
A diferencia del alemán Werner Herzog con su película “Fitzcarraldo” de 1982, StudioCanal y los cineastas británicos de “Paddington 3″ no se empecinaron en filmar una película de aventuras sumergidos en la selva de Iquitos, con nativos originarios de la zona y un barco que paseaba por el río Urubamba. En cambio, decidieron echar mano de una cantidad de efectos creados por computadora sobre imágenes de Cusco, rodar en la selva colombiana y solo pasar por Perú a hacer unas tomas de Machu Picchu durante un par de días, intentando, así, que “Paddington en Perú” pise un territorio tan peruano como el guion de Paul King requería. Sin ánimos de comparar una película con otra, lo cierto es que el nuestro país retoma su papel de paraíso prometido, inventado en 4k, en el cine extranjero.
En clave de comedia infantil, “Paddington en Perú”, también llamado “Paddington in Peru” o “Paddington: Aventura en la selva” continúa con la saga inspirada por los cuentos del autor británico Michael Bond. En el guion original de Paul King, Simon Farnaby, Mark Burton, Jon Foster y James Lamont, el oso más querido de Reino Unido regresa a su tierra natal para encontrar a su desaparecida tía, su figura materna, Lucy (voz de Imelda Staunton en inglés, y de la peruana Ana Cecilia Natteri en español). Como es usual, su familia británica, a la cual conquistó en las primeras y muy conmovedoras películas, acompañan al pequeño oso en la travesía hacia su tierra natal, Perú. Cuando llegan al país, la madre superiora (Olivia Colman) los invita a buscar a la osa en la jungla. A la aventura, se suma Antonio Banderas, quien toma el rol de un marino trastornado con el oro peruano, que se despersonaliza de vez en cuando durante la hora y media de película.

El impresionante Perú
En realidad, “Paddington” es incomparable con otra película. Después de Winnie the Pooh y antes de Ted, salvando las distancias, es uno de los osos más queridos del cine y la televisión. Muy en especial, en Reino Unido. Las primeras películas del personaje llevan a las lágrimas. Pero eso no ocurre con la tercera. Hubo un mal tránsito, no tuvo el mismo impulso que las anteriores. Incluso teniendo buenas intenciones, su director, Douglas Wilson, luchó por estar próximo a la cultura peruana y no faltaron polleras y tejidos andinos en sus imágenes, o una mención especial al lenguaje secreto de los incas, “khipu”. Sin embargo, aún cuando los estímulos financieros de otros países lo llevaron a filmar en Colombia, en lugar de la verdadera tierra prometida de su película, hizo del Perú ese impresionante protagonista.

Lo mismo se puede decir de sus actores. Antonio Banderas, en la sobreactuada interpretación del navegante Hunter Cabot, calza en el estereotipo sudamericano que los europeos tienen del peruano. El navegante, el valiente nativo. Hace de un supuesto personaje oriundo del Perú, aunque sea hispano, ese que brinca, se aloca y pone muecas algunas veces para hacer reír a la audiencia más joven. De hecho, Rachel Zegler, la “Blancanieves” de Disney, iba a ser su hija Gina, pero el papel recayó en Carla Tous para el rol de la Cabot menor, a quien la actriz Adriana Campos Salazar dobla su voz, con acento y jerga peruana. En general, en la película, es inevitable sentir esa diferencia de diálogos latinos con los otros personajes doblados al español por actores mexicanos.

Los personajes más divertidos
Siempre es mejor ver las películas en su idioma original, pero los chistes funcionan como si fuera “Shrek” en este caso, porque Burro y Paddington son tan carismáticos en la voz de Derbez y Pepe Toño Macías como los originales Mike Myers y Ben Whishaw. El osito más tierno lo sigue siendo. Hay mucha habilidad en la creación del fantasioso universo de Paddington. Mucho disparate y arranques de emoción sin sentido, pero la familia Brown todavía tiene su encanto cuando ama y soporta las travesuras del nuevo integrante de la familia. En la tercera película, enfrentan la sagacidad y valentía de Paddington durante su momento más crítico, ya que la preocupación por la pérdida de su tía Lucy lo convierte en Indiana Jones corriendo delante de una roca gigante en Machu Picchu. Y de paso, redescubre sus raíces.

Desde la primera escena con el oso buscando su naranja, el humor de la película se previene como de bajo estímulo intelectual. Los personajes se caen o repiten una frase, y las personas se ríen. Así como en las cajas de juguetes infantiles, debería tener la etiqueta de comedia ‘de 5+’. Pero eso no es malo. Siempre será gracioso ver a Olivia Colman fingiendo que toca la guitarra con un traje de monja en medio de la selva.
Colman, la actriz de “The Crown” y “La langosta”, la misma que saludó a Carlos Carlín en el avant premiere de Paddington en Londres, actúa de la madre superiora de la Casa de Retiro para Osos, donde vive la tía Lucy. Con una sonrisa de oreja a oreja, salva a esta comedia de lo obsoleto. Está muy encerrada en su misterio y la normalidad de su raro comportamiento.

Emily Mortimer, en el papel de Mary Brown, la madre de la familia de Paddington, hace un mejor ‘match’ con el personaje de la gentil matriarca que la anterior actriz, Sally Hawkins. Algunos estarán en desacuerdo con el cambio de actrices, pero las apreciaciones son propias. Lo cierto es que, con total discreción, los productores tomaron un rumbo diferente al modificar el elenco, y no hay mucho lío por ello en el extranjero, donde la película logró recaudaciones altas en taquilla. En Reino Unido, el osito peruano hizo 12,3 millones de dólares en su primer fin de semana, superando la expectativa de “Dune 2″, que había arrancado con 11,7 millones de dólares. En Perú, “Paddington 3″ tiene una valla alta, sus números se verán a partir de su estreno, el 16 de enero.
Veredicto: Divertida, pero menos entrañable

Paddington es un migrante, un desamparado, un tierno. La primera película de la trilogía, ganadora de dos BAFTA y varios premios en Reino Unido, empezaba con el osito sufriendo la pérdida de su tío y luego sobreviviendo con su tía Lucy en la selva peruana. Después, viajó a un país desconocido y encontró otra familia. La tercera película llega a cartelera con un público de 2024 ya conoce los modales del personaje, su mirada fuerte y su adicción a la mermelada, y ahora corresponde saber de su cultura. “Paddington 3″ repasa, en tomas rápidas y turbulentas, el territorio de donde proviene, pero la ingesta de efectos especiales que recrean ese universo donde los osos hablan no basta para ser tan entrañable, en comparación con esa valla alta que dejaron las primeras películas.
En la tercera película, ¿hay tomas de Perú que se desecharon o se decidieron volcar a la postproducción? Mucho trabajo por computadora en las ruinas incas. Por otro lado, resulta que Cusco es la selva, y que los peruanos vivimos rodeados por arañas, disecadas o vivas. Pero esta no es una película hecha para los historiadores que miden las imprecisiones, sino una divertida historia para niños con la moraleja de que venir al Perú siempre es una aventura. Es la misma lección que calculan las gigantes “Dora, la exploradora” y “Transformers: el despertar de las bestias”. Hay un esfuerzo de los cineastas británicos, aunque no al nivel de Michael Bay pagando el doble por filmar aquí en Perú, pero Paul King y su equipo también propician el vértigo, agregan ternura y musicalizan el fondo de las escenas con instrumentos andinos. Ojalá la próxima vez haya más actores peruanos y elementos culturales en una película extranjera que lleve el nombre de la patria en su título. Tal vez suceda en la cuarta película.
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