
Gaseosa o cerveza: ¿Qué es mejor o peor para nuestro cuerpo cuando asistimos a fiestas?
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La fiesta está en su punto más alto. En una esquina, un grupo levanta sus vasos de cerveza haciendo un brindis estruendoso, mientras la música, con letras que glorifican el alcohol, envuelve el ambiente. Con risas, euforia y chin-chin de los vasos, es escenario es universal. En ese mismo espacio, a pocos metros, alguien destapa una gaseosa con un chasquido seco y la burbujeante efervescencia irrumpe en la escena.
“Prefiero la gaseosa, es menos dañina”, dice un amigo.
La frase golpea con la misma fuerza con la que se suele escuchar a otros justificar, irrefutablemente, su amor por la cerveza, con máximas como “Si alguna vez me muero, que sea borracho”. La dicotomía no es solo una cuestión de gustos, sino de percepciones sobre lo que el cuerpo tolera mejor. Pero, en el fondo, ¿cuál de estas bebidas es realmente la más perjudicial?
Dilema cultural
El dilema es antiguo y sigue generando debate. La cerveza no es solo una bebida; es un símbolo cultural arraigado en rituales sociales, celebraciones y encuentros cotidianos. Está presente en brindis de victoria, en charlas entre amigos y en reuniones familiares donde fluye con naturalidad. Por otro lado, la gaseosa se alza como la alternativa predilecta de quienes prefieren mantenerse alejados del alcohol, ya sea por decisión propia, razones de salud o simple gusto. Es el refugio de los abstemios, de los conductores responsables y de aquellos que desean refrescarse sin los efectos de la ebriedad y se resisten a la insipidez de un vaso de agua.
Ambas bebidas comparten un lugar protagónico en fiestas y reuniones, y con ellas surge inevitablemente la discusión: ¿cuál es peor para la salud? Algunos defienden la cerveza argumentando que, en cantidades moderadas, tiene beneficios como antioxidantes y menor contenido de azúcar. Otros señalan que la gaseosa, aunque libre de alcohol, está repleta de azúcares y aditivos que afectan el metabolismo y contribuyen al sobrepeso. La batalla de percepciones está lejos de resolverse, y la respuesta no siempre es tan clara como parece.

La doctora Katherine Cántaro, docente de Nutrición en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC), explica sobre el consumo de cerveza que “como cualquier bebida alcohólica, tiene efectos tanto positivos como negativos, y eso va a depender de la cantidad y la frecuencia con la que se consuma”.
“[La cerveza] puede ayudar a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares al aumentar los niveles de colesterol “bueno” (HDL) y mejorar la circulación sanguínea; además de contener bajas cantidades de vitaminas del grupo B, como la B6, B12, ácido fólico y niacina: y de minerales como el magnesio, el potasio y el fósforo”, dice.
“El exceso de cerveza se asocia al aumento de peso ya que contiene calorías vacías y azúcares, generando una acumulación de grasa, especialmente en el área abdominal.
Katherine Cántaro, docente de Nutrición en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC).
“Al igual que el vino tinto, la cerveza tiene antioxidantes, principalmente flavonoides y polifenoles, que ayudan a combatir el daño celular y el envejecimiento prematuro”, señala la especialista también resaltando que el “consumo moderado puede tener un efecto positivo en la digestión” por “la presencia de fibra soluble, especialmente en cervezas artesanales”.
Sin embargo, Cántaro destaca que esta bebida también es calórica y su efecto diurético puede causar deshidratación.

