¿Y si pudieras sanar sin decir una palabra? El enigmático poder de la terapia de sonido, cómo funciona y por qué genera una paz profunda

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Echados, con los ojos vendados y absolutamente concentrados en la musicalidad de una serie de instrumentos poderosos, como el tambor chamánico, el cuenco tibetano o las flautas nativas, en el santuario de sonido Ymaq, los terapeutas Gabriela Pella y Abrahan Herrera nos guían por este viaje intuitivo que busca sanar el alma, el cuerpo y equilibrar nuestras energías.

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Ambos llegaron a entender el poder de los sonidos y sus vibraciones hace más de 10 años, buscando encontrarse a sí mismos en momentos de intranquilidad y muchas dudas. Gabriela lo hizo a través de los tambores y la flauta; Abrahan se identificó con el palo de lluvia y los cuencos de cuarzo y los tibetanos. “Me llamó la atención la paz que transmitía el palo de lluvia, me relajaba bastante, amé esa conexión con los instrumentos”, recuerda Abrahan sobre sus primeras experiencias con el ‘sound healing’. Para Gabriela, fue un proceso que comenzó en Cusco: “Poco a poco me fui conociendo, viendo mi propio cambio y quise compartirlo con más personas. Ahí fue cuando sentí ese triángulo amoroso entre la naturaleza, lo ancestral y los sonidos”, nos dice. Así formaron Ymaq, nombre donde cada letra tiene un significado. Y: yo interior, consciencia, esencia. M: movimiento, energía en expansión, vibración del corazón. A: aliento de vida, apertura, conexión con lo divino. Q: quietud, silencio sagrado, vacío fértil donde nace el sonido. “El camino del alma hacia la armonía a través del sonido y el silencio”, nos dicen.

Pero, ¿cómo impactan las vibraciones en nuestras emociones? Se podría explicar como cuando una canción te calma, te motiva o te hace feliz. Al estar nuestro cuerpo compuesto por agua, las vibraciones pueden influir en él y sus frecuencias (cantidad de vibraciones por segundo que hace un sonido). En las terapias, las frecuencias relajan el sistema nervioso y ayudan a equilibrar chakras, emociones o incluso mejorar la concentración. “No practicamos una partitura —comenta la terapeuta—, la música sale como nos llega en ese momento y como la sentimos. Cada sesión es un momento íntimo, pues en ellas entregamos nuestras energías a los demás”.

La fecha de cada sesión no es elegida al azar. Debe estar relacionada con las fases de la Luna y la energía del momento. Comienzan con una ceremonia que te desconecta de la realidad para ingresar a un espacio libre de preocupaciones. Comparten un té, decretan sus intenciones, meditan y hacen estiramientos. Así, se va ingresando en este viaje de sanación y relajación. Los instrumentos se eligen dependiendo del propósito: “A veces, es importante trabajar el chakra 1 y 2, que son la conexión con la raíz, la tierra, la madre, la familia. Para estos chakras tocamos instrumentos de tierra”, explican los terapeutas. Dependiendo del objetivo de la ceremonia, se mezclan los instrumentos específicos que vibran para la frecuencia que se necesita trabajar. “Cada instrumento se conecta con cierto elemento [tierra, agua, fuego, aire] y sobre esa base elaboramos una secuencia de instrumentos”, dice Abrahan.

Al terminar la sesión, algunos de los participantes comentan que viajaron a su niñez y se vieron de pequeños, otros se sienten en una jungla rodeados de animales salvajes influenciados por los sonidos más tribales. También, puede llegar una lluvia de pensamientos y preguntas que nunca te hiciste en la vida, o simplemente, relajarte tanto que ingresas a un sueño profundo. Es un momento para encontrarse con uno mismo, un lujo que pocas veces nos solemos dar en el mundo actual.

Estas terapias son ideales para personas ansiosas o con insomnio porque aquí logran hacer una pausa y relajarse totalmente. Además, al sentirse en calma y armonía se mejora el ánimo, e incluso, puede llegar a curar dolores de cabeza y espalda tras liberar el estrés. La invitación está sobre la mesa. //