Mucha ilusión generó en el mundo que los menores de 12 a 15 años pudieran ya ser vacunados de emergencia contra el coronavirus en los Estados Unidos desde la semana pasada. Canadá, de hecho, había antecedido la misma medida solo por unos días y España ya los incluyó en su calendario para el verano que les llega. Y no es para menos. Aquellas decisiones se vislumbran como indicadores que pueden replicarse después en otros países.
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La expectativa aumentó, sin embargo, cuando comenzó a especularse que a ese procedimiento podían acceder, en un corto tiempo, los niños aún más pequeños. Adiós, clases virtuales. Adiós, burbujas sociales. Adiós, ‘zoompleaños’. La luz al final del túnel parecía llegar también para los más chicos que, cómo no, han sufrido y se han sacrificado tanto como los grandes.
Esta semana, lamentablemente, Anthony Fauci no ha revelado noticias que confirmasen tales presunciones. Uno de los más importantes expertos en el control de la pandemia del primer país señaló, en realidad, que los resultados de los ensayos clínicos en infantes, toddlers y bebés de hasta seis meses se tendrían, en el mejor de los casos, a fines de este año, pero más probablemente, en el primer trimestre del 2022. Si esa es la proyección para Estados Unidos, ¿para cuándo deberíamos esperar que esas vacunas lleguen al Perú?
Algunas importantes precisiones, primero. Se sabe que en la actualidad son los laboratorios Pfizer, Johnson and Johnson y Moderna los que ya se encuentran realizando las primeras etapas de los ensayos clínicos para menores de 12 años. Algunos están en pleno reclutamiento de voluntarios, a otros ya se les han aplicado las dosis. Debe probarse que las vacunas contra el COIVD-19 son seguras y eficaces y, entre otros factores, por dar cuenta uno, qué cantidad sería la indicada dependiendo de la edad del niño (¿se definirá de acuerdo al peso?). A los púberes y adolescentes de 12 a 15, por ejemplo, se les suministra la misma dosis que a los mayores de 18.
Bien. Consultado sobre el tema en cuestión, el ministro de Salud peruano, Óscar Ugarte, indicó ayer que los menores de 12 a 18 podrían ser vacunados con dosis de Pfizer eventualmente, siempre y cuando otros segmentos más prioritarios de la población sean inoculados con antelación. “No se ha probado todavía en niños más pequeños, pero cuando esto suceda, el país se podrá adecuar y también incorporar a estos grupos menores de edad a la vacunación posteriormente. Por ahora no hay un cambio”, señaló.
Si se proyecta que 24 millones de peruanos mayores de edad sean vacunados para fin de año, y que en Estados Unidos las autorizaciones comenzarían a darse desde el primer trimestre allá, no es difícil inferir que los niños peruanos menores de 12 años no llegarían a ser vacunados para el inicio del año escolar 2022. Esto no está escrito en piedra, pero al menos a la fecha, es un escenario más que probable. La situación podría cambiar, claro, si el Estado Peruano - con este gobierno o el próximo- pone desde ya particular atención al tema haciendo un seguimiento de las investigaciones en curso, lo que le permitiría estar en permanente comunicación con los laboratorios para el aseguramiento de compras anticipadas. Ya se vio lo que ha ocurrido en el pasado cuando quienes están a cargo ‘no se pusieron la pilas’ en el momento en que debieron hacerlo.
¿Por qué tardarán tanto en desarrollarse las vacunas a los menores de 12 años?
El reconocido pediatra e investigador peruano Gustavo Rivara le explica a Somos el motivo por el que los ensayos clínicos para este grupo tomarán el tiempo que ha puntualizado Anthony Fauci. “A la fecha, después de todos estos meses de estudios, se puede concluir que los niños tienen un insignificante rol en la transmisión o diseminación del virus. En segundo lugar, la incidencia del COVID-19 en los niños es menor que en adultos. Y en tercer lugar, ellos hacen una enfermedad mucho más leve que los adultos. Eso significa que una de las condiciones supremas para pensar en vacunación en niños es que haya suficiente evidencia científica de que la vacuna es segura en ellos. Y eso normalmente traería mucho tiempo de investigación, incluso años. Como estamos en una situación de emergencia, estos se van a acortar, como dice Fauci, para fin de este año o el próximo”.
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Rivara es, incluso, más concluyente. “Si me preguntarás ahora si deberías o no vacunar a tu hijo de cinco años hoy yo te diría que no. Lo más probable es que no le haga daño, pero aún no hay suficiente evidencia para aplicarle a un menor esta vacuna nueva”.
Él agrega que es importante recordar que un niño no es un ‘adulto chiquito’. “No hay nada más alejado de la verdad que es afirmación. El niño tiene una fisionomía y una anatomía totalmente distinta a las de adultos. Lo que funciona en adultos, no necesariamente funciona con los niños. Si hasta lo estamos viendo con el virus. Cómo es posible que un virus mate adultos, pero no niños. tampoco se puede decir que las vacunas no serán seguras. Subrayo: hay que esperar la evidencia científica que sostenga que son seguras y eficaces para ellos”, puntualiza.
¿Cómo se podría proteger a los niños, entonces, mientras estos resultados concluyentes se revelen? Rivara contesta: “Siguiendo las mismas medidas que todos conocemos -distancia social, mascarillas y lavado de manos-, sumado a que todos los adultos que lo rodean estén vacunados. Lo ideal sería que los abuelos estén vacunados, los padres, los maestros”. //
Bonus track: lo que piensa el experto sobre el retorno de los niños a las clases presenciales
Era menester preguntarle al doctor Rivara, a propósito de los niños, lo que pensaba del regreso de las clases presenciales a las escuelas en el Perú: “Mira, si ya se sabe que los niños no hacen grave la enfermedad y no son responsables de la diseminación del virus, ellos podrían ir al colegio con tranquilidad. Si por A o B adquieren el virus y regresan a sus hogares donde todos están vacunados, entonces no ocurrirían catástrofes. De ahí que en otros países, esto ya se esté dando. por ejemplo Chile. Con más visión, Chile puso a los maestros en la primera línea de la vacuna. Allá tienen a la par como prioridad la salud y la educación. Aquí no. (...) Eso es lo que yo reclamo. Han pasado 15 meses. En todo este tiempo el Estado se ha concentrado en la apertura de los negocios y todo, pero por qué no se sentó a programar la apertura de los colegios. Por qué no se invirtió en la infraestructura de las escuelas. En 15 meses ya se habrían puestos más lavaderos en los patios, subido los techos, ventilado las aulas, espaciado las carpetas y tantas otras cosas. Todo eso sumado a ciertos protocolos pudo haber hecho que los chicos ya estuvieran regresando”.
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