“El exceso de cerveza se asocia al aumento de peso ya que contiene calorías vacías y azúcares, generando una acumulación de grasa, especialmente en el área abdominal, lo que se conoce como “barriga cervecera”; y también puede generar deshidratación ya que tiene efectos diuréticos, lo que puede llevar a una mayor eliminación de líquidos del cuerpo”, agrega.
Efervescente problema
Cuando se trata de gaseosas, la nutricionista Cántaro no duda en su advertencia: son una bomba de azúcar líquida cuyo consumo frecuente puede traer consecuencias serias para la salud, ya que estas contienen altas dosis de azúcar refinada, lo que aumenta el riesgo de diabetes, caries y obesidad.
“El consumo de gaseosa, especialmente de las versiones azucaradas, puede ser perjudicial para la salud cuando se consume de manera regular y en grandes cantidades”, explica, sin embargo, puntualiza que “bajo ciertos contextos, puede haber algunas situaciones en las que se considera menos dañino o incluso aceptable”.
“Si se consume de manera ocasional, por ejemplo, en una reunión social o una celebración, el impacto negativo de la gaseosa en la salud es mucho menor, ya que no se está ingiriendo de manera habitual”, aclara.

De igual manera, “las versiones de gaseosas ‘light’ o ‘sin azúcar’ pueden ser una opción menos perjudicial en comparación con las bebidas azucaradas, ya que contienen pocos o nulos azúcares”, define.
Empero, las versiones sin azúcar, con edulcorantes artificiales, tampoco son una solución definitiva.
“Si se opta por versiones sin azúcar, también es recomendable limitar el consumo, ya que los efectos de los edulcorantes artificiales todavía están bajo investigación”.
Katherine Cántaro, docente de Nutrición en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC).
“Si se opta por versiones sin azúcar, también es recomendable limitar el consumo, ya que los efectos de los edulcorantes artificiales todavía están bajo investigación”, refuerza.
Valor diferencial para beber
Entonces, ¿podría ser la cerveza una mejor opción? Arturo Limón García es un maestro cervecero dueño de “Casa Cervecera Gullin” en México, quien introduce una distinción crucial: no todas las cervezas son iguales.
“Si hablamos de la cerveza comercial; la adición de maíz como grano fermentable, aditivos, extractos y conservadores hace que no sea un producto 100% natural”, explica.
En cambio, las cervezas artesanales, al ser menos procesadas, retienen más nutrientes y tienen menos químicos.
“Las cervezas artesanales son bebidas fermentadas principalmente de cebada malteada, en donde se hace un proceso de maceración hervor y fermentación para obtener lo que queremos, derivado de esto obtenemos, aminoácidos, calcio, vitaminas y minerales, por lo cual, sin necesidad de hacer una adición extra de nutrientes, tenemos un producto que nutre de cierta manera”, define.

Por ello, el maestro cervecero mexicano de “Casa Cervecera Gullin” hace hincapié en que el consumidor debe identificar y saber diferenciar cada tipo de bebida alcohólica.
“El consumidor debe tener en cuenta para la elección de su cerveza que sea un producto que tenga todos los registros y que su etiqueta se encuentre con las condiciones legales".
Arturo Limón García, maestro cervecero mexicano dueño de “Casa Cervecera Gullin”.
“El consumidor debe tener en cuenta para la elección de su cerveza que sea un producto que tenga todos los registros y que su etiqueta se encuentre con las condiciones legales, en las cuales declare los ingredientes, la fecha de consumo preferente y los grados de alcohol que contiene”
Industrial vs. Artesanal
La industria cervecera ha perfeccionado sus procesos para producir a gran escala, pero esto ha tenido un costo en la calidad del producto.
“La cerveza industrial es un producto que se elabora de manera masiva, donde se prioriza la reducción de costos y la minimización de riesgos de contaminación”, explica Arturo Limón García.
“La cerveza industrial es un producto que se elabora de manera masiva, donde se prioriza la reducción de costos".
Arturo Limón García, maestro cervecero mexicano dueño de “Casa Cervecera Gullin”.
Para lograrlo, se utilizan extractos, aditivos y conservantes que alteran la composición original de la cerveza. Como resultado, la cantidad de nutrientes presentes en su estado más puro se reduce casi a cero.
En contraste, la cerveza artesanal sigue un camino distinto, rescatando métodos tradicionales y cuidando cada fase del proceso. Limón García detalla que la elaboración artesanal implica una meticulosa extracción del grano, la calibración del agua y la adición controlada de lúpulo para realzar aromas y sabores. En algunos casos, se incorporan frutas estabilizadas para crear perfiles más complejos.
“La fermentación, misma que realiza la levadura, debe ser cuidada puntualmente para obtener un producto de calidad, sin defectos y apta para el consumo de nuestros clientes más estrictos”, explica.

