

“Tuviste suerte (…) a veces te arrojan al infierno (…) se los llevan y quizás nunca los volvamos a ver (…) los padres preguntan qué pasó y ellos responden que escapaste (…) algún día te mostraré dónde es Boot Hill, el cementerio”.
Turner (Brandon Wilson) intenta apaciguar al malherido Elwood Curtis (Ethan Herisse), su compañero de la Nickel, un reformatorio al que han llegado por motivos distintos. Sin llegar a la mayoría de edad, ambos personajes intentarán sobrevivir en un país convulsionado, paradójicamente, encerrados en un espacio que debería ser sinónimo de seguridad.

Los dos jóvenes que protagonizan esta conversación son los protagonistas de “Los chicos de la Nickel”, la menos mediática de todas las candidatas al Oscar 2025. Dirigida por RaMell Ross, esta película basada en la novela escrita por el dos veces ganador del Pulitzer Colson Whitehead, se ha paseado por decenas de festivales en Estados Unidos y el exterior, aunque para verla en Perú, hemos tenido que esperar meses para que Prime Video la sume a su catálogo. Nunca llegó a cines.
El difícil camino que ha tenido esta cinta en países como el nuestro quizás responda a su casi nulo afán comercial. Se trata de una propuesta de autor, con toques de género documental, que, aunque tiene como foco un tema universal como el racismo, apunta a un hecho muy específico: los abusos cometidos dentro de un reformatorio en los Estados Unidos de la segunda mitad del siglo XX.
MIRA: “Disco, Ibiza, Locomía”: el ligero y poco ambicioso retrato sobre uno de los grupos sensación de los 90
Esto último, abordado por el Whithead en la novela que publicara en 2020, está basado a su vez en un hecho real: las brutalidades cometidas en la Escuela Dozier para Chicos de Marianna, Florida. En dicha institución, fundada en 1900 y clausurada recién en 2011, habrían muerto al menos 100 menores de edad. La revelación de esta crueldad motivó múltiples investigaciones oficiales, reportajes, documentales y libros. Aunque quizás ninguno tan resonante como “Los chicos de la Nickel”.


Como narrador súper dotado, Whithead (Nueva York, 1969) tiene la fascinante habilidad de contarlo todo valiéndose de las palabras exactas. Su novela “El ferrocarril subterráneo” (2017) le valió su primer Pulitzer y también fue adaptada con destreza a la pantalla. El responsable de llevar al streaming la historia de dos esclavos que intentan escapar del violento amo que los maltrata en una hacienda sureña en los Estados Unidos del siglo XIX fue el oscarizado Barry Jenkins. Los protagónicos recayeron en Thuso Mbedu y –el por entonces algo desconocido-- Aaron Pierre.

Casi cuatro años después de aquel salto de las letras a la pantalla chica, reconocido por la crítica, más no por los premios (no se llevó casi ninguno en las conocidas galas), otro libro de Whithead sigue el mismo camino, tal vez con igual o mejores resultados. La adaptación de RaMell Ross es soberbia, fundamentalmente porque si Whithead es brillante para conmovernos con sus palabras, este cineasta lo es valiéndose de imágenes. Porque “Los chicos de la Nickel” es, en gran parte de sus 140 minutos de duración, un conjunto sublime de imágenes capaces de tocar nuestro corazón.
Este filme cuenta la historia de Elwood Curtis (Ethan Herisse), un chico que se cría en la Norteamérica de los 60s. Acompañado básicamente por su abuela Hattie (Aunjanue Ellis-Taylor), veremos en pantalla un sucinto repaso a las etapas de un hombre cualquiera: la travesuras en el hogar, los juegos en el parque, las navidades bajo un iluminado pino artificial, los compañeros de aula y, por supuesto, los maestros. A este contexto, digamos común, es que Whithead, y Ross en su adaptación, le han añadido los detalles propios de los Estados Unidos de los sesenta. La impronta de Martin Luther King es latente. Lo mismo pasa con el factor histórico. Así, pues, las misiones espaciales de la época, narradas en radio y TV, tendrán lugar siempre cerca a Elwood y su entorno.

