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La laguna Sierpe, además de acoger patos silvestres, posee gran cantidad de truchas, que se pueden consumir en el pueblo. (Foto: Martín Chumbe)
Álvaro Rocha

En la espumita de la chicha jugueteaba todo el cielo azul de la sierra. “Salud, colorado”, me dijo Gregorio, ganadero de Atuén, y se tomó el vaso en una. “Siempre es bueno conversar, pero ahora debo ir a la montaña a escuchar el silencio”, agregó. Lo vi alejarse con su poncho rojo humeante por el aliento del rocío. De Chachapoyas partimos temprano a Leymebamba, aunque no pudimos visitar el museo con las momias de la laguna de Los Cóndores. Modestia aparte, fui el primer periodista que llegó, en 1997, a los mausoleos que acogían a centenares de momias en la parte alta de esa hermosa laguna. Siempre me pareció un error que se hayan trasladado todos los vestigios culturales a Leymebamba y no se haya establecido un museo de sitio en la laguna, que la habría convertido en un apetecible destino turístico.

En fin, desde Leymebamba se inicia un ascenso hasta Atuén. Este es un estupendo paraje natural, pues se trata de una impresionante hondonada donde destaca la laguna Sierpe (de serpiente, por su peculiar forma). La investigadora danesa Inge Schjellerup sugiere que esta laguna fue “domesticada” por los incas, y que es aprovisionada por fuentes subterráneas desde la laguna Mishacocha. Todavía se aprecian dos fuentes hundidas con ventanas trapezoidales, pero la mayoría de las antiguas piedras de las edificaciones incaicas han sido utilizadas en la municipalidad, la escuela y las casas. Se cree que el agua de las fuentes son curativas y los lugareños cuentan que Huayna Cápac las utilizó para sanarse. Eso sí, hay que meterse al agua a las cinco de la mañana. ¡Alalau!

Al llegar la noche, el viento arreciaba lo suficiente para gemir por el plástico que pretendía cubrir la única ventana de nuestra habitación. De pronto, entró Gregorio, sobre su poncho se aferraba la escarcha. Nos ofreció un trago de chicha. Nunca le hagas ascos a la última copa, cantaba Sabina, y le hicimos caso. //

SEPA MÁS
-Desde el terminal terrestre de Chachapoyas salen carros a Atuén a las 4:30 a.m. Costo: S/ 20. Tiempo: tres horas y media.

-Atuén (3.445 m.s.n.m.) es célebre por sus papas rojas, negras y moradas, que intercambian por frutas de los valles bajos.

-Operador: Luris Villacrez (91618-8781), de la empresa Savoy xpedition

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