
Marcela Huapaya Malásquez todavía recuerda con claridad el inicio de todo. Afuera, en el mismo frontis donde hoy se levanta su restaurante, una olla humeaba sobre una cocina portátil, bajo las típicas carpas que recibían a comensales para disfrutar comida caliente. Era 1979 y ellas —cuatro hermanas: Isabel, Rosa, Nelly y Marcela— no sabían de manuales de empresa ni sospechaban el éxito que lograrían, pero sí sabían de empeño y sazón. “Compramos dos ollitas, una cocina portátil y tela de toldo de colores para empezar. Comenzamos con una sola gallina en el caldo, siempre recuerdo eso”, comenta a Provecho.