El último sábado, mientras veíamos a la ‘U’ sufrir con cada ataque de Cristal, Rubén Marruffo, periodista y crema como pocos, decía con aires de nostalgia que el partido le parecía un ‘deja vú’. “Hemos vuelto a la década del 70, cuando Leguía era el único que podía darle fútbol a un equipo con jugadores muy limitados”.
Y sí, eso es Universitario hoy, un equipo que llora sangre para dar tres pases seguidos, que depende de una pelota parada para concretar aquello que suele morir a 25 metros del arco rival. Que tiene en Diego Manicero –un Germán menos líder y talentoso- al único generador de ideas de un plantel con poco cariño por el balón.
¿Qué posibilidades tiene esta crema, entonces, de hacerle daño a Alianza? Pocas, realmente. Pero eso no quiere decir que el clásico esté perdido.
La ‘U’ de Córdova insinúa mucho más que con Troglio o Chirinos. Intenta construir una pared con un martillo, pero no decae, persiste. Guerrea. Es ahí donde puede estar la clave. Así han llegado los goles de Corzo y Schuler, o el que hizo Siucho ante Boys. Sus jugadores se matan, pelean, no bajan la cabeza. Son capaces de ir a la guerra con un tenedor.
Y tendrán al lado a su hinchada, que ha empezado a despertar conforme el aroma del descenso se ha hecho más infecto.
Universitario necesita sumar para seguir con aire y aunque en otras circunstancias un punto en un clásico sería bienvenido, el contexto es otro. Le urge ganar para sobrevivir. Por eso estoy seguro de que va a pelear. Hasta el final.