Un detalle que no pasa desapercibido en absoluto tiene que ver con la narración que Ross hace de la historia. El cineasta ha elegido un plano subjetivo, entonces, los espectadores seguiremos gran parte de la película desde el plano de Elwood, recurriendo en menor número de ocasiones a otros enfoques, y además presentando repeticiones de las escenas, en un ejercicio que resulta valioso. Lo es mucho más cuando, ya en la Nickel, vemos --una y otra-- vez el rostro de Elwood Curtis.
Son dos los momentos que proyectan el destino de nuestro protagonista. El primero tiene que ver con la oportunidad que un profesor le da a Elwood de postular a la Universidad Técnica de Melvin Griggs. Complicado por su situación financiera, que era la de la gran mayoría de chicos afroamericanos como él en su momento, el adolescente le dice a su patrocinador que “no tiene los recursos para pagar”. Este, sin embargo, le aclara que todo es gratuito, por lo que lo anima a buscarse un futuro valiéndose de su reconocida capacidad para los estudios.
El segundo momento tiene que ver con los azares del destino. El día que finalmente Curtis opta por trasladarse a la escuela gratuita que le sugirieron, comete el ‘error’ de aceptar la invitación para subirse al auto de un desconocido, el cual, vestido con llamativa pulcritud y a la vez portador de un lenguaje cautivante, nunca le hace pensar que en realidad se trata de un delincuente buscado por la Policía. Así nuestro protagonista termina en el reformatorio de Nickel, espacio donde transcurre el 75% de este drama sobre las diferencias sociales, los abusos y algunos de los más abyectos rasgos que caracterizan a ciertos seres humanos.
Resulta paradójico que, segundos antes de la intervención al delincuente elegante, este le habla sin parar a Elwood, y es en medio de tanta verborragia que una frase cualquiera volverá cual bumerang a la mente del espectador al final de la cinta:
- “Serás el orgullo de nuestra raza”.

En la categoría más difícil de los Oscar, “Los chicos de la Nickel” la tendrá harto complicada para llevarse la estatuilla dorada. La ambiciosa “Cónclave”, la sorpresiva “Aún estoy aquí”, la sugerente “La sustancia”, la polémica “Emilia Pérez” o la irresistible “Un completo desconocido”, sin duda, pueden coronarse merced a sus afamados directores, prestigiosos elencos o presupuestos millonarios. No obstante, la cinta de RaMell Ross no necesitará el Premio de la Academia para ser reconocida como una propuesta lo suficientemente profunda como para interpelar al que se le ponga al frente, más aún en tiempos donde la indiferencia parece haber sacado varios pasos de ventaja.
:quality(75)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/elcomercio/P4CJTOSJJZCMBDL7IDH3W5K2BY.jpg)
LOS CHICOS DE LA NICKEL/PRIME VIDEO
Sinopsis: Basada en la novela de Colson Whitehead ganadora del Premio Pulitzer, Nickel Boys narra la poderosa amistad entre dos jóvenes afroamericanos que atraviesan juntos las duras pruebas del reformatorio de Florida.
Elenco: Ethan Herisse, Brandon Wilson, Aunjanue Ellis-Taylor, Ethan Cole Sharp, Sam Malone, Najah Bradley, Hamish Linklater
TE PUEDE INTERESAR
- “Apples Never Fall”, un drama familiar con Alison Brie: “En la vida, hay cosas que los padres no necesitan saber sobre nosotros, y viceversa”
- “Un detective suelto en Hollywood 4″: Eddie Murphy conserva la magia de Axel Foley 40 años después
- “En tierra de santos y pecadores”: Liam Neeson se reivindica en un notable policial a la antigua | RESEÑA
- Juan José Campanella y el reto de ser parte de “La ley y el orden UVE”, la serie récord de la TV estadounidense
- “Jujutsu Kaisen 271″ Manga - Reseña: más que un cierre digno, una oportunidad desperdiciada
- Con superinteligencias artificiales y sin multimillonarios: un vistazo al futuro según Bill Gates en nueva docuserie
Contenido Sugerido
Contenido GEC


Cómo saber si mi billete de dos dólares vale una fortuna en el mercado de coleccionistas
MAG.
El boleto del Powerball ganador de un millón de dólares fue vendido en este local en Massachusetts
MAG.
Ángela Aguilar y las recientes fotos con las que ‘grita su amor’ por Christian Nodal
MAG.
Esta moneda Silver Eagle del año 1995 vale una fortuna y podrías encontrarla entre tus pertenencias
MAG.