MDN
industria
Oscar García

Zambullirse en la cobertura que ha tenido El Comercio sobre los cambios tecnológicos en 180 años es toparse con relatos mínimos que cautivan, tanto por su peso histórico como por su ternura involuntaria. Son historias como la de la llegada del primer auto al Perú, en 1899, un Serpollete de cinco caballos de fuerza, y de las personas que soplaban los faros del vehículo, en la hilarante creencia de que así los apagarían.

La constante siempre es el desafío a la capacidad humana de asombro. La llegada del daguerrotipo a Lima, en 1842, es descrita por el maravillado periodista de esta casa como si fuera magia. El antepasado de la técnica fotográfica imprimía imágenes en cobre y suponía una revolución que terminaría con la presunta injusticia de los pintores del Perú, pues en un daguerrotipo “la luz es el único pintor, y un pintor al que no puede tacharse de mentiroso pues representa los objetos como son”, indicaba.

Hacerse un retrato en el daguerrotipo del señor Maximiliano Danti, que lo había traído desde Francia, costaba “media onza” y había que ir al taller del distinguido don, ubicado en la calle Las Mantas, en la primera cuadra del jirón Callao. Si se quería presenciar un showroom del trabajo del artista solo había que acudir a la calle Mercaderes, al costado de la fonda italiana. Se podía pasar, sin compromiso.

LA VOZ QUE VINO DE LEJOS
El 13 de setiembre de 1888, otro evento con ribetes fantásticos se estableció en la ciudad. Se trató de la primera comunicación telefónica entre Lima y el Callao, desarrollada por la Peruvian Telephone Company. Ese día, en Lima, una multitud de personas se congregaron en el establecimiento del “señor Bacigalupi”, para ver si era posible escuchar voces de personas lejanas gracias al “prodigioso invento científico”. Poniendo la nota de color al final, el redactor asignado al Callao pidió hablar desde allá con el administrador de El Comercio, pues requería “instrucciones urgentes”. Como no se contaba entonces en Lima con líneas particulares, el señor Bacigalupi tuvo la gentileza de mandar llamar al jefe de este Diario hasta las oficinas de la Peruvian Telephone Company, para que pueda atender la comunicación de su empleado y así la misión periodística pudiese llegar a buen puerto. Hoy, con un whatsapp habría bastado.

Otro de los grandes hitos que cambiaron esta ciudad fue la llegada de la luz eléctrica pública, que reemplazó a la iluminación por lámparas a gas. El 15 de mayo de 1886, el nuevo invento fue presentado ante la expectativa de los limeños. Ese día se iluminaron varias cuadras de los jirones de la Unión y Carabaya, con tal mala suerte que pocas gentes advirtieron una diferencia sensible, pues esa noche “la luna alumbraba tanto como el sol”, reza la crónica.

Para no quedarse atrás ante la competencia, la Empresa de Gas de la época mandó colocar ese mismo día cuatro lámparas de este tipo, aunque modernas, en el antiguo portal de Botoneros, en la Plaza Mayor, que según el relato del periodista proyectaron “una luz bastante intensa”.

Los primeros meses de 1897 encontraron a una Lima en frenesí con la llegada del vitascopio (4 de enero), el gran invento de Edison, y el cinematógrafo (3 de febrero), de los hermanos Lumière. Ambos aparatos proyectaban imágenes en movimiento y para sus presentaciones de prueba acudieron altas autoridades. Nicolás de Piérola, entonces presidente del Perú, estuvo en la primera exhibición del vitascopio, que fue precedida por una sesión con el fonógrafo, otro invento de Edison.

Con la presentación del vitascopio en el Jardín Estrasburgo (actual Club de la Unión), llegó la que podría ser considerada la primera crítica cinematográfica escrita en el Perú. “Tanta fidelidad y exactitud hay en este cuadro [así llamaba a las películas el periodista] que verdaderamente sorprenden y cautivan al espectador. Sin embargo, nos pareció anoche que algunas figuras no aparecían con la claridad que era de desear, y lo cual, sin duda, se conseguirá en funciones posteriores”.

El espacio queda corto para seguir reseñando más coberturas de este tipo, pero ninguna tiene pierde. Habría que mencionarse para cerrar el primer vuelo de un avión en Lima, un 16 de enero de 1911, a cargo del pionero de la aviación peruana Juan Bielovucic. Si la visión de un daguerrotipo parecía algo sobrenatural 100 años atrás, solo imagínese el desconcierto de las mentes de la época al ver un aparato de metal volando sobre el hipódromo de Santa Beatriz. La primera transmisión radial en Lima, de la señal OAX, fue otro momento cumbre que congregó a multitud de curiosos en la Plaza de Armas, en 1929, que escucharon un concierto de piano. Ese mismo día, El Comercio publicó una nota a página completa para que el lector aprenda a construir un receptor de señales de radio de forma casera. La edición voló. //

Contenido Sugerido

Contenido GEC