Wagner viene a ser y encarnar, por eso mismo, un valioso factor de equilibrio y contrapeso ideal que necesita la propuesta de la comisión. (Foto: El Comercio)
Wagner viene a ser y encarnar, por eso mismo, un valioso factor de equilibrio y contrapeso ideal que necesita la propuesta de la comisión. (Foto: El Comercio)
Juan Paredes Castro

En nuestra frágil y quebradiza institucionalidad democrática sigue siendo escasa la reserva de personalidades con trayectoria intachable, visión de Estado y cultivo de consensos. Es más: con disposición a jugarse más de un partido por las causas nacionales. Una de esas personalidades es el embajador , de fresca recordación por su impecable liderazgo al frente del equipo diplomático y jurídico que consagró en La Haya nuestra delimitación marítima con Chile.

Extrañará a algunos que Wagner, no siendo abogado ni jurista, haya sido escogido por el presidente Martín Vizcarra para presidir precisamente la Comisión de Reforma del Sistema de Justicia. Una iniciativa de urgencia que busca ponerle un norte claro y eficaz a la recomposición estructural y moral de ese ámbito del Estado hoy en gravísima crisis.

Así como dos de los integrantes de esa comisión, Delia Revoredo y Hugo Sivina, ella ex magistrada del Tribunal Constitucional y él ex presidente de la Corte Suprema, tienen una trayectoria jurídica de más de 40 años, Wagner tiene no solo una similar larga experiencia de ejercicio diplomático y también como ministro de Estado en las carteras de Relaciones Exteriores y Defensa, sino un amplio conocimiento y dominio del derecho público internacional.

No hay manera de que Wagner ni Revoredo ni Sivina, por su peso y experiencia, pudieran ser llevados en procesión, como se teme, por la supuesta “fuerza caviar” de los demás integrantes de la comisión, como Samuel Abad, Walter Albán, Eduardo Vega y Ana Revilla, todos respetables, que si tuvieran la tentación de ponerle un tinte político a la comisión o trasladar a ella alguna agenda particular, todo saldría a luz más temprano que tarde. Se le vería el fustán y algo más a la presunta infiltrada “dama caviar”.

La entrevista de Mávila Huertas en Canal N a Wagner y a Francisco Tudela (ambos ex cancilleres) dejó justamente en claro cómo, por encima de nuestras diferencias ideológicas y políticas, los peruanos podemos estar unidos no solo en la indignación por la corrupción judicial, sino en la voluntad y manera de enfrentarla. Se trata de evitar envenenar innecesariamente el debate de ideas y propuestas inteligentes con la perniciosa división entre caviares y anticaviares.

Wagner viene a ser y encarnar, por eso mismo, un valioso factor de equilibrio y contrapeso ideal que necesita la propuesta de la comisión, que no pretende ser dueña de la verdad, sino, por el contrario, abrirse a otros aportes como del propio Tudela (opuesto al CNM corporativo), del Congreso, del Poder Judicial y del Ministerio Público. Rescatar, por ejemplo, el plan de reforma judicial del Ceriajus, es un punto de consideración muy importante.

Por último, es lamentable que por audios que no comprometían en absoluto su integridad como ministro, haya tenido que renunciar Salvador Heresi a la cartera de Justicia. Ello abre un flanco de debilidad al interior del gobierno en un momento en el que la defensa legal del Estado, representada justamente por el ministro del ramo, resulta clave en el enfrentamiento de la crisis judicial.