Gareca presidente, por Pedro Suárez-Vértiz. (Ilustración: Nadia Santos)
Gareca presidente, por Pedro Suárez-Vértiz. (Ilustración: Nadia Santos)
Pedro Suárez Vértiz

Muchos habrán escuchado esa arenga. Que el ‘Tigre’ sea presidente del Perú. Obviamente, lo tomamos como una ocurrente frase y nada más. Pero resulta que existe un trasfondo verdadero: la fe ciega en alguien que nos alegró el corazón, como hizo Gareca. Aquí queda en un chiste. Pero en otras coyunturas se hace realidad. El fútbol es una confirmada plataforma de poder político.

Este Mundial ha sido testigo de un fenómeno insólito. Cerca de 35 mil peruanos (APAVIT) viajaron a Rusia a alentar nuestro fútbol. Las barreras sociales fueron derrumbadas por la pasión por la blanquirroja. Los peruanos hemos estado más unidos que nunca, solo por el hecho de ver a nuestra selección en un Mundial de fútbol después de 36 años.

Siempre pensé que lo cautivante del fútbol tenía su origen en el jugar a los soldaditos de niño. Dos ejércitos de juguete enfrentándose en el piso o sobre tu cama. Por ello los hombres mayormente aman el fútbol. Me llenó de alegría confirmar mi teoría cuando leí a Eduardo Galeano. Este escritor uruguayo, en su libro El fútbol a sol y sombra, dice: “En el fútbol, ritual sublimación de la guerra, once hombres de pantalón corto son la espada del barrio, la ciudad o la nación”.

Tal cual, la unidad patriótica que se ha percibido en el Mundial nunca ha sido lograda aquí por ninguna ideología ni agrupación política. Es más, hay personas que quieren ver a exitosos asesores deportivos en el poder. El analista Bernardo ‘Chama’ Orlandini dice: “Hay casos clarísimos, como cuando el club León de Huánuco se encontraba en segunda división. Entonces el presidente del club, Luis Picón, no perdió la fe e invirtió en el querido club huanuqueño para resucitarlo, porque ‘el León es de todos y todos debemos alentar para que vuelva a primera división’. Finalmente, se logró el objetivo de pasar a primera división y posteriormente llegar a la Copa Libertadores. En consecuencia, Luis Picón fue electo presidente regional de Huánuco. Caso parecido fue el de Rofilio Neyra en Ayacucho, quien llevó a Inti Gas (hoy Ayacucho F.C.) a primera división para luego jugar la Copa Sudamericana. Neyra fue electo congresista por su región”.  

El A.C. Milan tuvo como dueño, durante 31 años, a Silvio Berlusconi. Durante su mandato logró convertirlo en uno de los mejores equipos de Italia. Berlusconi iba de niño junto a su padre a ver al Milan. Fue así que, con su cómodo poder adquisitivo, logró el sueño de comprarlo y llevarlo a la cima. ¿Consecuencia? Berlusconi ha sido electo primer ministro de Italia en cuatro ocasiones. 

Argentina es un caso extraordinario. El fútbol está tan metido en el tema político como cualquier otro factor socialmente vital. El presidente argentino, Mauricio Macri, fue un destacado presidente del Boca Juniors entre 1995 y 2008. Cerca de su final como dirigente del club, fue electo jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Finalmente, fue electo presidente en el año 2015, logro indudablemente respaldado por sus años con Boca. Orlandini acota: “Las dirigencias sindicales del país van de la mano del fútbol y es este mismo deporte el que les da tanto poder”.  

El diario El País dice: “Muchos sindicalistas, como Moyano y Barrionuevo, controlan los clubes de fútbol y con ellos a sus temidas barras bravas, que actúan como fuerza de choque en cualquier conflicto interno del sindicato”.  

Moyano es dirigente del sindicato de camioneros y transportistas, y quien organiza paros y negocia con Macri. Es también presidente del Club Atlético Independiente de Avellaneda, actualmente en primera división de Argentina.  

El balompié puede llegar a moldear inclinaciones políticas cuando no existe mucha relación entre lo uno y lo otro. El fútbol es un vehículo mucho más efectivo para motivar a la gente y engancharla que cualquier doctrina o simpatía política. 

Esta columna fue publicada el 14 de julio del 2018 en la edición impresa de la revista Somos.

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