Diego Maradona fue un milagro. Podría haberse muerto una y mil veces. Pisado por un tren cuando hacía equilibro sobre las vías de la estación Fiorito o arrollado por las drogas de 2000 en adelante. Pero mucho antes de su triste muerte logró salir adelante y convertirse en el mejor futbolista de todos los tiempos. Un fenómeno sin igual.
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La serie “Maradona, sueño bendito”, realizada por BTF Media y disponible ya en América Latina por Amazon Prime Video, recrea relatos y recuerdos de una época de su vida de la cual no hay registros fílmicos. Invita, de algún modo, a un lindo viaje al pasado, donde florece el Maradona emotivo, sensible, rebelde, familiero y pícaro.
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Pero también comienza con una escena muy fuerte y nunca esclarecida: ¿qué pasó en Punta del Este, a comienzos de este milenio? ¿Qué tan cerca estuvo el ídolo de morirse de sobredosis a los 39 años, el 4 de enero de 2000?
Todo se inicia con una pantalla negra. Lo único que se escuchan son latidos. Luego, aparece la imagen deforme de un hombre excedido de todo: de peso, de alimento, de drogas y de alcohol.
A los tumbos, Diego llega como puede a la casa junto al mar de Pablo Cosentino, donde según Carlos Ferro Viera (integrante del entorno maradoniano de esa época), armaron un “Lolapalooza de tres días”, tal como se describió, para recibir el año 2000.
A los tumbos, Diego llega como puede a la casa junto al mar de Pablo Cosentino, donde según Carlos Ferro Viera (integrante del entorno maradoniano de esa época), armaron un “Lolapalooza de tres días”, tal como se describió, para recibir el año 2000.
Todo es desesperación, salvo para Guillermo Coppola (interpretado por Jean Pier Noer) quien no parece tomar dimensión de la gravedad. “Es Diego, pibe. Si vos llamás una ambulancia, en cinco minutos esto es un circo mediático. Lo llevamos nosotros”, le dice al joven médico Jorge Romero, que muestra su desesperación ante el cuadro que encuentra al llegar, en su primera jornada de guardia en el Policlínico La Barra.
La distancia entre la casa y el sanatorio Cantegrill demanda un viaje de 40 minutos. El viaje en camioneta duró 32 minutos, casi un tercio de lo que hubiera tardado la ambulancia en ir y volver. A diferencia de lo que se cree, trasladarlo a Diego -aún en ese estado- fue la mejor opción posible.
La narración que hace la serie acerca del traslado concuerda con el testimonio de los protagonistas. Durante el trayecto, Coppola frena a cargar combustible, pero no se pide “un cafecito”, como sí plantea la serie. Cuando los medios se acercan al sanatorio Cantegrill, Coppola minimiza todo y, para intentar evitar un revuelo mediático ya imposible de desactivar, declara que Maradona “comió un poco de más en año nuevo y le subió la presión”.
Todo es dramático. Sin embargo, el realismo que contagian esos minutos iniciales comienzan a ponerse en duda con el correr de la serie.
Ocurre que en los primeros tres episodios se suceden al menos ocho errores que no solamente son groseros y fácilmente contrastables, sino también innecesarios. Si bien se trata de una ficción basada en la historia de Diego, estos detalles le bajan el precio a la megaproducción, al mismo tiempo muy bien actuada, que termina siendo una libre interpretación de hechos de una vida demasiado conocida como para contarla de otro modo.
Los ocho errores no forzados de los primeros tres capítulos de la serie Maradona, sueño Bendito, son los siguientes:
1) El General
La acción muestra la felicidad del pequeño Diego, cuando, a sus nueve años, don Francis Cornejo le confirma que queda fichado para ser parte de Los Cebollitas. El chico regresa sonriente a su casa, a compartir la noticia con su familia. Sin embargo, cuando entra a su casilla todos están tristes. De fondo se escucha a un locutor radial que informa la muerte del General Juan Domingo Perón.
Lo cierto es que Maradona tuvo nueve años entre de 1969 y 1970, mientras que Perón falleció el 1 de julio de 1974.
2) A todo color
“Mi primer sueño es jugar en el Mundial”. Pocas frases son tan icónicas como esa en el recorrido mediático de la vida de Maradona. Una y otra vez se vieron esas imágenes en blanco y negro, en donde un chico de 13 años hace jueguitos ante las cámaras del programa Sábados Circulares, conducido por Pipo Mancera. La remera es blanca, con un número 10, el cuello y puños oscuros (muy posiblemente, rojos).
