Jorge Chávez Noriega

La tarde del último 3 de marzo, el brigadier mayor Eduardo Celis compartía un momento familiar en casa cuando recibió una alerta por WhatsApp: un incendio de código 2 se había desatado en la cuadra 4 del jirón Cangallo, en Barrios Altos, y amenazaba con expandirse rápidamente. En ese instante dejó todo lo que estaba haciendo, le dio un beso en la frente a su hijo, y en menos de diez minutos llegó a su base, la compañía de Magdalena 36, en Pueblo Libre. Le tocaba enfrentarse a la muerte una vez más, como lo venía haciendo desde hace 35 años.

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“Uno no sabe si va a regresar… a veces toca despedirse de tus seres queridos como si fuera la última vez que los vas a ver”, explica. Se dirigía a una guerra sin tener las mejores armas, pero poco le importaba: aún mantiene intacto ese fuego interior que lo moviliza a salvar la vida de otros, casi siempre poniendo en riesgo su propia integridad.

Doce minutos después llegó al lugar del siniestro, bajo una densa nube negra que emanaba un nocivo olor a desechos plásticos. En ese trayecto, el incendio había escalado a código 3 y estaba fuera de control. La comandancia departamental Lima-Centro había desplazado a todas sus unidades para atender la emergencia, pero eran insuficientes.

El incendio ocurrido en el jirón Cangallo, en Barrios Altos, se ha extendido a lo largo de tres semanas.
El incendio ocurrido en el jirón Cangallo, en Barrios Altos, se ha extendido a lo largo de tres semanas.
/ Julio Reaño

La estrategia consistía en desplegar camiones cisterna con escaleras telescópicas para atacar las llamaradas desde lo alto. Lamentablemente, esta zona de la ciudad no cuenta con una adecuada red de agua y alcantarillado, lo que dificultaba la labor de los bomberos. Tuvieron que pasar catorce días para controlar el fuego; sin embargo, al cierre de esta edición, todavía no se ha podido extinguir completamente.

“Nosotros, como institución, necesitamos un reequipamiento general a nivel nacional. El 60% de nuestro parque automotor está en mala condiciones, y los uniformes básicos que usamos están desgastados. En esta última emergencia en Barrios Altos se han malogrado varias unidades por trabajar tantas horas. Son tres semanas de desgaste. Hago a un llamado al gobierno central y las autoridades políticas competentes para que tomen esta decisión”, enfatiza Celis.

La labor de los bomberos no solo se limita a apagar incendios. También brindan primeros auxilios y servicios de rescate.
La labor de los bomberos no solo se limita a apagar incendios. También brindan primeros auxilios y servicios de rescate.
/ NUCLEO-FOTOGRAFIA > DIANA MARCELO

A ello hay que sumarle la falta de personal especializado. “Cada compañía, necesita como mínimo a tres conductores por turno (ocho horas). Eso no está sucediendo. Apenas se cuenta con un conductor por compañía, lo que imposibilita atender diferentes emergencias en simultaneo”, añade. Pese a todo, la pasión no se apaga.

HÉROES ANÓNIMOS

Por estos días, el Cuerpo General de Bomberos Voluntarios del Perú está compuesto de 18 mil integrantes y 247 compañías repartidas en todo el país. Su labor no se limita a solo apagar incendios; también rescatan víctimas en accidentes de tránsito, brindan primeros auxilios, atienden emergencias por desastres naturales y, en tiempos recientes, han estado en primera línea de batalla durante la pandemia del COVID-19.

“Nos llaman para todo: por fugas de gas, rescate de animales y mascotas, cortocircuitos, porque alguien se quedó atrapado en un asesor, o porque sienten olor a quemado y no saben de dónde viene”, dice el comandante Iván Calvo. “Los bomberos hacemos de todo y aprendemos todo. Somos personas bastante proactivas. Creo que esa es gran parte de nuestra fortaleza”.

