
¿Qué tal durmió anoche?
¿Cuántas veces se lo han preguntado y cuántas, realmente, se ha detenido a evaluar su sueño?
Sabía, por ejemplo, que un desorden extendido en sus hábitos del sueño pueden conducirlo a padecer obesidad, enfermedades cardiacas, hipertensión, diabetes o diferentes problemas de salud mental como la depresión.
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Se imaginaba acaso de que la somnolencia se considera una epidemia en diferentes países desde hace al menos 25 años y que la situación solo ha venido empeorando con el paso de los años debido a factores como el agitado ritmo de vida actual, los altos niveles de estrés, los múltiples estímulos tecnológicos o los malos hábitos alimenticios.
Con la intención de generar mayor consciencia al respecto, en el 2008 la Sociedad Mundial del Sueño estableció el 15 de marzo como el Día Mundial del Sueño.
Una oportunidad perfecta para reflexionar realmente sobre qué tal durmió anoche.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca del 40% de la población mundial experimenta algún problema de sueño. En el Perú los aún escasos estudios que se han realizado al respecto revelan que alrededor del 30% de los adultos duermen menos de 6 horas por noche, entre el 10% y el 15% padece de insomnio y se estima que al menos el 18% padece del Síndrome de Apnea Obstructiva del Sueño.
Pero para entender mejor la dimensión de este problema de salud pública lo primero que debemos tener claro es qué se considera dormir bien. Y para ello, el doctor Frank Villarreal nos abre las puertas de la Unidad de Medicina del Sueño en la Clínica Ricardo Palma.
“Eso lo puede responder cada persona, tomando en cuenta si al despertar por la mañana se siente cansada, si el sueño no es reparador. Además, están los compañeros de cama o familia, que pueden notar por ejemplo si el paciente se queda dormido a los 5 minutos de estar sentado”, explica el destacado neurólogo especialista en trastornos del sueño.
“Otro punto importante son los ahogos o pausas respiratorias. Normalmente vemos a un paciente que ronca, se detiene y luego tiene una respiración de rescate. Eso es lo que se conoce como Síndrome de Apnea Obstructiva del Sueño“, añade.
Y por si se lo está preguntando, el hombre que le quitó el trabajo a Morfeo en esta clínica confiesa dormir “bastante bien, salvo en la semana de Medicina del Sueño que tengo muchas entrevistas”.
“Yo tengo un cronotipo de ir a dormir muy temprano y levantarme a las 5 de la mañana. Curiosamente muchos de los que nos dedicamos al sueño tenemos ese tipo de horarios. Las guardias nocturnas son desastrosas para mí, demoro dos días en recuperarme. Pero, si bien hay distintos cronotipos, todos deberíamos seguir algunas reglas básicas”, señala.
La base para entender los consejos que siguen, según el doctor Villarreal, es tener claro que biológicamente estamos diseñados para ir apagándonos de a poco desde que despertamos hasta el final del día. “El día y la noche no son dos cosas distintas, no hay un botón para apagarte, todo es una progresión. Entonces, es mejor tener un tiempo de desconexión antes de dormir”, indica.
El segundo punto se resume en que todo lo que haces bien durante el día repercutirá en qué tan bien pases la noche. “Si hiciste una vida metódica, llevaste una buena dieta, hiciste ejercicio o tuviste un día exitoso, probablemente duermas mejor”, dice el doctor.
El tercer pilar de un buen sueño es la extensión del mismo. Durante los últimos años hemos presenciado el surgimiento de una ola de influencers y supuestos coaches motivacionales que invitan a dormir apenas un par de horas para “aprovechar el día al máximo”.
“Eso es mentira. Pero debemos tomar en cuenta que la medicina llega hasta donde puede con un paciente. En tu agenda deberías tener ocho horas para dormir, pero hay gente que viene diciendo que no tiene ocho horas sino cuatro o seis. Ahí el problema deja de ser clínico”, confiesa.
