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El prejuicio está a la vuelta de la esquina. “Debería regresar a la cocina” o “¿Para qué le dan el carro?” son algunas de las frases que diariamente se proyectan sobre las mujeres que conducen un vehículo. Sin embargo, esta percepción negativa se sustenta más en el estereotipo que en la realidad.

Basta con ver la data: en el 2017, el 69,5% de los accidentes de tránsito fueron causados por hombres, y el 23,4% por mujeres, según la Asociación Peruana de Empresas de Seguros (Apeseg). Esta proporción se ha mantenido casi igual desde hace ocho años, según información del Censo Nacional de Comisarías (2011-2016).

Las mujeres también son más aplicadas al volante. Del total de hombres que postularon para obtener la licencia para conducir en el 2018, solo el 40% logró un resultado aprobatorio. En cambio, ese mismo año, el 73% de postulantes mujeres pasó satisfactoriamente la prueba, de acuerdo al registro del Touring Automóvil Club del Perú.

Las diferencias entre ambos sexos al momento de conducir también se evidencian en el tipo de accidente. Un estudio publicado en el 2017 por la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) concluyó que los accidentes de tránsito más frecuentes en las mujeres son salirse de la vía o los golpes por alcance (cuando un auto frena de golpe y se produce un choque), frente a accidentes de mayor gravedad, como los atropellos y las colisiones frontales, que son más comunes entre los varones.

Sin prisa y con seguridad
“La mujer respeta más la norma, no asume tantos comportamientos de riesgo como los hombres, y eso se traduce en menos accidentes y menos víctimas”, ha asegurado Blanca Arenas, coautora del estudio de la UPM. 

Por su parte, Doris Lavado, exprofesora de conducción del Touring durante 10 años, ensaya una explicación a la imagen dañada de la mujer al volante. “Tiene que ver con el machismo. Entre hombres se apoyan. Si uno hace una tontería, el otro lo deja pasar en silencio. Pero si ve a una mujer, es incapaz de darle pase. Más es lo que critica, le grita y le llama la atención”.

Aunque la información lo avale, cambiar una percepción cultural no es sencillo. Las malas prácticas de conducción no responden a una cuestión de género, ni a una creencia popular. La realidad nos choca cada día y todos debemos poner nuestra cuota para encontrar una solución.

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