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El gol de Alejandro Hohberg para Universitario. (Foto: GEC / Video: RolizTV)
Miguel Villegas

Pertenezco a una generación que tiene -o tenía- muy claro cómo debía ser un jugador de la 'U' y uno de Alianza. Pertenecían a moldes diferentes. Y, por esa misma razón, Una traición de la que no se volvía.

Pero esa educación es retrógrada y terca y no corresponde a los tiempos de los drones y el VAR. El fútbol vive la era del ultraprofesionalismo, de las dietas para el alto rendimiento, de los atletas que vencieron a los peloteros. No juzgaría -caro lujo- a nadie que busque un nuevo trabajo, mejores condiciones o un mayor salario por el bien de su familia por la sencilla -y única- razón de que, dado el caso, buscaría lo mismo.

No lo discuto -por flojera-, solo lo desprecio: un mundo paralelo se pelea en redes sociales, donde no solo no existe esa educación anticuada que es la mía, sino que no existe educación. Allí, a inicios de año, el pase de a Universitario desde Alianza fue analizado con el distorsionado lente de realidad virtual que mejor acomoda: es malo porque ya no está en mi equipo y es bueno porque los abandonó.

Hohberg fue, me parece, el mejor futbolista de Alianza del 2018. Futbolista, digo, porque Butrón fue un extraterrestre. Físicamente impecable, y de modales que incluso lo llevaron alguna vez a la selección, Bengoechea lo usó detrás del punta para asociar -cuando estaba Pajoy- y por fuera para servir -cuando llegó Affonso-. Así, solo por citar un par de números, fue el que más jugó (44) y el goleador del año pasado (11); dio también 10 asistencias y en clásicos fue determinante. Pero fuera de ser decisivo en dos campañas y tener gol, el rasgo que más valoro es su velocidad, o su potencia, una distinción que eleva en el fútbol peruano de los 20km/h. Por ese cambio de ritmo la rompe Chiquitín Quintero, por eso la gente se pone de pie cuando avanza Kevin Quevedo y por eso, el uruguayo Gabriel Costa la destruyó en el Cristal campeón.

Eso cotiza.

Con un sueldo menor del que se especula y en medio de un clima mejor del esperado, (24 partidos, 6 goles) jugará tres años en Universitario, precisamente el club que más ha cuidado su identidad a partir del ejemplo de su máximo ídolo, Lolo Fernández y su heredero en años más cercanos, José Luis Carranza. Una 'U' de carencias, no se olvide, donde tiene espacio para ser titular y juego para apagar cualquier pifia de inicio de temporada. Una 'U' que aplaude el sacrificio, la entrega, la camiseta mojada y no la estética del ballet, la euforia de la huachita. Una 'U' que tiene en Aldo Corzo -antes en Juan Reynoso- el modelo inmediato de que, pese al pasado, es posible aprender a respetar hasta al que alguna vez fue enemigo. Respetar, que con el tiempo y el profesionalismo se convierte en querer.

El GOL de Alejandro Hohberg en el Universitario vs. Binacional. (Video: GOLPERU)

La noche del sábado en el estadio, ese largo camino del Monumental hasta el óvalo Huarochirí, era sencillo entender la idea con que se iba la gente que soportó frío, tráfico y palazos de la PNP solo por ver a su equipo: "Cómo lo he aprendido a querer a este enano, carajo". Lo decían con con pureza y absoluta honestidad. Varios lo dijeron. El domingo, tuvo el mismo tono con los periodistas Gustavo Peralta y Erick Osores en ESPN. Era lo justo: aunque rime, los campeones no se ven en setiembre, sino en diciembre.

-Estoy contento con el cariño porque no fue fácil ni me lo han regalado. Me lo gané tranquilo, tal vez sin hablar mucho, sin dar tantas declaraciones que por ahí vende más. Yo sabía que debía trabajar el doble y trabajo el doble en este club.

Si eso no es un síntoma de nuevos tiempos, nada lo es.

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