Día del zurdo: ¿Somos especiales los que escribimos torcidos?, por Rafaella León
Día del zurdo: ¿Somos especiales los que escribimos torcidos?, por Rafaella León
Rafaella León

Unos tres millones de peruanos son zurdos, si aplicamos la fórmula del 10% de la población mundial que nació mirando al oeste.

Los zurdos no seríamos nada sin nuestra mano derecha. Lo comprobé muchas veces mientras cargaba a mis hijos con mi mano, mi brazo, mi antebrazo y hasta con parte de mi cintura y mi cadera derechas, de tal manera que todo mi lado izquierdo podía estar libre para ejecutar las tareas más difíciles e inverosímiles. Algunas de ellas incluso en simultáneo: limpiar vómitos, remover la olla, sacudir una almohada, dar el biberón, colocar una diminuta casaquilla a través de diminutas extremidades, lavarme los dientes. Cualquier cosa. Todo, mientras tuviese al bebe bien acomodado sobre mi yo derecho del cuerpo. Jamás pude hacerlo a la inversa. Mi costado izquierdo no sirve para sostener algo como si fuese un mueble inerte. Jamás se quedaría observando sin hacer. Es el lado que manda.

Se dice que los zurdos pueden mostrar más destreza para los deportes como fútbol, boxeo, tenis y vóley. Que lo digan Cecilia Tait, Leo Messi, Rafael Nadal o Muhammad Alí. Aparentemente estamos más alertas ante la posibilidad de recibir ataques, golpes o balones por la derecha, acaso porque la vida normal gira siguiendo las manijas del reloj, y porque a ello nos acostumbraron desde niños. La derecha es una dimensión desconocida para nuestros sentidos, por eso es que lo primero que aprendemos -junto con escribir- es a controlar lo que venga de bueno y de malo desde ese lado.

También se ha dicho que supuestamente somos más creativos e imaginativos, pues desarrollamos más el hemisferio derecho del cerebro. Por ejemplo, para hallar soluciones matemáticas a los problemas. Habilidad clara y comprobadamente contraria, en mi caso. ¿Somos más propensos a sufrir accidentes, debido a que casi todo en este mundo ha sido hecho para el disfrute y comodidad de los diestros? Si es de zurdos mancharse la ropa cada día al comer, rebanarse los dedos al cortar tomates o servir porciones de torta volteándolas de cabeza en el plato porque la espátula -para diestros- no ayuda, entonces la respuesta es sí.

La ciencia ha determinado que las personas zurdas conservan mejor la memoria al llegar a la edad en que uno más bien tiende a olvidarse de todo. Me pregunto en qué categoría de zurdo entro yo, que a mis 42 ya me he descubierto buscando una taza en el mueble de las toallas, por no hablar del par de veces al mes en que dejo colgadas las llaves de la casa… en la puerta de entrada.

Cuando quiero imaginar cómo es aprender a escribir, escribo el abecedario con mi mano inútil. Me puede tomar diez minutos delinear las consonantes. Cuando quiero reírme de mí misma, intento firmar con la mano derecha. Me compruebo torpe, motrizmente inestable. Y sin embargo, definitivamente más consciente de una actividad que suele ser mecánica y prehistórica: escribir a mano. Cuando quiero recordar mi primera infancia, en carpeta amarilla y papel lustre, cojo las tijeras con la derecha. No hay otra forma. Así me enseñaron. Cuando fui a la universidad, era el mouse de la computadora el que siempre estaba del lado equivocado de mi cuerpo. Así me acostumbré. Ya no puedo revertirlo. Y, sin embargo, cuando quiero escenificar mi propia muerte, es mi mano izquierda la que adquiere perfil de revólver con el índice y el anular señalando mi sien. Con dificultad y algo de luz, esa misma figura formada por mi mano derecha sería quizás un perro.

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