El capítulo 5 de la Temporada 2 de “The Last of Us” es una muestra del camino de venganza por parte de Ellie y marca también un punto de inflexión para la protagonista de esta historia, un momento de no retorno y que nos mostrará su versión más oscura y sádica. Esto es todo lo que pasó en este episodio.
Evolución silenciosa del cordyceps
La entrega arranca con un estremecedor recordatorio: el hongo ya no necesita un simple mordisco para infectar a sus víctimas. Gracias a una conversación clandestina entre dos miembros de los Lobos (W.L.F.), descubrimos que las esporas flotan libremente por el aire, convirtiendo cualquier edificio sellado en una trampa mortal para los descuidados. Esta revelación redefine por completo la amenaza: ya no basta con evitar el contacto directo, sino que cada bocanada de aire puede ser letal. El giro añade tensión a cada escena, enfatizando que, en este mundo, cualquier respiración desprevenida puede ser la última.
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Caminata tensa de Ellie y Dina
Tras el vistazo al peligro biológico, volvemos con Ellie y Dina avanzando juntas por un paisaje desolado. Mientras sintonizan la radio de los Lobos, se dedican a trazar un plan para acercarse al paradero de Abby. Entre bromas juguetonas, Dina le reprocha a Ellie su torpeza con el “instrumento escolar”, recordándonos con cariño que incluso en este infierno postapocalíptico hay momentos de ligereza. Ellie, abatida, busca consuelo en la música, pero su canto se interrumpe antes del estribillo: el peso de la misión impide cualquier distracción.
La conversación deriva hacia la peculiaridad de los “escarapaceados” (Serafitas), a quienes comparan con los Amish por su rechazo a la tecnología. Sin embargo, la analogía se rompe abruptamente al presenciar cómo uno de esos fanáticos extrae órganos de un hombre, dejándonos claro que esas comparaciones frívolas no aguantan el menor escrutinio.
Revelaciones en un refugio ancestral
Con su objetivo en mente, Dina comparte su historia más íntima durante la travesía: al estallar la epidemia, su familia buscó refugio en una cabaña remota cerca de Santa Fe. Con sabia anticipación, avisa a Ellie que conoce el punto final de ese relato: la muerte de su madre y hermana a manos de un saqueador, evento que la impulsó a tomar venganza con sus propias manos. La moraleja de Dina resuena con fuerza: vengar una ofensa, sin importar quién la provocó primero, es un camino peligroso que sólo engendra más violencia. Este flashback dota de mayor profundidad al personaje, estableciendo un lazo emocional genuino con Ellie.
Emboscada de los infectados avanzados
Decididas a seguir adelante, las dos jóvenes llegan a un antiguo hospital abandonado, pero su cálculo resulta erróneo: el lugar está plagado de “clickers evolucionados”, criaturas que combinan astucia y brutalidad. Pronto se ven rodeadas por la horda y todo parece perdido… hasta que aparece Jesse, pistola en mano, irrumpiendo como caballero inesperado. Su llegada no sólo salva a Ellie y Dina de un final inminente, sino que también marca la reaparición oportuna de un aliado querido, quien junto a Tommy había salido de Jackson en busca del paradero de las dos fugitivas.
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El festín ritual de los Serafitas
La escasa tregua se rompe cuando los tres fugitivos huyen hacia un parque, iluminado por antorchas en la noche. Allí contemplan, aterrados, el macabro recibimiento de los Serafitas: un espectáculo de ceremonia religiosa donde desmiembran a un soldado de los Lobos en un acto de sacrificio. Los trajes ceremoniales, las danzas y los cánticos exaltan esa devoción fanática, pero su atmósfera es tan grandilocuente como perturbadora. Ellie observa en silencio, consciente de que esa secta no es un mero grupo de idealistas, sino un culto con la capacidad de aterrorizar a quien se cruce en su camino.
Confrontación brutal con Nora
A medida que huyen hacia un nivel inferior del hospital, Ellie se separa de Dina y Jesse, impulsada por el deseo de justicia. Allí enfrenta a Nora, exmiembro del escuadrón de Abby, responsable indirecta de la muerte de Joel. Inicialmente, Nora ejerce su habilidad de persuasión: se disculpa, muestra remordimiento, pero todo es una distracción para lograr escapar. Corre hacia un pasillo contaminado por esporas aéreas, pensando que Ellie no la seguirá. Sin embargo, la joven inmune la persigue sin dudar y la deja sola en una zona mortal. Con una frialdad sobrecogedora, Ellie utiliza un metal como arma para extraer su venganza, golpeando sin piedad mientras Nora suplica. El capítulo termina con un fundido en negro, dejándonos sin vislumbrar la conclusión de esa furia desatada.
Un amanecer inesperado: la visión de Joel
Justo cuando esperamos la resolución de la masacre, la última escena nos transporta a una mañana luminosa en la vieja casa de Joel. Ellie abre los ojos en su cama, despeinada pero serena, y él aparece en el umbral: “Buenos días, pequeña”, le dice con ternura. El reencuentro nos deja claro que se trata de un recuerdo, un instante robado a la pesadilla cotidiana. Ver a Pedro Pascal encarnando de nuevo a Joel, aunque sea en un flashback, ofrece un respiro emocional y promete respuestas: ¿implicará esa visión un nexo entre pasado y presente?
Este capítulo quinto no solo intensifica el horror al respirar cordyceps en el aire, sino que profundiza en el arco emocional de nuestras protagonistas. Ellie se adentró en una senda de venganza sin retorno y Dina demostró que la pérdida puede forjar lazos de solidaridad inquebrantables. Los Serafitas, con su ritual sanguinario, y los lobos, ahora vulnerables a las esporas, agregan capas de complejidad al mundo devastado. Con diezmadas esperanzas y renovadas traiciones, el episodio plantea dos preguntas centrales: ¿podrá Ellie controlar su sed de revancha sin consumirse en el proceso? ¿Y qué papel jugará ese recuerdo de Joel en el desenlace que se vislumbra en el horizonte?
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