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Muna, el bar oculto y “laboratorio” que revoluciona la coctelería limeña
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Encontrar Muna no es tarea fácil. Está escondido dentro de Paco Yonque, en pleno Miraflores, y para llegar hay que atravesar pasillos y dejarse guiar por la curiosidad. Al final del recorrido, un pequeño letrero y la penumbra del ambiente anuncian que se ha llegado a un lugar distinto. Muna abrió sus puertas hace poco más de dos meses y ya se perfila como uno de los espacios más interesantes de la escena coctelera limeña. Por eso, Provecho visitó su acogedor local para descubrir más al respecto.
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El proyecto nació del sueño de Manuel Cigarróstegui —bartender, investigador y uno de sus socios fundadores—, quien junto a su equipo buscaba crear un espacio que invite a la exploración. “Ya hay bares que han tenido destiladores y todo, pero se habían ido por hacer cosas con frutas amaónicas o frutas de los Andes. (...) Yo decidí irme al otro lado y dije ”voy a buscar comida, voy a buscar insumos raros". Fue un riesgo al comienzo”, señala el especialista en coctelería.
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En este bar la mayoría de insumos se elabora con una mirada artesanal: desde los destilados propios (hechos a base de hongos, frutas o hierbas nativas) hasta las fermentaciones, licores y cordiales que se trabajan en su laboratorio interno. “Hoy buscas equilibrio, buscas experiencias, buscar llevar a otro lado la coctelería. Y eso es un poquito lo que nosotros hacemos. Un trabajo bastante arduo detrás, donde hay cocteles que tardamos hasta tres días en poder elaborarlos”, cuenta el bartender.
Antes de Muna, Manuel Cigarróstegui ya había construido un nombre dentro del mundo de la coctelería limeña. Pasó por reconocidas barras, lideró proyectos de bebidas en restaurantes y formó parte de equipos que apostaban por la investigación detrás del sabor. “Ahí me busca el que hoy es mi socio, dueño de Siete Sopas, la Lucha Sanguchería. Él me busca para una asesoría porque tenía el proyecto de un escondido para Paco Yonque”, recuerda. Ese primer contacto fue el punto de partida de la propuesta que hoy se puede disfrutar.

La idea comenzó a gestarse hace algún tiempo, cuando junto a su socio empezó a imaginar un espacio que se sintiera más laboratorio que bar. “Mucha gente piensa que hemos tardado como dos años en hacer la carta, pero no saben que hemos tardado dos meses nada más. Yo tenía cierto bagaje haciendo cartas (...) Después, me conecté con un equipo de jóvenes que fuimos contratando, porque a la vez también es bueno tener mentes frescas”, comenta. Esa búsqueda por la autenticidad marcó el estilo del lugar: pequeño, íntimo y sin pretensiones, pero lleno de detalles pensados.
Hoy, Manuel está involucrado en cada etapa de la experiencia: desarrolla los destilados, diseña la carta, guía a los bartenders y conversa con cada visitante que se sienta en la barra. “Yo siento que nuestra coctelería es verdaderamente gourmet. ¿A qué me refiero? A que hay muchos procesos (detrás de cada coctel) como para un plato de comida”, explica Cigarróstegui.

Una carta que celebra el origen
La carta de Muna es un viaje sensorial que combina técnica, memoria y territorio. Son doce cócteles de autor pensados para narrar historias a través del sabor. Cada uno explora ingredientes peruanos desde una mirada creativa: hay notas que evocan los Andes, la selva y la costa, y otras que juegan con la nostalgia y los recuerdos personales del equipo detrás del bar.

En estos cócteles, los destilados propios son los verdaderos protagonistas. Aquí no se trata solo de combinar sabores, sino de construirlos desde cero. En Muna se destilan hongos porcón, se fermentan frutas nativas y se elaboran licores caseros con hierbas recolectadas de distintas regiones del país.
Pero no se quedan solo en la experimentación. En su propuesta también hay espacio para los clásicos: una selección de más de 150 cócteles tradicionales que pueden pedirse fuera de carta. Desde un Martini o un Negroni hasta un Pisco Sour preparado con gran precisión. “No le decimos no a lo clásico, si tiene que hacerse, bienvenido sea. Nos haces un favor con visitarnos. Te doy el mejor clásico, para que después te animes a probar mi propuesta”, asegura el bartender.

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La experiencia
Sentarse a disfrutar en Muna es aceptar una invitación al asombro. La luz tenue, las botellas de formas curiosas y la decoración precisa preparan el terreno para una experiencia distinta. Los cócteles de autor —doce en total— dialogan entre lo experimental y lo emocional. Cada uno busca evocar emociones, territorios o texturas que parecen familiares, pero que llegan reinterpretadas desde la creatividad del equipo.

Durante nuestra visita, probamos seis de ellos. El cóctel #12, Pastel de quinceañero, juega con notas de tequila reposado, cítricos y aire de piña salina, logrando un balance entre lo dulce y lo ácido. El #11, Amazake / Lychee, combina destilado de arroz, ciruelas y manzana verde encurtida en una composición elegante y floral. El #09, Hormiga siquisapa, es un viaje amazónico en copa: gin, vino al eneldo y aceite de cedrón con una profundidad salina sorprendente.
Entre nuestros favoritos, el #07, Turrón / lúcuma, enamora desde el primer sorbo: un cóctel cálido, de textura aterciopelada, donde el ron y la lúcuma se encuentran en un clarificado con kéfir de vainilla. También destaca el #05, Conchas y hongos Porcón, con notas marinas y umami que se integran a la perfección con la miel de agave y la piña; un trago de carácter y sutileza. El #04, Anticucho y tucupí, en cambio, es pura provocación: un coctel tipo Bloody Mary amazónico que mezcla vodka, sriracha casera y tucupí con guiños limeños gracias al yonque al anticucho.

La experiencia se completa con una carta corta pero variada y bien servida de piqueos. Las empanaditas de lomo saltado, langostinos al ajillo y vegetales romesco llegan doradas y con buen relleno; las conchitas a la parmesana, con bechamel y grana padano, aportan una dosis de confort; y las croquetas de jamón serrano con huevo de codorniz y alioli son pura indulgencia. Pero el plato que conquista de inmediato es el pulpo parrillero al olivo, de textura perfecta y sabor intenso, servido con pan crujiente para no dejar ni una gota de salsa.
Muna es de esos lugares que no se olvidan fácilmente. Cada cóctel, cada bocado y cada detalle parecen pensados para despertar la curiosidad y rendir homenaje al placer de descubrir. Es un refugio para quienes disfrutan del ritual de beber y comer con calma, donde la técnica se une con la emoción.

Muna Craft Bar se encuentra en Calle Mártir José Olaya 279, Miraflores (en el restaurante Paco Yonque). Atienden de martes a sábado, de 7 p.m. a 3 a.m. Para reservas puedes ingresar a su página web o escribirles directamente al perfil de Instagram @munacraftbar.
Los cocteles tienen un costo aproximado de S/50. Otros clásicos, como martinis y negronis pueden costar S/70, mientras que los mocktails tienen un precio de S/25. Los piqueos pueden tener un precio entre S/40 y S/58.
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