Mariliendre
2025
Atresplayer
Director:
Javier Ferreiro
Actores:
Blanca Martínez, Martin Urrutia, Omar Ayuso, Carlos González, Yenesi
Género:
Drama, Musical
Duración:
Clasificación:
Mayores de 14

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Omar Ayuso: “Cuando eres pequeño y no sabes muy bien qué te pasa ni quién eres, porque no ves a nadie a tu alrededor como tú, la música puede convertirse en un salvavidas”
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Omar Ayuso: “Cuando eres pequeño y no sabes muy bien qué te pasa ni quién eres, porque no ves a nadie a tu alrededor como tú, la música puede convertirse en un salvavidas”

Omar Ayuso: “Cuando eres pequeño y no sabes muy bien qué te pasa ni quién eres, porque no ves a nadie a tu alrededor como tú, la música puede convertirse en un salvavidas”

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Con apenas 19 años, Omar Ayuso pasó de ser un chico madrileño anónimo a convertirse en fenómeno global gracias a . El vértigo de la fama lo llevó a lidiar con momentos de crisis, pero también lo impulsó a explorar registros nuevos que hoy definen su carrera: del retrato íntimo y descarnado en Yo, adicto (Disney Plus) al salto a un musical queer con Mariliendre, su proyecto más reciente junto a ‘Los Javis’ Javier Ambrossi y Javier Calvo, responsables de éxitos como Veneno, La Mesías, Paquita Salas, Cardo. A propósito del estreno latinoamericano en , el pasado 5 de octubre, conversamos con el actor sobre su evolución, el reto de entrar en el mundo del musical y lo que espera del público de esta parte del mundo.

–En América Latina, y también en Perú, tu nombre se hizo conocido a partir de Élite. Eras muy joven y de pronto estabas frente al éxito masivo. Después vino Yo, adicto, un proyecto mucho más íntimo y duro, y ahora llegas con Mariliendre, un musical queer. ¿Cómo dirías que estos proyectos, tan distintos entre sí, han marcado tu camino como actor?

Siento que, a medida que voy trabajando en distintos proyectos, con diferentes personas y personajes, se va expandiendo mi mirada: como persona y como actor. Y también mi técnica. Cada vez me siento más seguro, y gracias a esa seguridad adquirida —proyecto a proyecto— noto que en los últimos trabajos el nivel de disfrute ha sido altísimo. Me lo paso cada vez mejor interpretando.

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Alfonso Rivadeneyra

–En ese recorrido, ¿qué descubriste —o vas descubriendo— de ti como actor que antes no sabías?

Sabes qué, antes de entrar a Élite yo no tenía formación como actor; todo lo he ido aprendiendo trabajando. En estos años he ido descubriendo a mi “yo actor” en todos los sentidos. He adquirido técnica, he aprendido cómo es realmente este oficio... y eso tiene algo muy bonito, pero también genera inseguridad. Porque si ya de por sí el síndrome del impostor está muy presente en este trabajo —y en muchos otros—, imagínate cuando no tienes una formación previa y vas aprendiendo sobre la marcha. A veces esa sensación de no tener herramientas, o de pensar “este no es mi lugar”, puede ser muy fuerte. Pero, proyecto a proyecto, me voy sintiendo cada vez más cómodo, gustándome más como actor, soltándome más... y sobre todo, disfrutando más que juzgándome o queriendo hacerlo perfecto todo el tiempo.

–Hace un tiempo contaste lo difícil que fue lidiar con la fama en tus inicios. Un año después de Yo, adicto, ahora con Mariliendre, ¿cómo estás viviendo hoy la exposición pública?

Ha ido un poco a la par. Al final, la comprensión da calma, y yo he ido comprendiendo este oficio… y también la fama, que no sé si alguna vez se llega a entender del todo, porque es algo muy marciano. Pero cada vez lo vivo con más calma y disfrute.

He tenido que amigarme con esa exposición, porque si no, era una angustia constante, casi una tortura. Poco a poco le he ido encontrando la parte positiva: entender que también me abre muchas puertas. Y he aprendido a aceptar que tener ese nivel de exposición —si lo quieres— es una responsabilidad, y asumirla puede ser algo muy bueno si la usas para las cosas correctas.

