(Foto: El Comercio)
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Juan Paredes Castro

En el supuesto de que el presidente desconfiara demasiado de las encuestas, ¿cuál sería la mejor toma de pulso de cómo va su gobierno, con él mismo a la cabeza?

Tendría que saberlo, entre otras cosas, mediante el monitoreo de gestión de cada ministerio y de cómo son percibidos sus resultados por la población. Como los cálculos del MEF sobre crecimiento, nos enteraríamos con normal frecuencia de los adelantos y retrocesos en Salud, Interior, Educación, Transportes, Ambiente, Energía y otros sectores sensibles.

Estamos más habituados al escrutinio parlamentario que al escrutinio ministerial. ¿Por qué los ministros son menos vigilados que los legisladores? De ahí que precisamente casi no se les conozca. Para el presidente de la República, ellos debieran ser su fuente primordial de dudas y certezas respecto de la marcha gubernamental.

Se hace, pues, pertinente preguntarnos con qué verdad vive el presidente Martín Vizcarra en este tiempo de demasiadas medias verdades.

No vaya a ser que viva con una verdad prestada, como vivía Humala, creyendo a pie juntillas en las “certezas” de su esposa, la señora Nadine Heredia, mientras él ejercía el poder. O como vivía Kuczynski, creyendo tanto en su propia verdad que “la verdad de las mentiras”, esa que suele estimular y entretener a los novelistas, terminó por sacarlo de la presidencia.

Para quienes manejan poder presidencial, ministerial, parlamentario y hasta municipal, no es poca cosa el arte de saber con cuáles verdades o mentiras conviven.

Una comisión parlamentaria, que no sabemos qué verdad encierra ni con qué verdad vive, juzga las supuestas mentiras de la congresista Yesenia Ponce, a la que no tenemos ningún interés en defender. Si de juzgar mentiras se trata, ¿cuánto pesan las mentiras de la señora Ponce comparadas con las mentiras que registra el Congreso en sus actos y omisiones? El problema de la parlamentaria llevada al banquillo de los acusados radica en quiénes la pusieron en una lista de elección nacional y en la cínica ansiedad de sus accesitarios por ocupar su sitio cuando sea defenestrada.

Volviendo al presidente Vizcarra, es muy difícil que él no vaya a creer y confiar en su primer ministro Cesar Villanueva, en todos y cada uno de los miembros del Gabinete e inclusive en la vicepresidenta Mercedes Araoz. ¿Pero todos ellos le dicen realmente la verdad al mandatario sobre sus competencias e incompetencias, y hacen además lo posible para evitar que viva engañado?

Lo cierto es que los ministros no aguantan el mínimo escrutinio público. Es motivo de escándalo cada vez que son citados al Congreso y peor si deben pasar por una interpelación. Esto dice mucho de que a los ministros no les agrada el control de sus cargos. Sin embargo, en este control ministerial reside la clave para que el presidente conozca la verdad sobre sus asuntos de Gobierno y Estado.

Hacer una costumbre de ello (monitorear, vigilar, controlar) lo ayudará a saber con qué verdad vive y a tener más claro el horizonte.