Jesus Osorio Calderon

A pocos metros del socavón, en una galería iluminada por luces artificiales, el estrépito de la maquinaria y la vibración del suelo son el pan de cada día para cientos de trabajadores, según lo narran quienes han trabajado, alguna vez, dentro de una mina. La minería, ese sector que para muchos es sinónimo de estabilidad económica, de sueldos envidiables y una vida de comodidades, tiene también su lado menos glamoroso: largas jornadas de trabajo, aislamiento y riesgos constantes; factores que no discriminan, finalmente, y que terminan por ser el común denominador entre obreros, ingenieros de minas o quienes decidan dedicar su vida a este rubro.