Luego, en lo cotidiano… que te miren por la calle o te pidan fotos, intento que me haga algo de gracia, porque si no, sería insoportable. Obviamente tiene su parte dura: el ego, las inseguridades, el paso del tiempo, el físico, la ropa, los likes… Pero bueno, como dicen, todo gran poder conlleva una gran responsabilidad, y yo intento asumirla y vivirlo de la mejor manera posible.

Omar Ayuso junto al elenco estelar de "Mariliendre".
Omar Ayuso junto al elenco estelar de "Mariliendre".
/ Atresmedia

–El término mariliendre tiene un peso cultural dentro de la comunidad queer. Se usa para referirse a la mujer que suele rodearse de amigos homosexuales y, según la RAE, en España tiene un matiz coloquial e incluso despectivo. ¿Qué aprendiste al entrar en ese universo a través de la serie?

Primero aprendí que era un término peyorativo, porque yo nunca en mi vida lo había usado así. Fue al empezar esta serie cuando descubrí que, efectivamente, se había utilizado como un insulto. Pero creo que ahora, como ha pasado con palabras como maricón o travesti, la comunidad se ha apropiado de esos términos y los ha convertido en bandera.

Más que aprender lo que significa ser una mariliendre en concreto, lo que me dejó esta serie fue confirmar muchas reflexiones que ya tenía sobre la amistad. Porque al final, el concepto de mariliendre tiene mucho que ver con eso: con ser —en un momento de la vida— un buen o mal amigo, y con cómo, con el tiempo, uno se perdona o no ciertas cosas.

Esta serie me conectó mucho con esas amistades de cuando acabas de cumplir dieciocho años y comienzas a vivir una vida más “adulta”, entre comillas. Y con la idea de cómo, diez años después, muchas de esas personas ya no están —por distintas razones—, y cómo eso influye en la manera en que uno se construye.

-Cuando te alcanzan el guion, ¿qué te interesó o qué te vino a la mente explorar de esta relación entre la música, la amistad y la identidad que tiene el proyecto?

Yo creo que muchas personas del colectivo, cuando fuimos pequeños y no tuvimos —por la época o por el lugar que nos tocó habitar— un círculo de personas queer alrededor, vivimos lo que se llama estar en el armario. En ese contexto, cierta música se convierte en refugio. En mi caso fue el pop, y en concreto las divas pop: para mí fue Alaska; para otros, Lady Gaga o Lana del Rey.

En esas infancias queer, donde cuesta encontrar anclajes o referentes en el entorno, de pronto se abre una puerta hacia otro universo. Cuando eres pequeño y no sabes muy bien qué te pasa ni quién eres —porque no ves a nadie a tu alrededor como tú—, la música puede convertirse en un salvavidas. A mí me abrió un mundo que iba mucho más allá: me conectó con otras personas —fans de Alaska—, con amistades que nacieron a partir de ahí, con el cine, con la moda.

Así se fue construyendo una identidad queer, porque ser gay, al menos como yo lo entiendo, va mucho más allá de la sexualidad: es una cuestión identitaria. Y esa identidad, en mi caso, se formó a través de la música y de esas amistades queer. Creo que todo eso también está muy presente en la serie.

-Has dicho que actuar en un musical implica tres veces más trabajo que en otros géneros. ¿Hubo alguna escena o número que al inicio te descolocó, en la que no confiabas y luego terminó siendo un reto divertido?

A mí me pasó con todos los números musicales al principio. De hecho, noté una evolución enorme del inicio al final del rodaje. En los primeros números siempre me enfrentaba a ellos pensando: “No voy a poder, esto no es para mí”. Pero cuando llegamos a los últimos, esa sensación ya no estaba.

Cuando nos presentaban una coreografía o un nuevo número, ya no iba con el “no puedo” por delante, sino con un “wow, es difícil, pero voy a poder”. Y eso fue gracias al trabajo, a la paciencia y al apoyo de nuestras coreógrafas y de Pablo (Lluch), nuestro productor musical. Al final, como en todo, vas adquiriendo técnica, y con la técnica llega la tranquilidad… y el disfrute.

-En España la serie se estrenó en abril de este año. ¿Cómo viviste esas primeras reacciones del público y de la crítica?

