En Nieva, a 195 kilómetros de Bagua Chica por carretera asfaltada, se unen los ríos Marañón y Nieva. (FOTO: Flor Ruiz)
En Nieva, a 195 kilómetros de Bagua Chica por carretera asfaltada, se unen los ríos Marañón y Nieva. (FOTO: Flor Ruiz)
Álvaro Rocha

"A Itaca no se llega, a Itaca se va”, decía el poeta griego Constantino Kavafis, apuntando a que el camino es tan importante como el destino. La frase trepa rápido a la cabeza cuando uno va por la ruta que lleva de Bagua Chica a Santa María de Nieva, la cual mantiene a los viajeros que se aventuran por los dominios de awajunes y wampis –etnias que pusieron el pecho en el conflicto del Cenepa, para después ser olvidados por las autoridades– en un trance entre hipnótico y exaltado.

Para empezar se pasa por el pongo de Rentema, magnífico escenario donde confluyen los ríos Marañón, Utcubamba y Chinchipe. Luego asoma la Cordillera de Colán, santuario nacional que flanquea el estupendo valle del Chiriaco, con sus tupidos bosques y cataratas que le dan sabor a la travesía.

Por fin, Nieva. En La Casa Verde, Mario Vargas Llosa describe el sitio como “si estuviera fuera de este mundo”, no solo por lo aislado, sino por poseer un rico universo propio. Definitivamente debió ser más acogedor entonces, pues hoy es un laberinto anárquico que tiene como tabla de salvación confortables hoteles con vista al Marañón.

No se puede obviar el puerto del lugar, el cual siempre suele ser el corazón de las urbes amazónicas. Este se llamaba ‘Te Llevo Llevo’, realismo mágico mediante. Le pregunté al motorista si en realidad me podía llevar a donde quisiera. “Claro”, me dijo. “A Río de Janeiro o si quieres hasta Nueva Zelanda”, respondió resumiendo la ansiedad y esperanza futbolística de todo el país.

Sin embargo, no es necesario fantasear con lejanías. Lo imperdonable es no visitar el extraordinario pongo de Manseriche, a una hora de Nieva. Si lo obvia, entonces merece ver el Mundial por TV.

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