
Filmando en blanco y negro el Ande, Nora de Izcue obtuvo el título de primera directora mujer del cine peruano con la película “Runan Caycu”. Después, la década de 1970 dejó rastro de lo que, años más tarde, sería un lento ascenso de las cineastas peruanas en más cargos directivos. En 2009, Claudia Llosa marcó un hito al llevar el cine peruano a los Oscar con “La teta asustada”. Pero los años superaron los desafíos del pasado, forjando una nueva era de alta tecnología y mayor acceso a la educación audiovisual. Mujeres como la sonidista cinematográfica Rosa María Oliart ven crecer la industria con nuevos equipos, la directora Joanna Lombardi suma más técnicas a sus rodajes, la productora Enid “Pinky” Campos enfrenta los desafíos de la producción independiente y la cineasta Ani Alva Helfer desafía los estereotipos en sus historias.
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A pesar de que el cine en el Perú aún necesita más voces femeninas, ellas han demostrado que es posible abrirse paso, aunque el camino sea desigual. La Asociación de Mujeres y Disidencias Audiovisuales (AMA) contabilizó 724 largometrajes estrenados en el Perú entre 2001 y 2020. De estos, 640 estaban dirigidos por hombres y solo 65 por mujeres. Sin duda, esto marca apenas un punto de referencia en el trabajo de las cineastas, que siempre buscan ir más allá. Los esfuerzos son importantes, con festivales dirigidos a creadoras y la implementación de nuevas normas en los rodajes para prevenir el acoso a las trabajadoras audiovisuales.
El cine peruano ha cambiado, pero el camino para las mujeres en la industria sigue siendo desafiante. Marzo comenzó con la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, un momento oportuno para resaltar algunas buenas prácticas. Las cineastas entrevistadas en esta oportunidad hablan de su liderazgo en la realización de películas peruanas y rememoran anécdotas que, tal vez en su momento, no hubieran consideradas tan loables como cuando las verbalizan durante la entrevista. Pero ahí están, sin temor, hablando del desafío que implica hacer cine en este país y con el deseo de sumar a más mujeres a sus equipos.

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Enid “Pinky” Campos: Produciendo cine en un entorno desafiante

La creciente tasa de feminicidios en el Perú es una realidad que también afecta a la industria cinematográfica. Enid “Pinky” Campos, responsable de una veintena de películas peruanas, incluyendo “Días de Santiago”, “Dioses” y “Retablo”, es una de las mujeres más respetadas del cine independiente. Ha recorrido Lima y provincias llevando producciones a su cargo, y una de sus preocupaciones siempre ha sido la seguridad.
“Muchas veces, me he encontrado diciendo ‘a este sitio tengo que ir con alguien’. Es algo inherente en mí, y no lo digo porque soy mujer, sino porque temo ir sola, y también por las mujeres que tengo a cargo. Si para todas las personas ya es un riesgo, para nosotras es aún mayor”, comenta Campos a este diario.
Su experiencia en “Paloma de Papel” fue particularmente extrema. Durante el rodaje, antes de 2003, ella, la productora de arte y un traductor de quechua fueron secuestrados por más de 20 hombres de una comunidad externa a la producción, quienes malinterpretaron la intención de la película, ambientada en la época del terrorismo. “Me sentí más vulnerable porque la mayoría de mi equipo eran mujeres. Temí por mi integridad. Fue muy fuerte, pero lo supe manejar tratando de conciliar, mantener la calma y hablar con ellos, en vez de recurrir a la violencia, aunque en ese momento varios de nosotros fuimos agredidos”, revela la productora.
Afortunadamente, logró resolver la situación sin violencia y la película llegó a cartelera. Es curioso que ella sea tan “protectora” en su trabajo, como “una figura materna” ante quienes confían en sus decisiones. Hoy, su enfoque es crear espacios de trabajo seguros en sus producciones. “Tenemos tolerancia cero al acoso y siempre hacemos charlas previas a cada rodaje”, comenta Campos, quien es una presencia constante en puestos de liderazgo en el cine peruano e internacional.
“No es común que la cabeza de un equipo sea mujer, y a algunos no les gusta tener una figura femenina con autoridad”, asegura. A medida que surgen nuevas producciones, busca equilibrar los equipos de trabajo con más mujeres para asegurar una perspectiva diversa en el cine peruano.
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Joanna Lombardi: El poder de la mirada femenina

