MDN
Cristian Benavente
Oscar García

Cristian Benavente habrá nacido y crecido en España, pero cuando llegó el día del fin del mundo no se lo pensó mucho y se vino con toda su familia a pasarlo en el Perú. La anécdota la cuenta en las gradas blanquinegras de su club, el Sporting Charleroi de Bélgica, con ese sonrojo que acompaña cualquier historia ocurrida en aquellos días locos previos al cambio de milenio. “Decían que el mundo se iba a acabar y mi mamá, que es peruana, pensó que lo mejor era irnos para allá, para estar con la familia, los abuelos”. Al final, nada ocurrió, más que un suspiro tras la vuelta del almanaque, pero su historia permite ilustrar un punto clave en estas líneas: que en circunstancias gravitantes, ahí donde no se atienden mucho a las razones sino las emociones, la tierra es lo que siempre llama.

De padre español, Cristian, nacido en Alcalá de Henares en 1994, ha sentido ese llamado del terruño en varias ocasiones. El más recurrente lo siente puntualmente cada dos semanas, cuando su sistema digestivo le exige comer peruano. Faltaba más. En esos días deja su tranquila Charleroi –una ciudad de poco más de 200 mil habitantes, en donde los negocios cierran a las seis de la tarde– y se dirige a Bruselas, a una hora en carro, para comer papa a la huancaína o arroz con pollo en algún restaurante. Todo bien pero sin abusar, claro, porque un profesional competitivo no puede abonarse mucho en carbohidratos, por más que tenga el metabolismo de un joven deportista de 23 años, su edad para mayores señas.

El llamado de Perú también lo ha sentido en otras oportunidades, como cuando le han ofrecido el honor de vestir la casaquilla nacional, un privilegio que lo emociona desde que el profesor Sergio Markarián lo hiciera debutar en el equipo de mayores, en el 2013, en un amistoso contra México. Ya antes había jugado por el Perú en las selecciones sub 17 y sub 20, cuando en los camerinos se iba forjando el que sería su apodo característico, el ‘Chaval’, como les dicen a los chicos en España. 

¿POR ESPAÑA O POR PERÚ?: ESA ES LA CUESTIÓN

¿Cómo es que un jugador con pasaporte de la Comunidad Europea, formado durante años en las canteras de menores del Real Madrid, viene a jugar por un país sin lauros importantes, en lugar de tentar un número en la ‘Furia Roja’? Benavente ni lo piensa: “Siempre he visitado mucho el Perú, desde que era un bebé. Y me he sentido muy identificado con las sensaciones que me inspiraba ir allá, pienso en mi abuela, a la que quería mucho y quien me hacía sentir en casa cuando iba a Lima, así que ¿por qué no jugar entonces por el Perú?”, se explica el ‘Chaval’, con ese ceceo que delata su origen ibérico. 

Hubo un punto, cuando jugaba en la división de menores del Real Madrid, bajo el mando de Zinedine Zidane, el hombre que en el fútbol lo ganó todo, que entendió que su destino estaba ligado no tanto al país de su padre, el español Agustín Benavente, sino al de su madre, la ex voleibolista peruana Magali Bristol, a la que considera una luchadora. No había mayor disyuntiva. Tocaba hacerle caso a lo que le dictaba el corazón.

UN CHAVAL EN LA CAPITAL DE EUROPA

En sus dos años en Bélgica, Benavente se ha convertido en una figura prominente en el Charleroi. Basta ver su foto grande, con actitud de crack, en la portada del programa que se entrega a los hinchas en la entrada del estadio de Anderlecht, el club más grande de ese país, y rival del equipo de Cristian. Es domingo y los dos conjuntos se medirán por una fecha más de un hexagonal donde el Charleroi, valgan verdades, viene con mala racha. Eso sí, tiene la hinchada más entusiasta. Pese a estar en desventaja, nunca dejan de cantar, ni aunque el resultado final sea una derrota de 3-1 que no contenta a nadie. 

Al día siguiente, el italiano Felice Mazzu, el entrenador de las ‘cebras’, charla brevemente con la prensa peruana que lo ha ido a buscar allá. Decían que no aguantaba pulgas, pero es atento con los periodistas. Cuenta que Benavente es un jugador con una excelente actitud. Que espera que se quede mucho tiempo en su club –acaba de renovar hasta el 2023–, pero que es consciente de que en cualquier momento recibirá una oferta más tentadora. Y se anima a mandar un mensaje al seleccionador peruano. “Cristian ha hecho una gran temporada acá, así que es natural que vaya a la Copa del Mundo. Debería considerarlo”.

¿Qué piensa Benavente de su participación en los recientes amistosos con Perú? “Estoy muy contento de haber estado ahí porque no es fácil. Después de año y medio en los que el profesor no me llamaba, para mí fue muy importante y tuve dos ratos para jugar. En los partidos, obviamente, no se puede entrar a hacer gol siempre, pero estoy contento porque lo veo como un premio a lo que vengo haciendo en mi club”.

Benavente cuenta que le gusta la vida retirada, casi monacal, que se respira en Charleroi, conocida por sus plazas con estatuas que recuerdan al visitante que, en materia de cómics, Bélgica es una potencia mundial. De ese país son los talentos de Herge (Tintin), Peyo (Los Pitufos) y Morris (Lucky Luke), entre otros. Desde su departamento, en un piso siete, se puede ver una de estas plazas. Otros detalles: la estampa del Señor de los Milagros que recibe a la gente al cruzar la puerta y la llama sobre la mesa de su comedor, un regalo de su chica, Ségolène, una estudiante de Ciencias Políticas que causó furor en la prensa deportiva local hace unas semanas, cuando una foto de ambos fue compartida en Instagram. Cristian la presenta a ella y a su otro amor, su perro Panda, mientras ruedan el spot para una campaña de la marca Cassinelli que busca contar su inspiradora historia de amor por el Perú, de un jugador que pudo tentar suerte en la península pero que prefirió mil veces el llamado de la blanquirroja, y el proceso de cambio que ha tenido. Su historia se conocerá pronto por Internet y espera inspirar a otros compatriotas a aceptar que el amor por un país muchas veces es así. No se piensa mucho, solo se siente.

MÁS DE SOMOS...

Contenido Sugerido

Contenido GEC