Esta foto fue tomada en el centro de Lima el 30 de junio de 1961.  En ella se ve a escolares que marchan para concientizar sobre la importancia del VI Censo Nacional de Población, llevado a cabo ese año. (Foto: Archivo histórico El Comercio)
Esta foto fue tomada en el centro de Lima el 30 de junio de 1961. En ella se ve a escolares que marchan para concientizar sobre la importancia del VI Censo Nacional de Población, llevado a cabo ese año. (Foto: Archivo histórico El Comercio)

Ah, los números. No se puede vivir con o sin ellos. Aníbal Sánchez Aguilar es de los segundos. Un fan. Sentado en la sala de conferencias del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), no oculta su entusiasmo por el tamaño de data que se le viene tras el 22 de octubre, jornada en la que se ejecutarán los Censos Nacionales 2017 (XII de Población, VII de Vivienda y III de Comunidades Indígenas). No es para menos. Para el jefe de la entidad, así como para quienes trabajan en esa sede de Jesús María, la próxima es indiscutiblemente la madre de todas las encuestas. La más grande, la más completa, la más importante. Es la foto actualizada del Perú bien entrado el siglo XXI de la que se derivarán decisiones. Cada día. Por eso todos allí están, además, con chamba hasta las narices. Y con algo de retraso. Necesitan 600 mil voluntarios que puedan censar. De todo el proceso que está en marcha, sin embargo, algo debe decirse primero: hay interesantes novedades este año con las preguntas que se formularán en cada hogar del país.

Cuestiones de estreno
Así, por primera vez en la historia de los censos poblacionales, se ha incluido una interrogante referida a la autoidentificación étnica. “Sí, la idea es saber cómo se autorreconoce cada uno de los peruanos. Cómo se identifica respecto de las propias herencias de sus antepasados. Cada uno dirá voluntariamente, por ejemplo, si es quechua, aimara o si está vinculado a algún grupo nativo de la Amazonía; si es mestizo, blanco o si cree pertenecer a algún grupo étnico que ha inmigrado de otro país”, detalla Sánchez.

El economista y estadista agrega que se optó por incluir esta pregunta porque, ligada a las otras relacionadas con vivienda, salud, condiciones de fecundidad, residencia y más, va a permitir observar las brechas que existen entre distintas poblaciones. “Nos servirá para percatarnos, por ejemplo, de las distancias en cuanto a calidad de vida entre un grupo nativo de la Amazonía frente al promedio nacional. Estos resultados serán útiles para orientar con mayor vigor las políticas de estado correspondientes”.

Sobre esta consulta puntual destaca el hecho de no incluirse como alternativa de respuesta a las comunidades originarias de Asia. Ante esto, Sánchez aclara que si alguien se ve a sí mismo como tusán o nikkéi, por ejemplo, debe elegir la alternativa ‘otro’ y, en el espacio para rellenar, especificar cuál. Según aduce, se hace esto porque la variedad de las respuestas podría ser enorme, “tanto como lo serían en la alternativa ‘nativo o indígena de la Amazonía’ o en la alternativa ‘perteneciente o parte de otro pueblo indígena u originario’, donde los pobladores también deberán especificar”.

Otra duda en este acápite. ¿Qué pasa, por ejemplo, si el encuestado dice ser mestizo y el empadronador considera que no es así? “Eso no nos corresponde evaluar. Solo recogeremos el dato de cómo la persona se autoidentifica. Ahora, el Perú es un crisol de nacionalidades. Puede haber un extranjero que se ha quedado y se ha casado con una afroperuana, por ejemplo. O con una persona que es aimara. Entonces los hijos se autodefinirán como ellos quieran. Eso es lo que vamos a anotar”, indica Sánchez.

El punto en cuestión viene siendo formulado desde hace 15 años en otro censo distinto, el de hogares. Uno más chico, digamos. Y los resultados más recientes que se tienen sobre ello es que el 50% de los peruanos se autoidentifican como mestizos. Según Sánchez, le sigue una quinta parte de la población que se considera quechua. Otra proporción pequeña que se siente aimara y un 2% de la población que se ve como afroperuana. Eso a grandes rasgos.

Otras cuestiones se estrenarán el próximo mes. Así se preguntará si se estudia o trabaja en el mismo distrito en que se reside. “Eso es para conocer la movilidad espacial de la población. Será útil para cuestiones vinculadas al transporte o el tráfico”. Igualmente se abordará por primera vez el tema de la discapacidad. “Se cuestionará a cada uno si tiene dificultad para ver, oír o caminar, entre otras. Esto nos dará un marco de hogares en el que podremos hacer encuestas especializadas después”.

El resto de temas consignados en la cédula censal, que posee en total 47 preguntas, es familiar. Entre ellos se cuentan localización, características y servicios de la vivienda; número, características y personas que conforman un hogar y características de la población.

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