En su experiencia trabajando con distintas personalidades del cine, siempre hay contrastes interesantes cuando alguien es más sensible y otro más resolutivo. Donde Carlos Moreno crea escenas con su cámara de forma “impresionante” sin repasar demasiado las emociones a través del texto, Lombardi comparte el estilo de Salvador del Solar, en el que se detiene a conversar con los actores sobre el trasfondo de sus emociones. “Todos los directores son muy distintos. Tratar de entender qué está sintiendo el personaje es un ejemplo. ¿Cómo se sienten los actores? ¿Cómo conectan con sus personajes? ¿Los están juzgando o no? Siento que esas preguntas vienen de mi lado más femenino”, comenta.
Algo más de la forma de dirigir de Joanna Lombardi se vio en “Soltera Codiciada”, donde Gisela Ponce de León derrocha carisma en un divertido personaje atrapado en los estándares del amor. Algo más de la perspectiva Lombardi también se vio en la serie “Los Prisioneros”, donde opta por profundizar en personajes femeninos que habían quedado relegados en el tiempo.
“Hemos crecido viendo un cine hecho por hombres, y no es que las mujeres seamos mejores, pero nos llama la atención ver una película hecha por una mujer, porque vemos otro tipo de sensibilidad”, comenta Lombardi a este diario.
En la serie de Movistar Play sobre la banda chilena de rock, lejos de los principales Jorge González, Claudio Narea y Miguel Tapia, el equipo de producción encontró en archivos pasados la existencia de un influyente grupo musical llamado Cleopatras. “No quería hacer la típica historia de la biografía de los cantantes. En una reunión, me contaron que Jorge empezó a hacer más música a partir de la aparición de esas mujeres. ¡Pero quiénes son! Me interesé y empecé a investigar. Era una banda increíble para su época, incluida la cantante Patricia Rivadeneyra, y estaba totalmente invisibilizada, porque eran mujeres. Yo decidí que no solamente iban a estar en la serie, sino que serían personajes importantes”, explica.
En su última película “Quédate Quieto”, que llegó al Festival de Málaga, la mayoría de su equipo eran mujeres. “Estoy segura que un rodaje donde hay mayoría femenina también es un rodaje más amable, sobre todo donde hay actores naturales. Se ve en cosas muy simples, como que una mujer técnica de sonido te ponga el micrófono en la ropa”, dice.
“Tampoco se trata de que todas sean mujeres, lo interesante es la paridad, el punto de vista masculino y femenino, pero estamos en tanta desventaja que hay que poner a muchas mujeres para que llegue a serlo”, añade Lombardi.
Ani Alva Helfer: Rompiendo estereotipos en las historias de amor