La teniente Lissett Vásquez es paramédica de profesión. Forma parte de la compañía Callao 15, en Bellavista.
La teniente Lissett Vásquez es paramédica de profesión. Forma parte de la compañía Callao 15, en Bellavista.
/ ANTONIO MELGAREJO

Calvo se convirtió en bombero por vocación y tradición familiar: su abuelo y su padre también ejercieron este oficio. Desde chico los acompañaba a la compañía Cosmopolita 11, en San Borja, y creció familiarizado con las labores de los bomberos. En todo el tiempo que lleva de servicio, el episodio que más lo marcó fue el terrible incendio de Mesa Redonda ocurrido en el 2001.

“Me marcó por muchas cosas. Primero, por el olor permanente a sangre. Segundo, porque el escenario era impactante. Nunca había estado en una emergencia de esas características. Teníamos que romper las puertas de las galerías para rescatar a las personas que ahí se encontraban. Lastimosamente, muchas murieron asfixiadas. Niños, niñas, jóvenes…ver todo eso te marca para toda la vida”, narra.

El incendio de la antigua fábrica Nicolini, en Las Malvinas, fue uno de los más devastadores de los últimos años.
El incendio de la antigua fábrica Nicolini, en Las Malvinas, fue uno de los más devastadores de los últimos años.
/ CESAR BUENO

La subteniente Lissett Vásquez también ha tenido experiencias que la han marcado a fuego y sangre. Uno de los incendios que más recuerda por su ferocidad es el que sucedió en la zona comercial de Las Malvinas, en el 2017. “Fue el primer incendio grande que tuve. Fueron días muy arduos de trabajo en equipo. Uno se prepara y entrena para este tipo de circunstancias, pero para mí fue una experiencia muy frustrante porque fallecieron dos personas que no pudimos rescatar”, cuenta Lissett, una joven paramédica que desde el día uno también ha estado atendiendo la emergencia en Barrios Altos.

“Nosotros somos voluntarios, pero mucha gente nos critica, nos gritan por supuestamente llegar tarde a las emergencias. Cuando nos llega una alarma, estamos cambiados en un minuto, listos para salir en el camión. Pero, muchas veces, el tráfico de la ciudad nos juega una mala pasada”, complementa.

UNA LLAMA DE ESPERANZA

A diferencia de otros países donde los bomberos reciben recursos estatales adecuados, en el Perú la realidad es muy diferente. Por esa razón, muchos voluntarios equilibran su servicio con trabajos de tiempo completo, estudios y responsabilidades familiares. La mayoría de las compañías de bomberos subsisten con donaciones, actividades de autogestión y el esfuerzo de sus propios miembros.

“En mi caso, yo soy abogado y vivo de ese trabajo. En mis momentos disponibles podría estar dedicado a otra actividad, pero el compromiso que tengo con el cuerpo de bomberos es más fuerte. Ahora mismo, la emergencia en Barrios Altos nos ha exigido a todos sostener un alto nivel de dedicación”, comenta el teniente Pedro Tomatis.

Además…
Cómo ser bombero

Hay que tener al menos 18 años, no tener antecedentes penales, estar en buena salud física y mental, y completar un proceso de formación.

Para postular, solo tienes que dirigirte a la compañía de bomberos más cercana a tu domicilio o lugar de trabajo. La evaluación incluye exámenes psicológicos, físicos y médicos.

Primero debes pasar una capacitación básica, que dura aproximadamente entre 6 a 12 meses. Una vez aprobada, pasarás a ser aspirante.

El periodo de aspirante puede durar hasta un año. Para mayor información, pueden visitar la página web https://www.bomberosperu.gob.pe/


Cómo ser bombero

En un país donde el sistema de bomberos depende mayoritariamente del voluntariado, estas personas sacrifican su tiempo, su seguridad y, en muchas ocasiones, su vida personal y profesional por el bienestar de otros. Cada vida salvada, cada hogar protegido y cada emergencia atendida es una prueba de que su vocación es más fuerte que cualquier dificultad.

Al ser consultados sobre si deberían recibir un salario, todas las fuentes que participaron en esta nota aseguraron no estar de acuerdo con dicha medida, pues consideran que se perdería la esencia de su labor. En cambio, piden tener acceso a un seguro integral de salud, y no solo tener una cobertura en casos de accidentes. Es lo mínimo que se les debería brindar. //

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