Ya llega. Lo primero que hizo Andrés Calamaro la última vez que cantó en Lima fue besar el suelo donde poco antes cantó Iggy Pop. Esta vez, él será el absoluto protagonista de la noche. (Foto: Difusión)
Ya llega. Lo primero que hizo Andrés Calamaro la última vez que cantó en Lima fue besar el suelo donde poco antes cantó Iggy Pop. Esta vez, él será el absoluto protagonista de la noche. (Foto: Difusión)

Aunque su último disco de temas inéditos fue Bohemio (2013), Calamaro ha sabido mantenerse vigente gracias a dos grabaciones publicadas el año pasado. Romaphonic Sessions, donde libera al trovador sensible e íntimo, capaz de reversionarse, como en ‘Mi enfermedad’, o de reinterpretar a Gardel (‘Soledad’, ‘El día que me quieras’) con igual solvencia. En diciembre lanzó Volumen 11, donde temas como ‘Apocalipsis en Malasaña’ o ‘La noche’ nos devuelven a la imagen del letrista poderoso, eficaz y rockero de Honestidad Brutal. Antes de su nueva visita a Lima, el ‘Salmón’ conversó con Somos.

¿Qué ventajas sientes que tiene ofrecer un show acústico como el que será ‘Licencia para cantar’?
Una ventaja sería no distraerse con los teléfonos celulares, que la audiencia se respete y se olvide de filmar por dos horas. Es muy posible que sumemos un par de canciones de Volumen 11. Para mí, como cantante, este formato es muy agradecido. Para el respetable tiene que ser interesante, hay mucho para escuchar.

¿Cómo pasas la mayor parte del tiempo en giras como esta? ¿Qué extrañas más de casa?
Me la pelan los viajes muy largos en avión, las esperas en los aeropuertos y los traslados interminables del aeropuerto al hotel. En el tiempo libre tomamos mate, conversamos y escuchamos música. Lo que intentamos es ofrecer un buen concierto, inspirado. Tener buenas sensaciones en el escenario. Digamos que en casa todo queda más cerca, para cantar me subo a un taxi y llego en quince minutos al ensayo. Otra cualidad sedentaria es elegir buenos alimentos y cocinarme la comida. Por cierto, en Perú, la experiencia gastronómica es inevitable, la cocina peruana es como Messi para los argentinos.

Sobre tu más reciente grabación, Volumen 11, dice en tu web que es “un disco carnívoro, ácido y plural”. ¿Cómo lo defines tú?
Es una retrospectiva de canciones escritas y grabadas entre 2012 y 2016, como tal cosa tiene distintos colores o estilos, formas de grabación. Es un disco intenso con letras interesantes.

Como el compositor prolífico que eres, ¿qué significa la creación para ti?
Actualmente dudo de la verdadera importancia de la creación y la necesidad de compartirla con el resto del mundo, es una contemplación teórica. Estoy embarcado en una gira ‘de intérprete’ y siento la importancia de cantar afinado e inspirado siempre. La interpretación creativa es lo que ofrecemos.

¿Qué es lo que ves cuando miras hacia atrás en tu carrera? ¿Qué ves, en cambio, cuando piensas en el futuro?
No soy un adicto a la nostalgia, hace muchos años que participo en discos y en grupos de músicos de categoría. Mi carrera fue mi vida. Mirando hacia adelante espero hacer menos giras largas y comprometidas, pues suponen un importante esfuerzo mental y físico.

¿Piensas que es un momento difícil para el rock, tal como lo conocemos? La mayoría de emisoras y canales de TV le dan espacio a géneros como el reggaetón...
El problema es que demasiada gente está embutida en una actualidad transgénica consistente en eventos deportivos y cuestiones de gestión política. Es un momento complicado para muchos oficios que se ven amenazados en los territorios ocupados por la corporación digital.

¿Qué es lo mejor que te ha dado la vida por hacer canciones?

Seguramente el respeto de mis pares y del pueblo. Me considero un afortunado que sabe vivir de la música.

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