Fue muy intenso porque, primero, el público de Mariliendre ha sido, en general, un público muy conectado a las redes, sobre todo a Twitter. Entonces era inevitable no asomarse a ver qué decía la gente. Había muchas reacciones, casi todas bastante buenas y divertidas. Incluso las malas lo eran, porque la gente puede ser muy ingeniosa con la maldad en redes, así que también nos reíamos de esas.

Y además fue intenso porque yo nunca había presentado una serie que se emitiera semanalmente. Mariliendre se estrenó en abril y estuvo al aire hasta mediados de junio, así que era tema de conversación constante. En general, el recibimiento fue muy guay aquí en España.

-Y ahora llega al mundo, a Latinoamérica, donde el público puede ser más conservador con algunos temas. ¿Qué esperas de esa diferencia de miradas?

Yo creo que todo lo que un proyecto genere a nivel de conversación —tanto lo positivo, que emocione, motive o guste, como lo negativo, que enfade, confronte o toque ciertos valores—, refleja de alguna manera el tipo de producto y la temática que aborda.

Por ejemplo, con Mariliendre en España, al principio había gente que no empatizaba con la problemática de la protagonista, pero a medida que avanzaba la historia muchos empezaron a comprenderla y a ponerse en su lugar. Para mí, eso reflejaba tanto el machismo estructural como la complejidad del propio personaje.

Por eso creo que, cuando la serie se estrene en Latinoamérica, todo lo que genere —ya sean críticas, debate o identificación— será valioso. Al final, todo lo que provoque conversación es positivo, porque permite leer también el contexto en el que se recibe.

-¿Te ilusiona de alguna manera la conexión con las audiencias queer latinoamericanas que buscan verse reflejadas en producciones de este tipo?

Sí, muchísimo. Mi conexión con estas realidades viene de largo, porque desde Élite el público latinoamericano conectó mucho con la serie, con mi trama y con el personaje de Arón Piper. Ya van a ser ocho años recibiendo esas reacciones, y es muy bonito poder ver cómo se perciben en otros contextos.

Al final, las emociones y las realidades son universales… y la homofobia, por desgracia, también lo sigue siendo, incluso en países que se perciben como más modernos. Así que sí, estoy con muchas ganas de ver cómo la recibe el público latinoamericano.

-¿Qué viene ahora para ti? ¿Por dónde te gustaría transitar?

En un mes empiezo a rodar una serie que me hace muchísima ilusión, porque es un personaje muy distinto a todo lo que he hecho hasta ahora, radicalmente distinto, y tengo muchas ganas de embarcarme en eso.

También sigo con el teatro: ahora mismo estoy en los ensayos de una nueva obra que se llama La forma humana, de Pablo Messiez, que estrenaremos en 2026 aquí en España. Y nada, seguir divirtiéndome con mi oficio, que al final es lo que más me gusta en la vida.

-¿Qué le dirías al público peruano?

Que vean Mariliendre, que es una serie muy divertida y, al mismo tiempo, muy emotiva. Creo que pueden sentirse identificados desde muchos lugares y con muchos de sus personajes.

Sobre Mariliendre

En Mariliendre, Meri Román (Blanca Martínez Rodrigo) fue, hace más de una década, una de las reinas de la noche gay madrileña. Hoy, con 35 años, es una diva en decadencia, marcada por su pasado y estancada en una rutina sin brillo. La muerte de su padre la obliga a reencontrarse con su antiguo grupo de amigos, revivir los himnos que acompañaron su juventud y, entre risas, excesos y recuerdos, intentar poner orden en su caótica vida y reconciliarse con su identidad.

Blanca Martínez Rodrigo lidera el elenco como Meri Román, junto a Martín Urrutia, Omar Ayuso, Carlos González, Yenesi, Álvaro Jurado, Mariona Terés, Mariano Peña y Nina, quienes completan el reparto principal.

La serie está producida por Atresmedia en colaboración con Suma Content. Montse García y Andrea H. Catalá ejercen como productoras ejecutivas, mientras que Javier Calvo y Javier Ambrossi producen el proyecto. Mariliendre fue creada y dirigida por Javier Ferreiro, guionista también de Vestidas de azul, otra producción del dúo Calvo–Ambrossi.

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