MDN
Cristo del Pacífico
Oscar García

, un par de botellas de vodka Russkaya, una caja de pizza vacía y una envoltura de condón dan fe del repertorio de actividades humanas que pueden ocurrir aquí, al amparo de sus brazos que se extienden hacia la bahía de Lima. Un irónico destino para una estatua colosal de 27 metros que hoy vuelve a ser cuestionada nuevamente.

Sucede que el Cristo en cuestión habría tenido un origen no muy santo que digamos, o es lo que da a entender Jorge Henrique Simões Barata, ex hombre fuerte de Odebrecht en Perú, en su declaración en Curitiba a los fiscales peruanos. Ahí dijo que la imagen, una obra hecha en los estertores del segundo gobierno del ex presidente Alan García, fue resultado de una donación que la constructora brasileña hizo para asegurarse un “reconocimiento del presidente” que a su vez pudiese materializarse en “buena voluntad” para que sus obras “fluyeran de forma adecuada”.

-¿Sin pecado concebido?-

En cristiano: no era amor a Dios, sino a las milagrosas licitaciones. De hecho, Odebrecht obtuvo en esos cinco años del gobierno de García obras por más de 3 mil millones de dólares, según un informe de Cuarto Poder. Ese dinero no cayó del cielo, sino del dinero de los contribuyentes. Tras el escándalo de Lava Jato y el carnaval de confesiones sinceras de sus directivos, se conocería que la empresa habría desembolsado en el Perú al menos 29 millones de dólares en coimas a funcionarios durante los gobiernos de Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala.

“Nosotros hemos iniciado una campaña para que se retire al Cristo del Pacífico”, dice Christian Rojas, presidente del colectivo ciudadano Es Momento. Desde que esta organización lanzara la convocatoria para retirar el ícono hace una semana, ha recolectado 1.700 firmas en la plataforma Change. “Nos parece un símbolo de la corrupción, donado por Odebrecht a un precio de 850 mil dólares, aunque hay quienes dicen que hasta esa cifra está sobrevalorada. Nos parece una mancha y el símbolo de una empresa que trabajó para corromper gobiernos y a políticos, y pensamos que es dañino para los peruanos que tengamos que verlo todos los días”, acota.

Desde que empezaron su campaña, las críticas más frecuentes que les han dado los sectores religiosos o conservadores es acusarlos de ateos, marxistas o siemplemente de personas animadas por el odio. Rojas descarta algún sesgo ideológico en su agrupación y asegura que está integrada por alrededor de 50 jóvenes que representarían el espectro político, de diestra a siniestra. Más aún, el problema con el no sería una cuestión de fe, en la medida en que en su grupo hay varias personas que profesan alguna confesión cristiana.

En su visión, el monumento podría reemplazarse, si la ciudadanía lo considera, por otro ícono religioso de gran tamaño, pero no uno cuyo origen esté manchado con dinero sucio, piensa.

-El viejo debate resurge- 
Mucho antes de que se destapase la corrupción de Odebrecht, un sector de la ciudadanía ya había bautizado a la imagen con el mote burlón del ‘Cristo de lo Robado’ o, más ramplonamente, el ‘Cristo del Gordovago’, en alusión al ex presidente que lo impulsó. El juego de palabras alude al carioca Cristo del Corcovado, con el que el monumento en Chorrillos comparte un razonable parecido.

Fue obra del artista bahiano Tatti Moreno e inaugurado en junio del 2011, ante las críticas de diversos sectores por haber sido impuesto por Alan García ‘al caballazo’, es decir, sin consultar a las municipalidades y en una zona histórica intangible como es el Morro Solar. Tanta fue la prisa para su aprobación, que todo el saneamiento legal y los permisos se cursaron en el lapso de un mes.

-¿Qué se puede hacer con el monumento?-
“A nosotros nadie nos consultó”, dice Arturo Yep, decano del Colegio de Arquitectos del Perú. En el 2011, su institución fue una de las más críticas con la obra de García, que aseguró haber puesto de su bolsillo para su colocación. Uno de las mayores reclamos de los arquitectos es que la obra no parecía haber sido ubicada con criterios paisajísticos. Se prometió una puesta en valor del Morro, mediante un Patronato creado que nunca realizó lo prometido. Su director era Jorge Barata.

Ocho años después, el tema sigue enredado, dice Yep, pues hay una ambivalencia en la imagen, entre la religiosidad que busca inspirar e inspira en algunos, y lo que recuerda a otros. “Hay también un problema legal, porque esto fue una donación, y como tal es un activo del Estado. No es sencillo decir ‘vamos a demolerlo’, porque alguien tendría que asumir el valor de la estatua o una responsabilidad penal, si lo hace sin permiso. Nadie puede demoler ni una banca que pertenece al Estado. Quizá se podría mover de lugar, pero debe discutirse”.

Hay antecedentes de ciertos monumentos controvertidos que fueron sacados de su sitio, no sin mucha discusión. El más recordado es el del conquistador del Perú antiguo, Francisco Pizarro, que fue obligado a ‘cabalgar’ por diversos lugares de la Plaza Mayor de Lima hasta encontrar su lugar definitivo en el Parque de la Muralla, frente al río Rímac. El monumento original de Francisco Bolognesi, ubicado en la plaza del mismo nombre, también fue retirado 50 años después de su colocación en 1905, pues se consideraba que su expresión corporal de derrota no era compatible con el honor de la nación. En su lugar, Odría mandó colocar a otro Bolognesi, en actitud victoriosa, que es el que subsiste hasta la actualidad.

La ONG Proética manejó en el 2018 una campaña para recordar los efectos de la corrupción que tuvo como emblema el Cristo del Pacífico. Su actividad principal, en la que un mago debería “desaparecer la estatua”, fue interrumpida con una extraña “fuerza de choque” que se apareció en el mismo Morro Solar a romper la ceremonia simbólica. “El tema de la memoria es muy importante”, refiere Samuel Rotta, director ejecutivo de Proética. “Sería interesante que se quede y poder crear una ruta de la corrupción, que podría albergar otros lugares e información sobre qué cosa fue lo que pasó con el Cristo, cuánto costó y, sobre todo, de donde salió el dinero”. //

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