¿’Edwin Burga’ o ‘Manuel Oviedo’?, por Pedro Ortiz Bisso. (Fotos: El Comercio)
¿’Edwin Burga’ o ‘Manuel Oviedo’?, por Pedro Ortiz Bisso. (Fotos: El Comercio)
Pedro Ortiz Bisso

La amenaza de la FIFA de sancionar a Perú si se deroga la Ley de Fortalecimiento de la Federación Peruana de Fútbol (FPF) es real. No es una “cortina de humo” como señala la congresista Paloma Noceda. A la transnacional más poderosa del mundo no le gusta que interfieran en sus asuntos y lo que pase con uno de sus asociadas lo es.

En términos prácticos, la FPF es una franquicia de la FIFA. Por eso necesita un régimen distinto a otras federaciones deportivas que lo libre de interferencias estatales. ¿No es justo, no nos gusta, es discriminatorio? La respuesta desde Suiza es simple: organicen el fútbol peruano a su manera. Eso sí, en nuestros torneos no podrán participar.

De advertencias, amagos y alguno que otro combo entre la FIFA y el poder político, los peruanos sabemos mucho. Durante el mandato de Manuel Burga abundaron estos desencuentros. Incluso en una ocasión vino el uruguayo Eugenio Figueredo -hoy hundido hasta las narices en el Caso Fifagate- para husmear y meter miedo. Cada vez que había una sacudida, los reclamantes reculaban y Manuelito volvía a sentarse feliz en el cómodo sillón que recibió sus posaderas por largos e inolvidables 12 años.

¿Este caso es distinto? En esencia no. Pero hay una notable diferencia: los audios de los ‘hermanitos’, esos que convirtieron a Edwin Oviedo en ‘Edwincito’.

El señor Oviedo debió alejarse del cargo y abocarse en esclarecer, como diría Fernando Vivas, sus supuestas cortesías con los presuntos miembros de “Los cuellos blancos del puerto” para que la federación trabajara sin ninguna sombra.

Pero no lo hizo y parece que no lo hará. Sus defensores, como el hoy ubicuo secretario general de la federación, aducen que las reformas emprendidas para formalizar nuestro fútbol quedarían en peligro. Obviamente, los señores Agustín Lozano y Franklin Chuquizuta, eventuales sucesores de Oviedo, no despiertan mayor confianza entre la burocracia de la Videna.

La ley en cuestión tiene un artículo clave: amplía el mandato de Oviedo hasta el 2020. Y este ha pasado de “no pensar” en la reelección -como lo señaló a poco de ganar la presidencia en la federación- al “no descarto nada en absoluto”.

Acaso la mejor solución sea la uruguaya: que un comité regularizador de la FIFA intervenga la federación y se encargue de administrarla hasta las próximas elecciones. Así el señor Oviedo desplegaría todas sus energías en aclarar su situación legal, la federación dejaría de ser relacionada con el mayor escándalo de corrupción de los últimos años y Ricardo Gareca podría trabajar sin sobresaltos. Mientras tanto, se haría una sucesión ordenada, con el aval del ente mayor del balompié mundial.

Señor Oviedo, no se convierta en el nuevo Manuel Burga. Esa historia la conocemos. Y sabemos cómo termina.

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