

Mario Vargas Llosa falleció este domingo, dejando un legado literario incomparable. Ganó muchos premios, destacándose el Premio Novel de Literatura en 2010 por el Sueño del Celta, en donde denunció los horrores del colonialismo. También, escribió otras novelas como, La Fiesta del Chivo, la cual expone los últimos días de un dictador dominicano. En esta última, se narra la persecución en la que dos personajes conducen dos carros Chevrolet, de los cuales te contaremos más datos.
Un fragmento de la novela dice:
“Antonio Imbert ya lo había hecho y el Chevrolet, estacionado mirando hacia Ciudad Trujillo, viraba haciendo chirriar las llantas —Salvador pensó en una película policial— y enfilaba en dirección a San Cristóbal, donde, por la carretera desierta y a oscuras, se iba alejando el auto de Trujillo. ¿Era? Salvador no lo vio, pero sus compañeros parecían tan seguros que debía ser, debía ser. Su corazón le golpeaba el pecho. Antonio y Amadito bajaron los vidrios de las ventanillas y, a medida que Imbert, inclinado sobre el volante como jinete que hace saltar a su caballo, aceleraba, el viento era tan fuerte que Salvador apenas podía tener los ojos abiertos. Se protegió con su mano libre —la otra empuñaba el revólver—: poco a poco, acortaban la distancia de las lucecitas rojas.
—¿Seguro que es el Chevrolet del Chivo, Amadito? —gritó.
—Seguro, seguro —chilló el teniente—. Reconocí al chófer, es Zacarías de la Cruz. ¿No les dije que vendría?
—Acelera, coño —repitió, por tercera o cuarta vez, Antonio de la Maza. Había sacado la cabeza y el cañón recortado de su carabina fuera del auto.

Más adelante, Vargas Llosa presenta los modelos específicos que entraron en acción, tratándose del Chevrolet Biscayne y Bel Air.
“El Chevrolet Biscayne de Antonio de la Maza volaba sobre la carretera, acortando la distancia del Chevrolet Bel Air azul claro que Amadito García Guerrero les había descrito tantas veces. El Turco identificó la placa oficial blanca y negra número 0-1823, las cortinillas de tela en las ventanas. Era, sí, era el carro que el Jefe usaba para ir a su Casa de Caoba, en San Cristóbal. Salvador había tenido una pesadilla recurrente con este Chevrolet Biscayne que conducía Tony Imbert. Iban como ahora, bajo un cielo de luna y estrellas, y, de pronto, este automóvil nuevecito, preparado para la persecución, comenzaba a desacelerar, a ir más despacio, hasta que, entre las maldiciones de todos se paraba. Salvador veía perderse en la oscuridad el auto del Benefactor”.
Incluso, el escritor nacido en Arequipa, Perú, brindó detalles técnicos del Chevrolet Bel Air, detonando que este tipo de lenguaje no era ajeno a él.
“Llegó a Ciudad Trujillo hacía tres meses. Salvador recordó el día en que se montaron en él para probarlo y cómo rieron leyendo las instrucciones, donde se decía que ese auto era idéntico a los que la policía neoyorquina utilizaba para perseguir delincuentes. Aire Acondicionado, transmisión automática, frenos hidráulicos y un motor de 3.500 cc de ocho cilindros. Costó 7.000 dólares y Antonio comentó: «Nunca hubo pesos mejor invertidos». Lo probaron en los alrededores de Moca y el folleto no exageraba: podía llegar a ciento sesenta kilómetros por hora."

No solo eran los Chevrolet, en la escena también apareció un Oldsmobile, la cual fue una marca de automóviles que perteneció a General Motors. Fue una marca automotriz que nació en 1885 y que llegó a su fin en 2004, tras más de 35,2 millones de carros vendidos.
“En pocos segundos el Chevrolet Biscayne recuperó la distancia y continuó acercándose. ¿Y los otros? ¿Por qué Pedro Livio y Huáscar Tejeda no aparecían? Estaban apostados en el Oldsmobile —también de Antonio de la Maza—, solo a un par de kilómetros, ya debían de haber interceptado el auto de Trujillo. ¿Olvidó Imbert apagar y prender los faros tres veces seguidas? Tampoco aparecía Fifí Pastoriza en el viejo Mercury de Salvador, emboscado otros dos kilómetros más adelante del Oldsmobile. Ya tenían que haber hecho dos, tres, cuatro o más kilómetros. ¿Dónde estaban?"
La escena continúa y aparece otra marca extinta. Esta vez, Llosa nos recuerda a Mercury, la firma de lujo de Ford Motor. La marca se fundó en 1939 y se disolvió en 2011.
¿Cuáles eran las principales características del Chevrolet Biscayne y Bel Air?
El Biscayne fue un sedán de cuatro puertas que se fabricó desde 1958 hasta 1975. Era el vehículo más económico de los carros de tamaño completo, pero a pesar de ello su motor era de seis cilindros e incluso había variantes con ocho cilindros. Se trataba de un carro potente que tenía versiones con una potencia desde los 230 hasta los 425 hp.
Por su parte, el Bel Air era más lujoso. No solo estaba disponible en carrocería sedán, sino también en descapotable. Al igual que el Biscayne, contaba con un motor V8, pero este producía hasta 287 hp y aceleraba de 0 a 100 km/h en 8,3 segundos. Es decir, era un modelo bastante rápido para su época y, de hecho, fue el carro ideal para ambientar una persecución en la novela de Vargas Llosa.
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