MDN
Wendy Ramos

El amor son las telenovelas y los discos de 45 con Albina. 

Era Wendy Janet Ramos Rey muy pipiola aún, pero ya entonces sufría tanto o más que Isaura. El dolor y la angustia de la esclava, de lunes a viernes a las 4 de la tarde, eran también los suyos. Sentimientos igual de intensos y melcochos se le desbordaban cuando era el turno, indistintamente, de La sucesora, La reina de la chatarra o Roque Santero. De Verónica Castro en Los ricos también lloran. De Lucía Méndez prebótox en Viviana, enamorada, ilusionada y nada más. Su nana Albina la hacía ver, después del colegio, maratones de ficciones exportadas de Brasil, de Televisa, de Venevisión. En casa paraban ellas dos suspirando en ausencia de una mamá que partió temprano por cáncer, un papá que trabajaba duro y unos hermanos demasiado mayores. No había descanso para la afición a la ficción. Una tras otra. Una tras otra. Una tras otra. Porque, además, no había control remoto. Cambia, Wendy. No, Albina, anda tú. No, tú. No, tú. No, tú. La consecuencia feliz: la esperanza, pero sobre todo la certeza, de que si pasa de mentira, también ocurrirá de verdá.

Albina tenía además, narra la comunicadora, actriz y clown (52), un novio que le mandaba discos para conquistarla. La aguja pinchaba el vinilo, pues, y entonces lloraban. Celos, siento celos, de los ojos de un amigo, del saludo del vecino y del forro de tu abrigo. “Las dos éramos ‘un moco’ todo el tiempo. Un par de dramáticas, todo lo hacíamos en ese tono. Recuerdo que un día esperé y esperé a papá que no llegaba para comer y, cuando arribó, me encontró tirada en el piso. Pensó que me había dado un infarto, pero yo estaba desmayada de hambre. ‘Papá, me muero, papá...’. Siempre desmayada como en la novelas. Y Albina no se quedaba atrás. Cuando él se iba a trabajar, salíamos por la ventana y ella gritaba: ‘¡Señor Ramos, no se vaya! ¡No se vaya, por favor!’. Mi papá tenía que ir a tomar su carro a otro paradero, qué roche... Estábamos locazas”.

El amor también son las historias pubertas escritas a mano en un diario.

Wendy, narra hoy, siempre fue una enamoradiza. En el colegio y la academia, su mano no dejaba de trazar la misma trayectoria. Corazones en cuadernos. Corazones en servilletas. Corazones en boletos de micro. Corazones en agendas personales que todavía conserva. “Si me gustaba un chico, ponía nuestros nombres en el centro: ‘Wendy y Carlos’. Me gustaba otro: ‘Wendy y tal’. ‘Hoy pasé por el costado de X en el Británico. Y me miró. Estoy segura, de repente él no, pero yo sí. Ay, me encanta, cuánto lo quiero’. Pasabas la otra página y la misma historia con diferente protagonista. Puros pajaritos”. 

¿Te la pasabas muy sola?

Noo, yo he tenido enamoraditos desde bien chiquita...

¿Y uno firme?

A los 12.

Novio de piquito...

No, chapábamos bien [risas]. Es mi amigo hasta ahora. Todos mis ex lo son a excepción de uno [pone su dedo índice derecho a la altura de la sien y lo hace girar evidenciando insania en el referido]. Aquel de los 12 años, Martín, me ‘cayó’ en una fiesta. Nunca nos veíamos, pero hablábamos por teléfono toooodos los días del mundo en cuanto terminaba Disco club. Lo llamaba [hace el gesto y marca un aparato de disco en el aire] y hablábamos hasta que nos aburríamos. En cuanto yo escuchaba la llave de mi papá, cortaba. Después le pusieron candado al teléfono, pero empezó el tiqui, tiqui, tiqui, el truco para llamar que todos sabíamos en esas épocas. ‘¿Te gustó el video?’, ‘la nueva canción de este está paja, ¿no?’...

¿Cuándo sentiste que te enamoraste de verdad?

Lo que pasa es que siempre que te enamoras realmente crees: ‘esta es’. Cuando estás ahí, piensas que siempre va a durar, que ese alguien es el amor de tu vida. Y está bien, ¿no? Tal vez el amor más sano es el que tuve con mi ex marido Ramón. Si terminamos, fue porque debía emigrar para tener un futuro mejor. Él es tatuador. Si se quedaba acá, se la iba a pasar haciendo Demonios de Tasmania. En cambio, donde está hoy es considerado un artista. 

Has puesto en Instagram una foto con él hace poco.

¡Ah, lo adoro, lo adoro, lo adoro! Nos escribimos por WhatsApp, todo. Cuando me cuenta que está enamorado de alguien, lo que yo siento es felicidad. No un ‘ay, por qué no fue conmigo’. Es raro eso de querer que alguien solo sea feliz contigo. Si está contigo y se tiempla de otra, llorarás pues, pero si es feliz por allá, es lo mejor. Yo quisiera que el otro sea feliz. A menos que me ponga los cuernos, ahí sí que se pudra [risas].

¿Cuánto tiempo estuvieron?

Mira, nos conocimos y a los cinco días ya éramos enamorados. A los cinco meses nos casamos y a los cinco años nos divorciamos. Ese fue mi segundo ex marido, con él me casé a los 32. Mi primer matrimonio fue a los 24 y duró dos años y medio.

¿Por qué casarte una segunda vez?

Todo lo que no nos ha pasado suele preocuparnos demasiado. Yo ya había tenido rupturas. Yo ya sé que la pena pasa. Que vas a querer de nuevo, que te van a querer de nuevo. Que no te mueres de amor como no te has muerto tantas otras veces. Entonces ¿por qué no?

¿Cómo ves el amor ahora?

Hoy estoy muy receptiva del amor en general, no específicamente del de pareja. Vi Coco, sobre familia, amigos y muerte y sentí cosas muy fuertes relacionadas con el amor. Tal vez empezar en esta danza del cortejo tan chibola... me aburrió un poco el rito. Pienso: otra vez comenzar a convencer al tipo, vestirte, ponerte, quitarte, toda la estrategia. Es toda una chamba... hay cosas que ya no haría. Ir a tonear con alguien hasta las cinco cuando en verdad no toneo nunca. El amor en general como amor, ahí estoy ahorita.

¿Reincidirías una tercera vez?

Ah, sí. Pero de otra manera. Civil, yala. Religioso, yala. Habría que ponerse creativos.

El amor es locos de amor 2 y las comedias románticas.

Lola es el personaje que a ella le ha tocado interpretar en la nueva película coral de Tondero, a estrenarse el 14 de febrero. Wendy cuenta, para sorpresa de la platea, que se trata de un rol secundario en la subhistoria que protagoniza su yunta ex Patacláun, ex Carita de atún, Johanna San Miguel. Eso debido a que en el tráiler parece robarse la cinta completa. “Lola es una mujer que se acaba de pelear con el marido y viene toda despechada de Miami a arrasar con Lima. Se encuentra con su amiga Soledad [San Miguel] y lo primero que hace es preguntar: ‘¿Dónde están los hombres acá? ¡Vamos!’”.

Lea la nota completa mañana en la edición impresa de la revista Somos.

Contenido Sugerido

Contenido GEC