Flor Ruiz

“Si no hay luz, nos alumbramos con otros elementos, pero si nos falta agua, no podemos vivir. Es vital que nosotros la ahorremos, la cuidemos. ¿Qué ha cambiado en ustedes respecto al cuidado y conservación del ?”, pregunta la maestra Rosa Chunque. “Cuando llegamos al aula, nos lavamos las manos; mientras nos jabonamos, cerramos el caño. Luego lo abrimos para enjuagarnos. Somos conscientes de que el agua es vital para nosotros, sabemos que reutilizándola la aprovechamos para las plantas de nuestro biohuerto. Ahora nosotros cuidamos el agua en nuestras casas, pronto tendremos medidores, pero ya sabemos medirla”, responde José Antonio, alumno de cuarto de media de la I. E. Palmira, en el caserío del mismo nombre, distrito de Cascas, provincia de Gran Chimú, en la sierra norte de .

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En este lugar, desde hace doce años, la organización internacional sin fines de lucro Water for People (WfP) trabaja con la población, capacitando sobre gestión del agua, saneamiento y enfoque ambiental en 65 colegios de todos los caseríos. Hace poco más de una década, la infraestructura y los sistemas de agua potable en Cascas eran paupérrimos. Los pocos reservorios que había estaban obsoletos y en mal estado.

La calidad del agua era deficiente: se tomaba entubada, las fuentes estaban expuestas. La población tenía problemas diarreicos y no sabía cómo organizarse para llegar a una salida. Ha sido una labor en el tiempo. Se implementaron las Juntas Administradoras de Servicios de Saneamiento (JASS), que incluyen control de cloración y cobros de consumo, entre otros servicios. WfP los monitorea y da asistencia técnica, así como acompañamiento casa por casa, donde informan sobre la calidad del agua, el uso del cloro, el hervido del agua, el lavado de manos, el manejo de aguas residuales y de residuos sólidos. Ahora son 38 JASS en Cascas, se ha logrado que casi todos los centros poblados rurales tengan agua potable y de calidad.

En su parcela del caserío el Chorrillo, Ricardo Muñoz muestra el crecimiento de un aliso (nativo de la zona), como resultado de la siembra y cosecha de agua. (Foto: Flor Ruiz)
En su parcela del caserío el Chorrillo, Ricardo Muñoz muestra el crecimiento de un aliso (nativo de la zona), como resultado de la siembra y cosecha de agua. (Foto: Flor Ruiz)
/ Flor Ruiz
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Entre sus gallinas alborotadas y su noble y quieto perro pastor, doña Lorenza Matute, 73 años, nos muestra su baño, inaugurado hace dos meses, con recursos propios y bajo la gestión de la JASS y WfP. “Es la primera vez que tengo un wáter, un baño y su lavadero adentro. Hace cuatro años empezó a haber agua potable y ya estamos más tranquilos, vivimos mejor. Ya no me prohíbo de agua como antes: me gusta tener agua porque puedo cocinar mi trigo”.

En el cercano caserío El Chorrillo, se ha implementado la siembra y cosecha de agua, con la finalidad de conservar las fuentes de agua. Es una práctica de conservación y reforestación que busca captar la mayor cantidad de agua cuando llueve para infiltrarla en el suelo. De esta forma, en época de lluvia, el agua no corre y no se pierde. Además, se reforestan especies y forestales nativos.

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A las familias que conservan sus fuentes se les ayuda a sembrar paltas y talla, un árbol maderable de uso en la agroindustria para tintes y aceites. Esto les permite generar ingresos, pero el fin es, sobre todo, ambiental. Actualmente, se necesitan fondos económicos para implementar mejores servicios en los colegios, ahora que los estudiantes han retornado a la presencialidad.

Miembros de la JASS en el sistema de agua potable de su caserío, Puente Ochape. Cascas tiene 45 sistemas de agua potable, de los cuales 17 ha construido WfP, en cofinanciamiento con la municipalidad. (Foto: Flor Ruiz)
Miembros de la JASS en el sistema de agua potable de su caserío, Puente Ochape. Cascas tiene 45 sistemas de agua potable, de los cuales 17 ha construido WfP, en cofinanciamiento con la municipalidad. (Foto: Flor Ruiz)
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La I.E. 82026, del caserío Chapolán, funciona con una sola aula, unidocente. El maestro Robert Merino da clases a la vez a ocho niños de diversas edades. En la entrada, Joseph Julca, de 12 años, carga al pequeño Diego para que se lave las manos en el lavadero recién construido. Vemos el baño: dos wáters obsoletos, en mal estado, el techo con una precaria calamina en un espacio muy reducido. “Hace cinco años, cuando llegué aquí, así estaban los wáters. No se puede mejorar porque no tienen biodigestor, no tienen manera de evacuar. Se necesita mayor infraestructura para mejorarlos”, comenta el docente.

Es bastante lo avanzado, pero aún falta por hacer. Estos ‘guardianes’ del agua –las escuelas, el gobierno local, la comunidad organizada– saben lo que es esperar por un recurso como este. Ahora también saben gestionar para no tener que esperar doce años más.//

¿CÓMO AYUDAR?

Water for People ha iniciado una campaña de recaudación de fondos que busca mejorar los servicios higiénicos de las instituciones educativas del norte del país: Cajamarca, La Libertad y Reque.

La meta es brindar baños dignos en al menos 129 escuelas de las zonas rurales de La Libertad, Lambayeque y Cajamarca, que beneficien a 7 mil estudiantes y 258 docentes.

Link de información: http://www.guardianesdelagua.com


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