A diferencia de la versión industrial, la cerveza artesanal conserva minerales y antioxidantes que podrían ofrecer ciertos beneficios.
Limón García, además, destaca que históricamente, la cerveza ha sido más que una simple bebida recreativa. En la Europa medieval, los monjes la consideraban una fuente de sustento durante largos periodos de ayuno.
“Los monjes de las abadías en Europa producían sus propias cervezas y hacían ayuno hasta por más de un mes, consumiendo únicamente cerveza”, menciona el maestro cervecero. Si bien no se trata de una invitación a reemplazar la dieta con cerveza, este dato pone en evidencia que, en su forma más pura, puede contener elementos nutritivos que la diferencian de su contraparte industrial.
No obstante, la distinción entre cerveza industrial y artesanal no cambia una realidad fundamental: ambas contienen alcohol.
“[Finalmente] es un producto que cumple con su propósito principal, emborrachar”.
Arturo Limón García, maestro cervecero mexicano dueño de “Casa Cervecera Gullin”.
“[Finalmente] es un producto que cumple con su propósito principal, emborrachar”, enfatiza Limón García. La elección entre una y otra dependerá de las prioridades del consumidor.
Valores a destacar
Si el debate entre gaseosa y cerveza se midiera solo en valores nutricionales, la cerveza artesanal llevaría ventaja. Pero la decisión no es solo bioquímica, sino social. En una reunión, rechazar el alcohol genera miradas inquisidoras. Optar por gaseosa puede interpretarse como una renuncia a la fiesta, como si el espíritu de celebración dependiera del contenido etílico en el vaso.
Pero, miremos a fondo cada una de las copas. Una botella de 500 ml de gaseosa tiene aproximadamente 200 calorías y 53 gramos de azúcar, lo que equivale a casi trece cucharaditas; mientras que una botella de cerveza con la misma capacidad tiene entre 140 y 200 calorías, en promedio, pero casi sin azúcares añadidos. El impacto de ambas bebidas en la salud depende, en gran medida, de la frecuencia de consumo y del estilo de vida de cada persona.

“El consumo excesivo de gaseosa sigue siendo problemático por su alto contenido de azúcar, de igual forma el consumo excesivo de alcohol por sus efectos adversos en la salud”, precisa la nutricionista.
Entonces, si se trata de elegir el “mal menor” en una fiesta, ¿cuál es la mejor opción? La nutricionista ofrece alternativas para quienes quieren disfrutar sin arriesgar la salud.
“Las alternativas más saludables para sustituirlas tenemos agua con gas o agua mineral, que si se le agrega una rodaja de limón, menta, o frutas como fresas o pepinos, se convierte en una bebida sabrosa y atractiva; los mocktails (Cócteles sin alcohol), que pueden incluir jugos naturales o hierbas frescas y los jugos naturales sin azúcar añadida, muy nutritivos por ser una fuente de vitaminas y minerales”, recomienda.
“La mejor opción siempre es la moderación y tomar decisiones informadas para cuidar la salud a largo plazo”.
Katherine Cántaro, docente de Nutrición en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC).
“La mejor opción siempre es la moderación y tomar decisiones informadas para cuidar la salud a largo plazo”, enfatiza.
Tal vez el problema no esté en lo que bebemos, sino en cómo lo justificamos. Como quien defiende su adicción con frases hechas, podríamos cuestionarnos si la necesidad de una bebida acompañante en la fiesta es una elección o una imposición. Entre la cerveza y la gaseosa, la mejor respuesta quizá no esté en el vaso, sino en el control que tenemos sobre él.
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