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Miki González y Francesca Brivio

Francesca Brivio y Miki González van juntos al mercado. Él camina por la calle en Nueva York y ella lo acompaña desde su cama en Lima. Bienaventurados tiempos los del Facetime. No es la primera vez que pasean así. Pasa que la actriz y conductora suele estar mucho tiempo reposando debido a la mastocitosis sistémica que padece, una extraña e incurable enfermedad con la que batalla desde hace ocho años. Y él, siendo el ícono del rock nacional que es, viaja cada cierto tiempo. Es verdad que ella pone cara de cordero degollado cuando habla de él. Y esta vez, para Somos, es la primera vez que ella habla de él.

“Estamos juntos desde hace dos años, pero nos conocemos de mucho tiempo atrás. Vivimos en el mismo edificio, éramos los mejores amigos. Luego empezamos a querernos profundamente. Ya ves que dicen que el amor es la amistad con momentos eróticos. Hoy es mi gran compañero. Si tuviera que describir en una palabra que caracteriza nuestra relación es complicidad. Todo el tiempo estamos pendientes uno del otro”, detalla Brivio, de 38 años. Y agrega: “Es el último romántico, siempre está diciéndome los piropos más peculiares que existen. Siempre con detalles. Es rarísimo. Pero, sobre todo, amo que me ame como soy. Como decía Frida Khalo: ‘me mira como si fuera magia’. Qué más puedo pedir”.

La también activista narra que ambos comparten un humor negro muy peculiar. “A ‘Maik’ (como le digo yo) le costó inicialmente sobrellevar mi enfermedad. Fue duro verme los días malos. Pero ha aprendido a cuidarme, a entender todo esto. Cuando él ha estado muy delicado de salud también he estado yo ahí. Nos apoyamos y tratamos de ponerle al mal tiempo buena cara. Siempre bromeamos sobre nuestra apuesta de quién se va a morir primero”, comenta riendo.
Ella reconoce que ahora está encamotada hasta la célula más chica de su cuerpo y que eso es recíproco. Que adora a sus hijos y él a los de ella (Tiene tres. Lucas, de 19; Franca, de 14; y Morgana, de 10). Que Miki es también su hogar. “Tengo mi anillo de compromiso. Pero no de esos de diamantes, sino uno de un monasterio budista. Estamos muy compenetrados en la relación”. ¿ Y la diferencia de edad? “Me lleva 27 años, pero yo no lo siento así. Para algunas cosas es mucho más joven que yo, y para otras, no. Es un gran balance”.

No hace mucho, Miki le avisó que ha conocido en Estados Unidos a un médico especialista en el mal que ella sufre. Están planeando contactarlo y buscarlo porque aquí en el Perú, nadie puede ayudarla con conocimiento de causa. Francesca está en la portada de la versión impresa de Somos que sale hoy porque, por estos días, se encuentra, además, muy comprometida con una causa social: la legalización del uso medicinal de la marihuana. Ello tras experimentar por sí misma las propiedades de la planta en su búsqueda por aliviar los síntomas que la aquejan. La revista viene gratis con El Comercio.

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