A solo horas de celebrarse el Día de la Madre 2025, una de las festividades más universales, se busca rendir homenaje a aquellas mujeres que dan la vida por sus hijos y desempeñan un papel fundamental en la sociedad. Si bien es cierto, la fecha de esta conmemorativa efeméride varían según el país, pues en el caso de México se celebra cada 10 de mayo y se dio inicio en 1922, debido a la celebración de la Virgen María, madre de Jesucristo y porque en aquella época en el país los pagos se realizaban por decenas, según la Profedet.
Mientras que en el caso de Perú, se originó como un clamor estudiantil, impulsado por un grupo de jóvenes de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), quienes deseaban honrar de manera especial a sus madres, reconocer su amor y dedicación. Fue en el año 1924 cuando esta iniciativa estudiantil provocó un intenso debate en la sociedad peruana, culminando en un momento histórico con la promulgación de la Resolución Suprema Número 677 y estableciendo el segundo domingo de mayo como el día de la madre.
De esta manera, aprovechando esta celebración, los hijos suelen sorprender a sus madres con regalos, representaciones teatrales, canciones o simplemente frases especiales. Sin embargo, también existe otra forma de agasajarlas, como, a través de hermosos poemas que, por sus emotivos versos, lograrán conmover profundamente. En la siguiente nota, te presentamos una selección de los mejores poemas compartidos por el Pensador para hacer sentir especial a mamá en su día.
Poemas llenos de amor y gratitud por el Día de la Madre 2025
Amor eterno (Gustavo Adolfo Bécquer)
Podrá nublarse el sol eternamente; podrá secarse en un instante el mar; podrá romperse el eje de la tierra como un débil cristal ¡Todo sucederá! Podrá la muerte cubrirme con su fúnebre crespón; pero jamás en mí podrá apagarse la llama de tu amor.
Madre (Juan Ramón Jiménez)
Te digo al llegar, madre, que tú eres como el mar; que aunque las olas de tus años se cambien y te muden, siempre es igual tu sitio al paso de mi alma. No es preciso medida ni cálculo para el conocimiento de ese cielo de tu alma; el color, hora eterna, la luz de tu poniente, te señalan ¡oh madre! entre las olas, conocida y eterna en su mudanza. Mi madre amada, tú que me diste vida y mucho más, fuiste fuerza, fe y hogar. Madre, en tus manos crecí con paz, eres raíz que me sostiene sin cesar, eres luz, siempre dispuesta a iluminar, eres alegría, nadie como tú sabe amar.
A mi madre (Rosalía de Castro)
Porque es ángel de amor en el cielo y es amor en la tierra una madre; porque madre es perdón y consuelo, dulce abrigo, seguro de paz.

Palabras a mi madre (Alfonsina Storni)
No las grandes verdades yo te pregunto, que no las contestarías; solamente investigo si, cuando me gestaste, fue la luna testigo, por los oscuros patios en flor, paseándose. Y si, cuando en tu seno de fervores latinos yo escuchando dormía, un ronco mar sonoro te adormeció las noches, y miraste, en el oro del crepúsculo, hundirse los pájaros marinos.
Porque mi alma es toda fantástica, viajera, y la envuelve una nube de locura ligera cuando la luna nueva sube al cielo azulino. Y gusta, si el mar abre sus fuertes pebeteros. Arrullada en un claro cantar de marineros mirar las grandes aves que pasan sin destino.
Madre, llévame a la cama (Miguel de Unamuno)
Madre, llévame a la cama, que no me tengo de pie. Ven, hijo, Dios te bendiga y no te dejes caer. No te vayas de mi lado, cántame el cantar aquel. Me lo cantaba mi madre; de mocita lo olvidé, cuando te apreté a mis pechos contigo lo recordé. ¿Qué dice el cantar, mi madre, qué dice el cantar aquel? No dice, hijo mío, reza, reza palabras de miel; reza palabras de ensueño que nada dicen sin él.

Dones (Luis Gonzaga Urbina)
Mi padre fue muy bueno: me donó su alegría ingenua; su ironía amable: su risueño y apacible candor. ¡Gran ofrenda la suya! Pero tú, madre mía, tú me hiciste el regalo de tu suave dolor. Tú pusiste en mi alma la enfermiza ternura, el anhelo nervioso e incansable de amar; las recónditas ansias de creer; la dulzura de sentir la belleza de la vida, y soñar.
Del ósculo fecundo que se dieron dos seres el gozoso y el triste- en una hora de amor, nació mi alma inarmónica; pero tú, madre, eres quien me ha dado el secreto de la paz interior. A merced de los vientos, como una barca rota va, doliente, el espíritu; desesperado, no. La placidez alegre poco a poco se agota; mas sobre la sonrisa que me dio el padre, brota de mis ojos la lágrima que la madre me dio.