La serie le puso color a ese momento tantas veces difundido. Pero, sorpresivamente, Diego de ficción viste una camiseta totalmente inversa: roja, con el número 10, el cuello y los puños blancos.
Lo que esa secuencia sí hace es una reparación histórica con el otro sueño que comparte Maradona: “Y el segundo es salir campeón de Octava, y de lo que siga del campeonato este”, muchas veces editada para que el segundo sueño del pequeño Diego termine luego de que dice “salir campeón”.
3) La apretada
En una de las tomas se lo ve a Francis Cornejo, entrenador de los Cebollitas, disfrutando de un partido de primera división de Argentinos. Junto a él hay un dirigente del club. Cerca, militares. Es octubre de 1976. Son tiempos de gobierno de facto.
“Precisamos que debute”, dice el directivo. “Todavía le falta. Hay que llevarlo de a poco”, responde Francis. “No le estoy pidiendo permiso, me están apretando”, cierra el hombre.
Consultado por “La Nación” de Argentina, el doctor Javier Roimiser, responsable del Departamento de Historia de Argentinos Juniors, explicó que, si bien el general Carlos Guillermo Suárez Mason era fanático del equipo de la Paternal, recién comenzó a pisar fuerte en el club después del Mundial 78.
Al mismo tiempo, afirmó que don Francis no solía ir a ver los partidos de primera división. Además, dijo que Diego pudo haber debutado bastante antes de aquel 20 de octubre de 1976. Desde comienzos de ese año ya se entrenaba con el plantel profesional. Pero no lo hizo porque pesaba sobre él una suspensión de cinco fechas, por una expulsión sufrida en septiembre en un partido de séptima división frente a Vélez.
4) Guillermo Blanco
Guillermo Abel Blanco es el periodista que más cerca estuvo de la familia Maradona desde su irrupción en los Cebollitas, a comienzos de los 70, hasta 1985. Incluso, fue su jefe de prensa de 1982 en adelante.
Según la serie, esa persona se rebautizó como Ricardo Suárez. Se lo ve en varias ocasiones compartiendo charlas intimistas con el ídolo y con su familia, aconsejándolo y pidiéndole “algún título”. Por momentos parece ser uno más del clan Maradona.
Sorprende que en una serie que tuvo y tiene problemas legales por, por ejemplo, personificar con nombre y apellido a Claudia Villafañe y a Guillermo Coppola sin su consentimiento, altere a la vez el nombre de una persona clave en los primeros pasos de Diego con la prensa argentina y mundial.
5) O Rei
Año 1979. Diego viaja en auto hasta una mansión espectacular ubicada en Rio de Janeiro. Junto a un fotógrafo (don Ricardo Alfieri) y el periodista Guillermo Blanco (rebautizado como Ricardo Suárez), ingresan al jardín de la propiedad, maravillados por el gigantesco parque, la mansión de dos plantas y una inmensa piscina.
De pronto, aparece un hombre con figura atlética y tez morena. Es, según la serie, Pelé. Al ídolo brasileño lo rodean tres mujeres con muy poca ropa. Una de ellas se pasea en topless alrededor de los dos futbolistas. El joven Diego parece obnubilado. Pelé lo mira, cómplice. Luego, ya adentro de la casa, el brasileño toca la guitarra y se elogian mutuamente.
La realidad indica diferencias notables en ese encuentro cumbre. Organizado por el periodista Guillermo Blanco para una producción especial de la revista El Gráfico, la visita de Maradona a O Rei se dio en un contexto mucho más terrenal. Además del cronista y su fotógrafo, a Diego lo acompañó su papá. Nadie de los que formaron parte de esa reunión la recuerdan como se la cuenta.
