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“Esta enfermedad me obligó a valorar cosas simples como un desayuno tranquilo con mi gato”: la lucha de Diana Foronda contra el cáncer que moviliza al rock peruano
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En la escena del rock peruano, el nombre de Diana Foronda resuena desde hace más de dos décadas. Siendo adolescente aún, y junto a su hermana gemela, Fátima, se lanzó a formar —con pocos recursos y mucha determinación— una de las primeras bandas femeninas de metal en el país, cuando la cancha era todavía más desigual y las mujeres apenas encontraban espacio en un circuito dominado por hombres. Desde entonces, Diana ha transitado por muchas facetas: ha sido relacionista pública, gestora cultural, promotora de conciertos, conductora de televisión, tatuadora. Ha vivido y ha acumulado más de cincuenta tatuajes desde que empezó a grabar en su piel a los 25 años. También levantó el festival Girls of Rock, un espacio para que otras chicas pudieran tocar sin pedir permiso. En ese rol, Diana tuvo que alzar la voz algunas veces, señalando el doble rasero de una escena que trataba a las chicas con distinta vara, aunque siempre dejó claro que no aceptaba el papel de víctima. Su modo de vivir era ponerse de pie sola antes que esperar ayuda. Esta vez, sin embargo, necesita del apoyo de todos: de sus amigos, de sus colegas y de su público.
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El 2025 la obligó a frenar. A inicios de año, tras una agresión física, comenzó a sufrir un sangrado que inicialmente atribuyó a los golpes. Los médicos le dijeron que se trataba de un mioma, pero el sangrado no se detenía. Emergencias se volvió un lugar recurrente, la hemoglobina cayó peligrosamente y los diagnósticos seguían sin dar respuestas. Hasta que el resultado de la biopsia le dio la noticia que ya intuía pero menos deseaba: se trataba de un cáncer de útero.
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En su familia no había antecedentes cercanos de cáncer uterino, salvo el recuerdo de su abuela, que falleció de cáncer a la garganta y al seno. La noticia, sin embargo, cayó como un terremoto. “A partir de allí uno se pregunta: ¿y ahora qué hago?, ¿cuál es el siguiente paso? Después de que lloras y más o menos lo procesas —aunque nunca se procesa al cien por ciento— lo que te preguntas es qué más hacer”, recuerda Diana sobre cómo recibió el primer diagnóstico.
Lo primero que hizo junto a su familia fue averiguar costos en diferentes clínicas. Por su seguro, pensó en atenderse en un hospital del Estado, pero las precariedades conocidas del sistema de salud, sumadas a la urgencia de resolver sus dudas, la llevaron a tocar puertas en una clínica privada. “Yo inicialmente quería atenderme en el Rebagliati. Pensaba que si me pasaba algo, no quería dejar a mi familia con deudas. Pero pasaron varias cosas y finalmente logré iniciar tratamiento en una clínica privada, donde tuve la suerte de que me fraccionaran el pago en cuotas, con la ayuda de amigos que me abrieron puertas y contactos”.
Diana siempre se sintió autosuficiente, capaz de resolver sus problemas sola. Pero esta vez comprendió que no podía. “Al comienzo no quería pedir ayuda, hasta que vi la cuenta de la clínica y el esfuerzo que mi familia estaba haciendo. Entonces me sentí mal, sentí que no estaba haciendo nada. Y así es como empezó a surgir la idea de hacer un festival de apoyo, que al inicio iba a ser algo chiquito, pero ya se van sumando más de 30 bandas”, dice.

En paralelo, la respuesta de la comunidad musical fue inmediata. Bandas amigas se organizaron para llevarle agua y comida, músicos que habían atravesado la enfermedad, como Miki González, le compartieron consejos y la contactaron con médicos que hicieron posible empezar su tratamiento en cuotas. “Yo siempre iba a cien por hora, con tres trabajos a la vez. Tenía una adicción al trabajo y no me daba cuenta de cómo me exprimía la salud. Esta enfermedad me obligó a detenerme, a valorar cosas simples como un desayuno tranquilo con mi gato al costado. Siento que la anterior Diana se derrite y queda lo mejor: cero vanidad y más empatía”. La lucha contra el cáncer, dice, es un carrusel emocional. Se pasa de la ira a la depresión, del llanto a la calma. Pero también le dio perspectiva: “Ahora tengo claro que esta es la batalla más importante de mi vida”.
El próximo 13 de setiembre, el Centro de Convenciones Festiva de Cercado de Lima (Av. Alfonso Ugarte 1439) será el escenario de un acto de solidaridad. Más de treinta bandas se han unido para apoyarla: Daniel F, Rafo Ráez, Miki González, Barrio Calavera, Área 7, La Nueva Invasión, Difonía, Serial Asesino, Ni Voz Ni Voto, entre otras. Serán dos escenarios funcionando al unísono, con una entrada a 70 soles que está disponible en Passline. Ninguna banda cobrará un sol. Todo lo recaudado será destinado a que Foronda continúe con su tratamiento, en una jornada que confirma cómo la comunidad musical, más allá de los escenarios y de las eventuales discrepancias, puede organizarse y responder frente a una de sus integrantes en el momento más difícil. //
♦◊ Otro músico nacional que se encuentra enfrentando una dura batalla contra el cáncer es Andrés Dulude, exvocalista de la banda Frágil. La recordada voz de “Avenida Larco”, “Animales” y “La del brazo” ha contado que su enfermedad, de momento, es “operable y tratable”, pero necesita recursos para sortear el tratamiento.
♦◊ Es por ello que sus colegas en la música están organizanzo un concierto este 27 de agosto en el Sargento Pimienta de Barranco.
♦◊ Participarán bandas como Frágil, Rio, Mar de Copas, Amén y Demente Común. Las entradas se venden desde el WhatsApp 980 597 589.
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