Desde inicios del 2000, las casas y casonas que caracterizaban gran parte de la Lima residencial fueron quedando de lado para ser reemplazadas por un estilo de vivienda vertical. Primero fueron los edificios y luego los condominios, una forma de residencia que viene ocupando la capital peruana desde entonces y es en la actualidad, la primera opción para todo aquel que quiere comprar su primer departamento propio.
“La falta de infraestructura urbana en el entorno cercano (redes de agua y desagüe, parques, zonas de entretenimiento, entre otros), mayor intensidad del tráfico (no solo para el trabajo y/o estudio, sino también para compartir momentos de ocio y disfrute), cambios de la composición familiar y nuevos estilos de vida (mayor emprendimiento, familias más jóvenes buscando crecer en comunidad, tener acceso a espacios como piscina, que sin el condominio hubiese sido más complicado lograr), gatillan la necesidad de contar con una oferta que lo tenga todo. Y es a inicios del año 2000 cuando se comienza a promover los condominios modernos, algunos llamados “club house”, donde se empieza a promover múltiples servicios y áreas comunes”, explica Ernesto Cuzcano, gerente inmobiliario de Cosapi Inmobiliaria, en entrevista con El Comercio.

“El crecimiento económico sostenido que experimentó Perú a partir de los años 90 generó una mayor demanda de vivienda y facilitó el desarrollo y acceso a los créditos hipotecarios. A ello se le suma la sofisticación del desarrollador inmobiliario con diseños arquitectónicos más innovadores, cambios normativos que permiten adecuar la oferta a la necesidad de los clientes y cambios en las preferencias del consumidor, que comenzaron a valorar más la seguridad, conveniencia y los servicios que ofrecían los condominios, lo que impulso la demanda”, agrega el especialista sobre el inicio y acogida que ha tomado este tipo de viviendas en la capital.
¿Un condominio autosuficiente?
Esta nueva tendencia de vivienda, sin embargo, que en la teoría buscaría otorgarle “todo” al nuevo propietario, no es tan cierta como parece. Según el arquitecto, urbanista Sharif Kahatt, muchas de ellas prometen a sus próximos habitantes este tipo de “casa moderna”, pero lo que en realidad le entregan es “una urbanización cerrada y de espaldas a la ciudad”.
El especialista Samir también cuestiona el “pago extra” que tienen que pagar los propietarios por servicios que forman parte de algo que han comprado y que ya están pagando desde el inicio. “Los que tienen piscina te cobran por entrar a ella. Y si tienes una zona de parrillas, esta es para 200 personas... Te cobran por todo eso... pero si no pagaras nadie lo cuidaría y la gente no está acostumbrada al bien común”, agrega el también docente del Departamento de Arquitectura de la Pontificia Católica del Perú.

Frente a este modelo de casa moderna, Daniel Ortega, fundador de la proptech peruana Decateca, señala que “tiene que pagarse porque si no, cómo se mantiene el lugar. Creo que depende mucho también del acuerdo al que llegue la junta de propietarios y de la junta administrativa, de saber qué tanto se paga y qué hacemos con ese dinero, si será destinado para el pago de la administración, para un pago de de garantía y al final todo como que se vuelve parte de un pozo. Un pozo que de no utilizarse para nada durante un tiempo puede tornarse peligroso, porque el dinero no tiene ningún tipo de rentabilidad quedándose en ese estado. Entonces sería cuestión de que nosotros podamos visibilizar qué cosa pagamos con esa reserva para saber también de qué manera se va a gestionar esa plata”.

El perfil del comprador
Llegado a este punto, bueno es preguntarse cuál es el perfil del comprador de un condominio. Ortega destaca dos tendencias al momento de comprar una propiedad de estas.
”En distritos con más índice de delincuencia, uno de los factores que más me mencionan los que buscan condominios es la necesidad de seguridad, entonces buscan este espacio seguro dentro del condominio”.
Otro factor de compra es que el condominio suele tener un menor costo, en comparación a lo que podría costar un departamento en un edificio cualquiera.

