Renato Cisneros

Sentado en un muro chato del malecón de Málaga, mirando las aguas del Mediterráneo con la avidez que por el mar guarda todo hijo del Caribe, el escritor cubano Leonardo Padura hace hora esperando el almuerzo que ofrece la organización del festival literario que nos trajo hasta aquí. Es un templado mediodía de febrero, arriba el sol invernal del cambio climático nos acribilla con inesperada furia. Por la noche, Padura sostendrá una conversación con Mario Vargas Llosa en el número estelar de la jornada de inauguración. «Vendrá a verme un amigo, Facundo Bacardí», comenta el cubano, con esa voz rasposa que envuelve un acento encantador. «¿Bacardí? ¿Igual que el ron?», le consulto. «Exactamente, es el bisnieto del fundador de la destilería, que también se llamaba Facundo Bacardí, a quien apodaban ‘El Murciélago’», señala Padura.

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