"Entre los simpatizantes de Gretha Thunberg está Stella McCartney, quien desde su inicio en el mundo de la moda ha apostado por una filosofía que incluye materiales reciclados, productos libres de crueldad y espacios de venta con bajo consumo de energía", escribre Roger Loayza
"Entre los simpatizantes de Gretha Thunberg está Stella McCartney, quien desde su inicio en el mundo de la moda ha apostado por una filosofía que incluye materiales reciclados, productos libres de crueldad y espacios de venta con bajo consumo de energía", escribre Roger Loayza
/ ERIC BARADAT
Roger Loayza

Este setiembre, el desfile primavera-verano 2020 de Dior creó como entorno un bosque de árboles listos para ser plantados donde, caminando entre ellos, aparecían modelos peinadas con dos trenzas y sombreros de ala ancha, como para protegerlas del sol. La inspiración a nivel de estilismo y escenografía insinuaba dos cosas: Greta Thunberg y el cambio climático. Tildada injustamente de frívola y superficial, es irónicamente la moda quien pone a uno de los personajes contemporáneos más ridículamente controvertidos en el centro de atención, incrementando su potencial como ícono de estilo, y estilo de vida, claramente.

Desfile Primavera-Verano 2020 de Dior en la Semana de la moda de París.
Desfile Primavera-Verano 2020 de Dior en la Semana de la moda de París.
/ Benoit Tessier

La polarización que ha creado Greta Thunberg tanto en medios de comunicación como en redes sociales es algo que sorprende y desconcierta. La historia de una adolescente que desde hace un año protestaba sin compañía alguna afuera del Parlamento sueco y que hoy lidera un movimiento global, tiene al mundo dividido entre quienes la ven como una suerte de mesías y quienes la satanizan. Desde los que la catalogan como “psicópata” por sus gestos al hablar, a quienes destacan su aparente poca congruencia por viajar en un velero de la realeza, hasta los que la consideran un títere de entidades con intereses económicos: la balanza tiende a inclinarse de manera desfavorable hacia ella. Sin embargo esta negatividad y suspicacia son un reflejo de la desinformación y comprensión selectiva que existen hoy en día.

"El discurso de Greta no tiene mayor novedad: es más, lo vienen dando hace varias décadas Jane Goodall, David Attenborough y las comunidades indígenas que habitan nuestra propia selva peruana, entre otros", añade Loayza.
"El discurso de Greta no tiene mayor novedad: es más, lo vienen dando hace varias décadas Jane Goodall, David Attenborough y las comunidades indígenas que habitan nuestra propia selva peruana, entre otros", añade Loayza.
/ Adam Fondren

Es verdad que las apariciones públicas de Greta Thunberg no son precisamente un despliegue de carisma, y que su gesticulación resulta algo impostada y bizarra. Pero si antes de saltar a conclusiones sobre padres actores que supuestamente la han entrenado, nos informásemos mejor sobre su diagnóstico de Asperger entenderíamos que estas manifestaciones corporales son parte de los posibles síntomas de esta condición médica. En cuanto al viaje transatlántico en un velero real, la información es precisa. Viajó a Nueva York para dar su discurso en la ONU en un velero piloteado por Pierre Casiraghi, hijo de la Princesa Carolina de Mónaco y nieto de Grace Kelly (¿será Greta una groupie de Hollywood también?), quien le ofreció el Malizia II como medio de transporte por ser una nave con cero emisiones de carbono, ya que utiliza paneles solares y turbinas subacuáticas como generadores de energía. Con lo impredecible que puede resultar atravesar un océano durante 15 días queda claro que viajar en avión hubiera sido una elección mucho más cómoda y rápida, pero se hubiera perdido el statement de quien hoy trata de enseñarnos con su ejemplo.

Swedish environmental activist Greta Thunberg delivers a speech before a debate with French parliament members at the National Assembly in Paris, France, July 23, 2019.  REUTERS/Philippe Wojazer
Swedish environmental activist Greta Thunberg delivers a speech before a debate with French parliament members at the National Assembly in Paris, France, July 23, 2019. REUTERS/Philippe Wojazer
/ PHILIPPE WOJAZER

Probablemente lo más polémico que ha osado decir Greta Thunberg fue que su infancia le había sido robada. Inmediatamente saltaron los comentarios en redes sociales -con insultos incluidos- desautorizando su experiencia de vida porque no se equiparaba en grado de desgracia con lo que viven muchos niños que son explotados laboralmente a nivel mundial. Más allá de la opinión que tengamos al respecto, hay un tema grave, uno de los peores males de nuestros tiempos: el quedarnos solamente con el titular de una noticia. Greta en efecto hizo esa declaración, seguida inmediatamente por la siguiente frase “y sin embargo soy una de las afortunadas”, aludiendo claramente a las poblaciones menos privilegiadas del mundo, las más vulnerables ante las consecuencias del cambio climático.

El discurso de Greta no tiene mayor novedad, es más, lo vienen dando hace varias décadas Jane Goodall, David Attenborough y las comunidades indígenas que habitan nuestra propia selva peruana. Pero en tiempos donde los filtros de Instagram y el autotune hacen que lo real nos satisfaga cada vez menos, ni el background tradicional de los estudiosos ingleses ni el estigma de subdesarrollo de las comunidades del Amazonas les ha permitido captar nuestra atención. Lo ha hecho esta chica y su extraordinaria historia, una historia que varios acusan de ser fabricada por personas que buscan lucrar con sus acciones. Si esto llegara a ser cierto, ¿no sería mejor hacerle caso a aquellos que buscan generar negocios que beneficien al planeta? ¿O es mejor seguir patrocinando a aquellos que camuflan el daño que le hacen con información engañosa mientras continúan talando árboles, por ejemplo?

Greta Thunberg en setiembre de 2019, durante un encuentro en Canadá.
Greta Thunberg en setiembre de 2019, durante un encuentro en Canadá.
/ Paul Chiasson

Existe una tendencia que habla de esperanza. Entre los simpatizantes de Gretha Thunberg está Stella McCartney, quien desde sus inicios en el mundo de la moda ha apostado por una filosofía que incluye materiales reciclados, productos libres de crueldad y espacios de venta con bajo consumo de energía. Inicialmente vista como la Greta del grupo, es ahora Stella quien lidera al resto de diseñadores que poco a poco van siguiendo sus pasos hacia propuestas más sostenibles y ecoamigables. La re-edición de la icónica mochila de los años 90 de Prada -ahora en nylon reciclado- lo demuestra, al igual que la abolición del uso de pieles por parte de marcas tales como Versace, Gucci, Armani y Tom Ford, entre otras.

La moda va y viene, pero nunca regresa de la misma manera. El entorno en el que decide reaparecer siempre le agrega un elemento propio distinguible. Cuando retorne la moda de esta década que está por terminar, será interesante ver si dominará la obsesión por las hermanas Kardashian, la tecnodependencia o si resaltará la conciencia por el medio ambiente que aparentemente estamos recobrando. El futuro lo dirá, si es que existe.


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