Cuando Ani Alva Helfer quiso contar historias sobre mujeres maduras (pasadas de los 40 o 50 años), algunos productores no vieron atractivo el tema y dudaron de su viabilidad en taquilla. “Era un ‘target complicado’”, le dijeron, tratando de convencerla de modificar la historia sobre mujeres o las edades de sus protagonistas. A pesar de las resistencias, su comedia “Soltera, casada, viuda, divorciada”, sobre un grupo de mujeres viajando por el Perú y reconectando con los recuerdos de su infancia, superó 1 millón de espectadores en 2023, excelente promedio para un estreno nacional, y conectó con audiencias masculinas.
“Incluso cuando luchas por tu idea, hay un momento en que te agarra una debilidad”, recuerda Alva Helfer. Hubo quienes no entendían las cambiantes emociones de los personajes femeninos y pensaban que la historia no iba a funcionar, pero finalmente se superó. “No entendían la dinámica de las mejores amigas en la película. En el momento que dijeron que no iba a funcionar, no llegué a desconfiar de mí, pero entré en un momento de vacío por un segundo”, confiesa quien intenta traer más mujeres a los rodajes, “pero con talento, porque también soy exigente”, dice.
Alguna vez hicieron que rehiciera el tráiler de una película, porque “no parecía lo suficientemente atractivo para un público masivo”. “Así como ejecutivos hombres me dijeron que las mujeres de 40 años en una película no vendían, también dijeron que una mujer soltera que busca el amor tampoco vendía”, comenta. Quisieron hacer un trailer sobre una historia, buscando hacerla distinta al verdadero contexto de su trama. Su hipotética idea era lanzar un avance melodramático donde un hombre se va con una mujer más joven que la protagonista, pero la historia iba sobre el viaje de autodescubrimiento de una mujer. “Y lo hice solo para que vieran que no estaba funcionando, por supuesto que jamás iba a publicarlo”, agrega.
Sin embargo, su lucha por la representación femenina en el cine no termina en sus narraciones. La comedia “Soltera codiciada” de 2018 alcanzó los 900 mil espectadores, desmintiendo las proyecciones de los ejecutivos que le auguraban apenas 70 mil. Alva Helfer puede discutir por horas la fórmula extraña en que los interesados en hacer películas todavía batallan con entender a las mujeres modernas, y cómo encasillan historias de mujeres como si fueran un “subgénero”, cuando son comedias de cartelera general.
En los rodajes, también enfrenta retos en la dinámica de trabajo. “He tenido situaciones en las que, al llegar a un evento, asumen que el director era un hombre”, recuerda. En su paso por la dirección de arte, una vez observó que personajes femeninos eran sexualizados sin motivo narrativo. “Siempre había una mujer en el elenco que tenía que usar ropa ajustada”, dice. Desde su perspectiva cinematográfica, hoy busca construir personajes femeninos más complejos y alejados de la visión tradicional.
Rosa María Oliart: Una pionera en el sonido cinematográfico

Con más de 30 años de experiencia, Rosa María Oliart ha sido una de las pocas mujeres en el área técnica del cine peruano. “Durante mucho tiempo, el papel de la mujer en el cine fue de facilitadora: la que ayuda, la que produce, pero no la que toma decisiones creativas”, comenta. Como técnica de sonido de cine, ha tenido que desafiar esa percepción de verse incapacitada para algunas tareas audiovisuales.
Oliart recuerda cuando cargaba su propia grabadora analógica de carrete abierto en el rodaje de la película “La vida es una sola”, de la cineasta Marianne Eyde en 1992. Incluso cuando algunos compañeros la subestimaron por ser mujer e intentaron impedírselo durante un rodaje en Calca, Cusco, en tiempos de terrorismo en el Perú, ella hizo su trabajo. “Es mi responsabilidad cargar con mi grabadora. Si me caigo al río, me caigo con ella”, dice con humor.
Uno de sus trabajos recientes, “Autoerótica” de Andrea Hoyos, demuestra su sensibilidad para narrar desde el sonido. En lugar de reforzar la idea tradicional de la feminidad, utilizó la ambientación sonora para resaltar la opresión masculina en el contexto de ese cortometraje. “En una escena de un baño público, lo que se escuchaba no era solo el sonido del agua corriendo, sino las risas de los hombres afuera, generando una sensación de peligro para la protagonista”, explica. Su trabajo muestra que el sonido también es un lenguaje capaz de contar historias desde una perspectiva de género.
Mucho menos se sabe del trabajo de una sonidista, pero está siempre que hay que analizar el pasado traumático de una niña asustada por el ruido de una moto en “Yana-Huara”, película de Tito y Óscar Catacora, donde Oliart fue sonidista. Con el avance de la tecnología, su precisión está del lado de la posproducción y hacer los arreglos necesarios para resolver algún incidente, como sucedió con la voz de Jerry Rivera en “Asu mare 2” y otros momentos decisivos donde su capacidad creativa fue clave.
Pero, en términos generales, es otro potente rostro femenino que junto a Lombardi, Alva Helfer y Campos se introducen en emergentes y ambiciosos proyectos de cine peruano. Desde ahí, hay un esfuerzo por hacer más obvio lo que antes era casi invisible, su perspectiva, y resaltar su aporte como mujeres en el audiovisual.