

Parece que fuera ayer cuando en redes sociales se debatía sobre si Netflix había tomado la decisión correcta en elegir a un brasileño para interpretar al capo del narcotráfico colombiano Pablo Escobar Gaviria en su esperado lanzamiento “Narcos”. Era el año 2015 y en Latinoamérica el nombre de Wagner Moura empezaba a sonar con fuerza. Tres años atrás, en 2012, Caracol TV de Colombia, había emitido con éxito “El Patrón del mal” con el rol protagónico para un compatriota: Andrés Parra. Desde el saque, nada causaba resquemor, pero, ¿salió mal la apuesta posterior de Netflix por el nacido en Salvador de Bahía?
Una década después, ese universo “Narcos” se expandió con un éxito inusitado. Todas las series pertenecientes a este mundillo de hombres que surgen desde las extramuros de lo lícito, se hacen de mucho poder, causan terror, pero en algún momento caen y lo pierden (casi) todo son atractivas a priori. “El patrón del mal” costó cientos de miles de dólares por episodio, pero cada uno de los 74 vale cada centavo. En la producción de la TV colombiana (adquirida por Netflix para retransmitirse a libre disposición por sus clientes ad infinitum, algo que, por ejemplo, no pasó con “Betty la fea”, hoy en Prime Video) la calidad y el argumento eran innegables.
Pero volvamos al personaje central de todo esto. Porque en ese “Narcos”, la versión que Carlo Bernard, Chris Brancato y Doug Miro llevaron a las pantallas, ese brasileño que empezó masticando el castellano y terminó hablándolo de forma más que decente, brilló con luz propia. Tanto así que las críticas previas al estreno se esfumaron tan rápidamente como surgieron. Wagner Moura fue capaz de poner la cara en una propuesta que trastocaba algo más la historia real del capo de la droga fallecido en 1993, pero que la hizo inolvidable. No estuvo solo, claro, a su lado estarían actores que aún hoy resuenan, algunos con muchísimo más brillo, como Pedro Pascal, y otros quizás no tanto, como Boyd Holbrook.

Ese Moura ha caminado muchos kilómetros hasta hoy. El éxito de “Narcos” dio paso a secuelas, en donde él ya desaparecía y daba paso a actores como Diego Luna, Tenoch Huerta, José María Yazpik o incluso Michael Peña. Y el brasileño, lejos de dormirse en sus laureles, probó suerte en nuevos roles. No siempre protagónicos, algunos con mayor resonancia y otros que se evaporaron al paso de una o dos semanas. Así pues, a medio camino entre el cine comercial (“La red avispa” o “The Grey Man”) y el de autor (la injustificadamente olvidada de los Oscar “Civil War”), el protagonista de esta nota terminó aceptando un papel en “Ladrones de drogas”.
MIRA: “Disco, Ibiza, Locomía”: el ligero y poco ambicioso retrato sobre uno de los grupos sensación de los 90
“Dope Thief”, como es su título original en inglés, es una serie de ocho episodios que adapta la novela que Dennis Tafoya publicara en 2009. Bajo el paraguas de la multimillonaria AppleTV+, estamos ante un drama criminal que presenta a dos tipos que no encontraron mejor manera de hacer dinero que disfrazándose de agentes de la DEA para robarle droga y dinero a micro comercializadores, y luego revender lo primero y así pagar sus cuentas del día.
Inmerso en un proceso de evolución, Wagner Moura debe haber sido consciente de que, en la serie escrita por Peter Craig, él (Manny) no es el protagonista. El rol de peso recae sobre Brian Tyree Henry (Ray), un desdichado expresidiario afroamericano que, valiéndose de su verbo florido, y de sus ideas ‘insospechadas’, es la ‘mente siniestra’ de este singular emprendimiento criminal.

Los primeros dos episodios de “Ladrones de drogas” (Apple emitirá todos los viernes uno nuevo a nivel mundial) se reparten en dos temáticas: la presentación y el inicio de los problemas. El capítulo estreno inicia con una operación típica del dúo de falsos agentes de la DEA. Enfundados en unos cortavientos azul oscuro (con el inmenso logo de la institución a la que dicen pertenecer) la pareja de amigos ingresa a la casa de unos micro comercializadores de drogas alteradas. No hace falta esperar mucho tiempo para descubrir quién es Ray: un fanfarrón y dicharachero personaje que ataranta a los ‘detenidos’ apuntándoles en la cabeza, exigiéndoles silencio y forzándoles a responder “¿quién manda aquí?”. Manny (Moura) es bastante diferente en varios aspectos. Parece un asaltante más ligado a lo ‘operativo’. Busca en los cajones, abre las tapas de los inodoros y rápidamente guarda lo hallado en los bolsillos de su cortavientos.
La operación que inicia todo parece alargarse algo más de lo debido, pero cuando la pareja de falsos agentes de la DEA sale a su destartalada Van, empieza el debate en torno a si les hace falta un tercer integrante para sus próximas operaciones. Dos personas ciertamente parecen poco para enfrentar a pequeños grupos de narcotraficantes que a ratos se tornan incontrolables. Así deciden ir en busca de Rick (Spenser Granese), un expresidiario que compartió recinto con Ray antaño, pero que no parece el más apto para el trabajo. En fin, confían en él para su segunda y más avezada operación y, tal como como apostaríamos muchos, las cosas salen realmente mal.
Pero estos operativos de falsos agentes de la DEA que apenas dotados de un par de armas de dudosa procedencia no solo lo único que alimenta el guion de “Ladrones de drogas”. La serie de Peter Craig se manifiesta en dos tipos de relatos. El primero ya lo dijimos, con hechos que suceden en el presente, y que nos llevan de la risa al susto en un sube y baja incontrolable. Pero es el segundo plano el más llamativo. Porque detrás de Ray y de Manny hay historias, por supuesto.
Ray es un expresidiario que vive en casa de su madrastra (Theresa/Kate Mulgrew), la “amante de su padre” que optó por criarlo desde que era muy chico. Su papá (Bart/Ving Rhames) está preso y enfermo, así que solo un indulto podría salvarle sus últimos días tras las rejas. Aunque, en honor a la verdad, tampoco es que Bar se vaya a perder mucho afuera. La vida de Ray es, por decirlo menos, desdichada. Cada ‘aventura’ robándole a microcomercializadores de drogas termina en un arribo a casa agotado, pero sobre todo en una visita a Theresa, una mujer mitad encanto, mitad vocabulario procaz. La rubia señora fuma mientras saca cuentas y se queja porque no puede pasear a su perrito fuera de casa por el terrible frío de Filadelfia. Cinco minutos después, le está cantando Happy Birthday a Ray con un cupcake y una velita. La escena es conmovedora porque es el fiel reflejo de una familia de clase media que, estancada en sus problemas de dinero, sobrevive a punta de pequeños momentos felices, pero, sobre todo, de respeto.

