
Quienes hemos trabajado o coincidido en alguna comisión con Josip Curich sabemos que su hinchaje por Alianza Lima es una fuente inagotable de pasión. Se volvió fanático del equipo victoriano mucho antes de querer dedicarse a la fotografía, en la década del ochenta, cuando su papá lo llevó a un partido contra Deportivo Municipal en el viejo Estadio Nacional. El amor fue a primera vista: quedó embelesado con la picardía del ‘potrillo’ Escobar y la solvencia para la marca de Juan Reynoso, antes que este se marchase al equipo rival. En casa eran del ‘Muni’ y de la ‘U’, pero el club íntimo se ganó ese día su corazón.