La crónica de Blanco en la revista “El Gráfico” comienza de la siguiente manera: “Las manos unidas son el resumen de todo. Pelé ha dejado la guitarra y en este momento le está dando consejos a Diego. Ambos se toman de las manos. Temblorosas y emocionadas las de Diego; serenas y apacibles las de Pelé. Veo los ojos de don Maradona que asienten y lloran mientras el rey se despoja de su corona de dólares y se muestra tan humilde y sincero como pocas veces puede parecer. ¿Cuánto hará que este hombre no le puede sacar una propina al día para reír, cantar, relajarse, hablar de lo que se le dé la gana? Siempre viajes (dentro de una hora tomará un avión para Santos), siempre firma de documentos comerciales, audiencias por divorcio, compras, ventas, films, grabaciones, reportajes, ir, venir; nunca estar. Por eso este amigo moreno que lo observa atónito asegurará después que nunca lo vio así, tan abierto y espontáneo, tan dado y contento, tan Edson Arantes do Nascimento como sabrá Dios cuántos años luz hará… Por eso esas manos unidas son el resumen de todo.”
Ni mansión. Ni mujeres semidesnudas. Ni el dueño de casa haciendo gala alguna de ostentación junto a la joven promesa. “Es una locura total y una falta de respeto a la familia de Pelé inventar esa versión, completamente alejada de la realidad”, coinciden personas allegadas a los testigos de ese icónico momento.
6) La final
Casi al final del segundo capítulo, el plantel juvenil campeón del mundo en Tokio 1979 regresa a la Argentina luego de consagrarse. De fondo, un relator dice: “”El equipo de Menotti derrotó por 2 a 0 a la Unión Soviética, uno de los rivales más difíciles del torneo”.
La definición del Mundial Juvenil Tokio 1979 terminó en realidad 3 a 1 en favor del seleccionado albiceleste. De hecho, el tercer gol lo hizo precisamente Maradona, de tiro libre.
7) La firma
Es otro de los momentos icónicos de la vida de Diego. El viernes 20 de febrero de 1981 se detuvo Argentina. O casi. Ese día, cerca de las 14.30, Maradona firmó su contrato con Boca. Aunque en realidad fue toda una puesta en escena para los medios, ya que el vínculo oficial había sido rubricado la noche anterior.
Con sus rulos característicos al viento y su sonrisa marca registrada, la joven promesa causó una revolución cuando ingresó al club por el portón que da a Del Valle Iberlucea, que ahora se usa para que ingrese el micro con el plantel.
De camiseta azul, jeans y zapatillas de lona claras, Diego fue consciente de que en ese instante le estaba cumpliendo el sueño a su padre.
La firma, televisada, la realizó rodeado de Próspero Cónsoli, presidente de Argentinos Juniors, y Martín Benito Noel, su par de Boca.
Sorprendentemente, cuando se recrea ese momento en la serie, Maradona viste un traje claro, y al momento de firmar solo aparecen Jorge Cyterspiler, su mánager de entonces, y Guillermo Coppola, el hombre que lo sucedió.
8) Fiesta loca
Según la serie, Diego Maradona comienza a derrapar la mismísima noche en la que firma su contrato con Boca. El ídolo acepta una propuesta de Guillermo Coppola y termina en un boliche, junto a Jorge Cyterspiler, rodeado de mujeres, bebiendo champagne y totalmente desenfrenado. A continuación, pasa la noche con una de las vedettes del momento, que era novia de Coppola (se llama de otra manera, pero todo indica que es Amalia Yuyito González).
La realidad es que la jornada del 20 de febrero de 1981 fue tan maradoniana como todas las posteriores. Luego de firmar con Boca, Diego se fue a almorzar a una cantina de la Boca con Guillermo Blanco y Cyterspiler. De allí viajó a La Candela para conocer a sus nuevos compañeros y a su DT, y un par de horas más tarde volvió a dirigirse a la Bombonera, donde por la noche disputó un amistoso en el que jugó el primer tiempo para Argentinos y el segundo, para Boca.
Luego, volvió con sus compañeros a La Candela y siguió concentrado para debutar, de manera oficial, apenas dos días más tarde ante Talleres de Córdoba, también en Brandsen 805.
Al mismo tiempo, Diego siempre estableció Barcelona y el año 1983 como el lugar y el momento en el que comenzó a consumir estupefacientes. Y el vínculo con Coppola comenzó en 1985.
Alguien muy cercano a Coppola le contó al diario argentino “La Nación”: “La serie de Diego es una ficción, y en la ficción hay asesinos, mafiosos, villanos, vagos y atorrantes. Ficción. La vida es otra cosa. Y Guillermo con Diego vivió momentos buenos, malos, altos y bajos. Pero nunca daño. Nunca delito. Y feliz de haber vivido esa vida”.
(Fuente: Pablo Lisotto/ LA NACION, Argentina)