No es todo para Ray, claro, el expresidiario evoca cada cierto tiempo la muerte de lo que aparenta ser una de sus exparejas. Como en flashbacks va de momentos felices, de situaciones en pareja hasta llegar a un trágico hecho: el accidente de tránsito que le habría quitado la vida. En el medio de todo esto, nuestro protagonista repasa su adicción a la automedicación, un hoyo que también comparten millones de estadounidenses. Todo en la serie de Peter Craig –y por ende en el libro de Tafoya, descrito como “una novela cruda y redentora” parece con un pie en la realidad.
Manny tampoco se queda atrás. Estamos ante un inmigrante que, sin mayores luces para salir adelante, y también con un recuerdo de su paso en prisión, confía en su amigo Ray a ciegas. Tanto así que cuando este lo embarca en esa segunda operación, le demuestra una lealtad monumental al llevar su camioneta y traerla llena de forados por las balas. Porque sí, ese segundo operativo simplemente no resulta. Matan a Rick, Ray salva de morir gracias a Manny e, ¿inesperadamente? los dueños de la droga descubren que nuestros amigos falsos agentes de la DEA están detrás.

En el camino de la venganza todo puede pasar. Manny y Ray parecen conscientes de que “toca bajar la cabeza y proteger a los seres queridos” porque se han metido con gente de temer. El primero cuidará a su esposa latina, el segundo a su mamá Theresa (y al perro de esta). La forma en cómo Ray lleva a cabo su procedimiento es de los momentos más graciosos del episodio 2, el cual también tiene como plus el intermitente protagonismo de Mina (Marin Irleand), la agente REAL de la DEA que terminó infiltrada en uno de los grupos asaltados por Ray y Manny para descubrirlos, porque ambos son responsables del fracaso de otro operativo que trajo abajo los planes operativos del buró antidrogas.

“Ladrones de drogas” es una serie ambiciosa. Etiquetarla como un drama criminal parece el camino fácil, pero en realidad es una propuesta plagada de humor negro, de grandes momentos conmovedores, de postales de lealtad y compañerismo en medio de un devenir violento, porque sí, también estamos frente a la descripción del mundillo de la droga y la violencia que azota gran parte de la costa este de Estados Unidos. Bastan dos episodios para presagiar que lo que se viene será mucho mejor, y más aún, para buscar el libro de Dennis Tafoya para descubrir la historia detrás.
:quality(75)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/elcomercio/QP7NGPJI55CYVJZ76MBJDKTRVM.jpg)
LADRONES DE DROGAS/APPLETV+
Sinopsis: Amigos y delincuentes de toda la vida que se hacen pasar por agentes de la DEA para robar en una casa en el campo, pero acaban revelando y desentrañando sin querer el mayor corredor oculto de narcóticos de la costa Este.
Elenco: Brian Tyree Henry, Wagner Moura, Marin Ireland, Amir Arison, Nesta Cooper, Kate Mulgrew, Ving Rhames
Número de episodios: 8 (se estrenará desde el episodio 3 cada viernes a partir del viernes 21)
TE PUEDE INTERESAR
- “Apples Never Fall”, un drama familiar con Alison Brie: “En la vida, hay cosas que los padres no necesitan saber sobre nosotros, y viceversa”
- “Un detective suelto en Hollywood 4″: Eddie Murphy conserva la magia de Axel Foley 40 años después
- “En tierra de santos y pecadores”: Liam Neeson se reivindica en un notable policial a la antigua | RESEÑA
- Juan José Campanella y el reto de ser parte de “La ley y el orden UVE”, la serie récord de la TV estadounidense
- “Jujutsu Kaisen 271″ Manga - Reseña: más que un cierre digno, una oportunidad desperdiciada
- Con superinteligencias artificiales y sin multimillonarios: un vistazo al futuro según Bill Gates en nueva docuserie
Contenido Sugerido
Contenido GEC


Jugador de Washington perdió los $50 millones del Mega Millions, pero se llevó un premio consuelo que cualquiera agradecería
MAG.
Otro arresto en Pomona: ICE detiene a barbero inmigrante el mismo día de la redada contra jornaleros en Home Depot
MAG.
¿Tienes una de estas monedas de 25 centavos de 1999? Podrías ganar hasta US$10,500 sin saberlo
MAG.
Se detuvo en una gasolinera de Missouri y ganó en Powerball: dónde se vendió el ticket con un premio de $50 mil
MAG.