"Lo mejor es que se tome la última taza de café unas 9 horas antes de ir a dormir. En cuanto al ejercicio, siempre es bueno hacerlo, pero si es de alto rendimiento se recomienda que la última sesión termine 4 horas antes de dormir".

- Mala noche, mala vida -
Pero, ¿qué sucede si no se siguen o simplemente no se conocen estos consejos? “En la medicina del sueño nada sucede de un día para otro, sino que más bien va acumulándose una reserva que tienes tú para responder al cansancio, a la fatiga y todo, pero en algún momento esto se agota y empiezas a presentar los síntomas“, señala Villarreal.
En este punto el doctor aclara dos conceptos muy distintos en la materia: el insomnio y las malas costumbres. “El insomnio se define como la imposibilidad de dormir si es que las condiciones están dadas. Últimamente hemos visto un crecimiento en el insomnio de niños que en una de sus formas se produce por estar sin compañía de un cuidador. Pero también está la privación voluntaria del sueño por quedarse viendo series o jugando con su teléfono, eso es un mal hábito y tarde o temprano llevará a desarrollar una enfermedad de sueño”, explica.
Pese a tener poco más de 50 años como una disciplina médica formalmente establecida, la medicina del sueño ha conseguido una enorme cantidad de avances gracias a que agrupa un amplio abanico de especialidades.
“Obviamente está la mía que soy neurólogo y somnólogo, pero también la psiquiatría, neumología, otorrinolaringología, especialistas de geriatría y medicina interna, entre otros”, explica.
La razón por la que agrupa a tantas especialidades médicas es el amplio abanico de consecuencias a la salud física y mental que acarrea el mal dormir.
Una duración inadecuada del sueño, ya sea este muy poco o excesivo, aumenta la posibilidad de sufrir alguna enfermedad cardiovascular como la hipertensión arterial o accidentes cerebrovasculares.
Además, la falta de sueño lleva a que el metabolismo se vea alterado y algunos médicos lo vinculan a un aumento de probabilidad de desarrollar obesidad y diabetes de tipo 2.
Por otro lado, el insomnio puede originar trastornos psicológicos como la depresión, ansiedad o aumentar el riesgo de abuso de sustancias nocivas. Durante la pandemia, por ejemplo, se estima que el porcentaje de insomnio entre los peruanos paso del 10% al 15% debido al estrés que causaba la emergencia sanitaria.
- Monitor del sueño -
Los pacientes que ingresan al consultorio del doctor Villarreal, por lo general, llevan extensos periodos de tiempo sufriendo de alguna enfermedad del sueño que no han podido revertir.
“La mayoría de personas que vienen ya pasaron por el clonazepam, alprazolam, melatonina, citrato de magnesio, ashwagandha, aceite de marihuana, etcétera”, cuenta.
Entonces, ¿qué pasa con estos pacientes? Todo comienza con una consulta especializada, donde el médico determinar cuál o cuáles trastornos del sueño posee. Muchas veces, para identificarlos correctamente, el paciente es sometido a una polisomnografía nocturna.
“El paciente pasa la noche en este ambiente especial, conectado a estas máquinas que se encargarán de medir su actividad cerebral, movimientos oculares, frecuencia respiratoria, niveles de oxígeno, movimientos musculares, presión arterial, entre otros”, explica el doctor Villarreal antes de cerrar la puerta que deja totalmente insonorizada la pequeña habitación donde descansará el paciente.

“Acá no entra ningún ruido, las cortinas se cierran por completo, tenemos la temperatura perfecta y monitoreamos desde esta otra sala”, dice al conducirnos a un laboratorio contiguo en el que enormes computadoras muestran en tiempo real los distintos indicadores del paciente.
Luego de una noche monitoreado lo más probable es que el equipo de Villarreal tenga la información necesaria para saber cómo contrarrestar el trastorno del paciente. “Este ambiente está pensado para que el paciente pase una gran noche, pero lo más importante es que nos permite conocer lo suficiente para que el resto de noches que pasará en su casa sean aún mejores”, asegura el médico.