MDN
Mundial de la selva
Álvaro Rocha

Lejanos, pero felices. Habíamos viajado 10 horas vía fluvial para ver a estos niños. Remontamos el Marañón, luego el Tigre y finalmente el río Corrientes hasta detenernos en Santa Elena.

Llovía, la mayoría no conocía ni Iquitos, pero no importaba; allí estaban jugando su final del Mundial, felices detrás de la pelota. Todos se sentían Guerrero, Farfán o el ‘Orejas’ Flores. Y cuando metían un gol no estaban allí, estaban en Rusia, pues ellos no veían unos bancos humedecidos por el temporal, unas palmeras al borde del campo; sí alucinaban una tribuna reventando de gente y hacia allí se dirigían dando brincos, levantando el puño, celebrando con euforia.

La fantasía en un nivel real maravilloso. Desde la precaria tribuna también sonreía la gente de la Academia Cantolao que les enseñó tácticas y técnicas futboleras, y los representantes de la empresa Pluspetrol, que hizo posible el sueño de estos niños.

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