ayer por este Diario, el 58% está de acuerdo con el pedido de vacancia por incapacidad moral permanente.

Vizcarra no debe ni tiene que renunciar por los apetitos personales o ambiciones políticas de unos pocos. Hacerlo sería una traición a la patria.