El condominio, una opción para los más jovenes
Con sus pros y sus contras, el condominio, según considera Ortega, está siendo en la actualidad una buena opción para los más jóvenes. Antes, una persona que te compraba un inmueble por primera vez estaba entre los 30 y 40 años y ahora, fácilmente, podría estar entre los 25 y 35 años.
“Entonces, eso hará de que cada vez el ticket necesario para poder comprar una propiedad sea menor y creo que en los condominios generalmente lo están encontrando o incluso esas torres con 20 y 40 pisos cuyos precios son bien económicos”.
Una ciudad de muros ciegos
Cuzcano y Ortega mencionan la seguridad como el factor que impulsa al futuro comprador a decidir por un condominio que le de todo lo que necesita. Sin embargo, Kahatt va más allá de lo que se vive en ese “metraje soñado”.
“El condominio es una pésima idea porque lo que hace al exterior es dejar una calle completamente abandonada sin relación con la ciudad, sin vecinos que te cuiden. Es más peligrosa que antes que llegue el proyecto y hace que la ciudad y la gente siga teniendo más miedo y con razón, porque una vez que uno sale de ese condominio se expone a que lo asalten”, señala Kahatt.
“Otro factor a tener en cuenta es que los hace dependientes del automóvil porque la gran mayoría no vive al lado de una estación de metro ni de una estación de bus, como podrían ser algunos condominios en la avenida Argentina, que por lo menos tienen transporte. La gran mayoría de este tipo de viviendas que se hacen en las periferias del norte de Lima, no siempre cuentan con servicio público”, explica el arquitecto. Cuando habla del “muro ciego”, refiere que hay mayor exposición al peligro debido a que no transitan vecinos por fuera y le hace un “daño”a la vida en comunidad.
En ese sentido, si tenemos en cuenta situaciones como las que menciona Samir acerca de la falta de seguridad que rodea a algunos condominios, sí, que suena contradictorio el vivir en un “lugar seguro” rodeado de inseguridad, ¿no?. Sobre este punto, Ortega explica que aunque pueda sonar contradictorio, actualmente es la única disponibilidad para personas con un presupuesto limitado y que no quieren moverse muy lejos de su familia.
“Me gustaría que se pueda integrar mejor estos tipos de viviendas con la ciudad, pero lamentablemente ese no es un escenario práctico o hasta realista para las personas que quieren algo propio pronto, que quieren algo rápido y no quieren esperar 5 o 10 años para que mejore su distrito sino que quieren empezar a vivir bien, ya. Porque saben que la seguridad lamentablemente no va a cambiar de la noche a la mañana y eso tiene que ver con muchos factores económicos y políticos sobre todo”.
Ortega también apunta a la importancia que muchas familias le dan a las áreas comunes y recreativas, importantes paras socializar y compartir en espacios seguros como las canchitas de fútbol, de vóley, piscinas, juegos para niños, entre otros.

Pros y contras
Entre los beneficios que tiene vivir en un condominio está, sin duda, la seguridad que encuentran la mayoría de las personas y el tener todo a su alcance sin necesidad de salir de la propiedad. “Ello conlleva a ahorrar tiempo y crear comunidad con los diferentes propietarios”, sostiene Cuzcano. En cuanto a los contras, este menciona el costo como un factor a tener en cuenta. “Puede ser más elevado debido a la seguridad, mayor cantidad de servicios e infraestructura que se deben mantener. Sin embargo, este costo se compensa con el ahorro de tiempo, tranquilidad y dinero que los residentes obtienen al no tener que desplazarse para acceder a comercios, servicios y entretenimiento”.
En ese sentido, Ortega menciona como otro contra, los problemas que surgen vivienda tan cerca: “a mayor cantidad de vecinos es más probable que te toque un vecino del que no te guste su perrito o un vecino que no esté cumpliendo con el pago de mantenimiento o un vecino que quiera dar su posición de la manera más rígida posible”.
Otro caso que puede tomarse como un gran contra es uno que va de la mano también, con la junta de vecinos y es que muchas veces como propietarios debemos someternos a reuniones interminables que no llevan a nada porque los vecinos no llegan a ponerse de acuerdo en situaciones aparentemente sencillas como lo puede ser la instalación de cámaras de una de las torres del condominio, por citar un ejemplo.

Alternativas y mejoras
Kahatt recalca la necesidad de integrar las nuevas edificaciones a la ciudad y critica la dejadez de los municipios. El edificio de la avenida Colonial “no ha mejorado nada”, señala. “Podrían seguir pasando trenes y camiones de carga y da lo mismo porque el problema es que todos esos condominios que deberían estar haciendo una avenida fantástica y la municipalidad debería estar poniendo árboles y arreglando las veredas y haciendo que hayan tiendas y restaurantes alrededor no ha tenido ninguna visión para hacer eso, no han tenido ningún interés. Y toda esta gente que vive ahí, vive al interior, arrimada, con muchos riesgos al salir”.

¿Qué hacer entonces? El arquitecto sugiere integrar estas nuevas edificaciones a la ciudad. Así, por ejemplo, que un edificio tenga servicios en la planta baja y de esta manera alimente a la calle en su día a día. Y que esas tiendas, esos servicios sean para todos, no solamente para los que habitan el inmueble. “Esto generaría una mejora para todo el barrio, que la calle tenga luz, que haya gente en la puerta cuidando el ingreso. Cuando hay gente en la calle no hay grandes desgracias, no hay grandes asaltos y ese tipo de cosas. En cambio, cuando no hay nadie eso es pan comido”, finaliza.
Esta realidad nos hace plantearnos una serie de preguntas alrededor del modelo de ciudad que viene adaptando Lima hasta el momento y en cómo se proyecta de cara a los próximos años. Si bien el condominio está siendo el modelo de vivienda que permite que el ansiado sueño de la casa propia se concrete, no podemos negar que tiene falencias que se pueden mejorar, no solo por el bien de los ilusionados propietarios que ansían vivir mejor sino también por la ciudad que se habita.
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